

Presentamos tres textos claves del reconocido autor argentino.
Noé Jitrik
Contámelo otra vez
Y en cuanto a lo que podemos llamar “mi” dolor
(no es por el cariño que lo digo)
se parece a un brote
se parece a una mano
que altanera cierra una puerta
un pantalón
porque mi dolor
no es la cumbre del dolor infinito
sino un alga en una roca menor
un puntazo fulgurante en un pie
producto de un zapato descartado por la historia
no es el prestigioso dolor
la herida culta
a “mí” me duele cada fruto de mi cuerpo
desde el malentendido hasta la compulsión
el menor movimiento de mi existencia
me hace desear el grito
la pomada universal que me apacigüe
no puedo más que gritar sólo gritar
ni siquiera puedo
con la timidez con el desgano
no puedo hacer collares en los puertos
ni puedo con el dolor que me desanima
me pone de mal humor estoy rabioso
mis espumarajos alejan a la gente
soy un perro que la sociedad reprime
voy a hacer una declaración
conseguiré muchas firmas
me voy a corregir alguna vez
sanos propósitos de enmienda me estimulan:
claro, ahora estoy equivocado tengo la impresión
de estar haciendo todo al revés
debo tomarme mi tiempo por ejemplo
para secarme al salir del mar
la gota que hierve en la piel causa un daño profundo
para erradicar hasta el fin
el último grano de arena
voy a empezar por mí, ordenar la casa
aunque me duele esto del sol
que regresa infatigable y después
sutilmente se agota entre las matas
estuve aquí hace diez años y ahora
o hace doscientos mil o nunca estuve ni siquiera ahora
y eso me llena de dolor insatisfecho
hasta cuándo podré decir
estuve aquí hace diez años
y (recuerdo) alegre me puso la alegría elemental
de descubrir un cangrejo
una vieja lo había descubierto y en sus manos
la bestia deprimida se le parecía
ella creía que era un juego
ese múltiple pataleo esa araña en flor
¿y si lo olvido, no seré igualmente feroz?
me duele este dolor de cada instante
yo quisiera liberarme del enredo
por qué cuando digo blanco se me escucha gris
es terrible es tembloroso
que yo haga por tu bien
y me estés odiando sin tregua
que yo te explique y mis palabras me estén condenando
a la muerte cabal de tu impaciencia.
Tengo que aprenderlo de memoria
En la corta noche de los aperitivos solitarios
en esa sombra
el tiempo es cariñosamente real
el tiempo lo palmea a uno
el tiempo toma una copa con nosotros
y tiembla en sus bordes, vacilante,
está a punto de entregarse
lo hará lo hará
está casi desmayado casi no resiste
se toma tan sólo su espacio
parece que piensa en la pieza en la que caerá
debe exigir condiciones para ser abolido
una cierta frondosidad una cierta gloria
su copa está vacía y la mía
los sillones son islas que nos guardan del peligroso mar
de la luz
las llenamos el tiempo y yo, gentilmente,
uno al otro otro al uno
el aperitivo se agranda y los líquidos se mezclan
seguimos firmes en esa idea maligna
el tiempo vaya uno a saber lo que le pasa
se pone a hipar llora en su sillón oscuro
se lamenta de todo y de nada
le duele la cabeza
nos duele la cabeza
qué nos importa más en este instante
la penumbrosa ceremonia
la reducción tan fácil
la expresión perfecta de una voluntad
frágil como esa luz de la ventana…
alguien entra llegó el momento
invasor, alguien tantea mi paciencia
me doy vuelta y el tiempo ya no está
la maniobra no resultó
la otra vez fue igual fue en una playa
o en una estación o en una corrida
a punto de rendirse se escapó,
no, si esto es como para hartarse
es como para enojarse
es como para embriagarse
es como para morirse.
Las tazas
Como en los tangos
la tristeza verdadera
la tristeza sin vuelta
se hace propietaria de los inmuebles
pinta sus paredes
resuena en las canillas mal cerradas
huele en las toallas y qué decir de los zapatos
desajusta las ventanas
le impide a las puertas el silencio y la suavidad
rechaza los carteros tardíos
dobla la punta de las alfombras
y en cuanto a las tazas, ah las tazas
en la desierta soledad de la noche se desconchan
la tristeza las descascara
les pone el borde áspero
les reprime su café
y en consecuencia no hay nada que hacer
hasta es vano
ponerse a recordar
sin siquiera el recuerdo de un amor bien hecho
ni el recuerdo de una traición insondable:
el café se pone áspero y duro
a qué seriedad se puede aspirar así
sin vajilla
sin recuerdos
igual que los niños que no tienen maestra
ni tienen ama
ni amor.