Poemas de la Costa Este
(Traducción al español de Marcela González Durán)
Poemas de la Costa Este
El viento entreabre el portal
un rayo de luz atraviesa los bambús
desde la veranda el torrente levanta el vuelo
los pescadores están en el cielo.
El agua en mi piel
pega mi piel a los huesos
los techos de lámina al sol son rojos
ropa de más me agobia
El sueño del agua del cielo todo contra el fuego en lo alto
dormito bajo el techo
todas las veces que vi al sol levantarse sobre el océano
pensé en secreto en aquellos que lo esperaban en vano
El portal se ha cerrado
el viento de lo superficial lo ha golpeado
demasiadas palabras ensordecedoras
disimulan el corazón del país Paici
Lo que se agita al pie de Montaña Fría
los pensamientos sombríos a los pies de la Montaña Fría
entre árboles y rocas lejanas
un humo sutil cruza el portal
Por qué partir y dejar solo
en la casa abierta el rostro tan amado
arriba de la cumbre la casa mancha el cielo
al final del río el humo sube en línea recta
Es difícil ver la montaña
y aún más difícil sentir su presencia
entre las construcciones un único pájaro
intenta seguir el torrente invisible
(he ahí la verdadera vía que se torna imposible)
Agitación bajo el cielo de marzo
un cuadro evoca la casa perdida
qué arroyo me acogerá hoy
la vía es fundirse en la masa
El agua sin interrupción
corre de Montaña Fría
a kilómetros de todo
estoy en el corazón de las cosas nobles
Tres bambús sobre el agua
todo lo que cabe recordar
de la barca puesta allá
en la desembocadura de Ponérihouen
Bajo los árboles del río
a unos pasos de la franja de arena
se halla esta barca de metal gris
indolente como recostada bajo la sombra
siento en mi espalda un residuo de aire
que la empuja mar adentro como una ramita
que ignora las olas del agua durmiente
allá si existe otra realidad que comprender
sea lo que sea todo se disuelve
en la velocidad de esta barca
la promesa de una vida pasando por Poindimié
Son ya dos días de este sol
montañas y valles maravillosos
esta mañana un amigo sin más
me cuenta la muerte repentina de su mujer
había acaso tristeza en sus palabras
imposible decirlo cuando los dos
él con herramientas en cada mano
nos bañábamos en esta luz
la grava rechina bajo los pasos
las ramas rozan los rostros
brazos piernas y torsos se abalanzan
alegría exaltación están en el corazón
Nubes sobre la bahía los hombres son invisibles
El que es feliz el que es triste cuando se instala la noche
si el vino tomado a solas si el frío padecido en silencio
me conducen a ti este día no habrá sido en vano
Es el día es la hora
de inventar un mundo que ama
ahí bajo la mirada inocente
de los niños pobres
Cierro los ojos
el viento azota mi rostro
todas esas lagunas en el suelo
en donde se ahoga la tristeza
invaden mi memoria
quién vendrá ese día conocido
el de las alegrías de la infancia
a secar mis lágrimas por la derrota de los hombres