Nichita Stănescu

Grito de libertad

 

 

(Traducción al español de Alexandra Chereches)

 

 

 

GRITO DE LIBERTAD

 

Los dientes, pues ellos son los más próximos,

se romperán, chirriando, para hacerme sitio.

El  viento alejará de las calles empedradas

las sombras montañosas, oprimidas en la ciudad.

 

Por supuesto, las cimas de las montañas

deberán erguirse.

Y, en todas las distancias,

bajo el escalón superior, bajo las cañerías,

o bajo la vara de madera de la puerta,

se dilatará el fino hilo de las campanas.

 

Yo debo llegar antes.

Y, los labios, pues ellos son los más próximos,

se quebrarán en estrellas,

las puertas de aire de la ciudad,

solo las puertas de aire de la ciudad

repiquetearán en el viento.

 

Y las manos, tan solo las manos,

pues ellas son las más próximas,

tantearán los picaportes.

 

 

 

 

ARS POÉTICA

 

Ya muere el verbo sin fragor

El sueño lo ha abatido

Y quiere el cobro y el dolor

El puño aún erguido

 

Tanto oro en los íconos

Se ha ido desgastando

Sarasas con exvotos

Están ya descansando

 

Y gime para sí el universo

Su borrachera estéril de hachís

Me duele sordo,

Me cercena el verso

Como cuando entran ganas de hacer pis.

 

 

 

 

TRISTE CANCIÓN DE AMOR

 

Solo mi vida morirá por mí realmente,

en algún momento.

Solo la hierba conoce el sabor de la tierra.

Solo mi sangre echa de menos en verdad

a mi corazón, cuando él la abandona.

El aire es alto, tú eres alta,

mi tristeza es alta.

Llega un instante en que mueren los caballos.

Llega un instante en que envejecen los coches.

Llega un instante en que llueve fríamente

y todas las mujeres tienen tu cabeza

y tus vestidos.

Llega también un pájaro grande, blanco,

que aova en el cielo a la luna.

 

 

 

 

ARS POÉTICA

 

Enseñaba a las palabras a amar;

les mostraba el corazón

y no paraba hasta que sus sílabas

comenzaban a latir.

 

Les mostraba los árboles

y, a las que no querían sonar,

las ahorcaba, sin piedad, en los ramos.

 

Al final, las palabras

tuvieron que parecerse a mí

y al mundo.

 

Después,

me sujeté a mí mismo,

me apoyé en las dos orillas

del río,

para mostrarles un puente a las palabras;

un puente entre el toro y la hierba,

entre las negras estrellas de luz y la tierra,

entre la sien de la mujer y la sien del hombre,

dejando que las palabras circulasen encima de mí,

como coches de carreras, como trenes eléctricos,

solo para que llegasen más de prisa a su destino,

solo para enseñarles cómo se transporta el mundo:

de sí mismo

a sí mismo.

 

 

 

 

HOJARASCA

 

Se acerca el aniversario de las hojas golpeadas por la lluvia.

El recuerdo  de mis improvisos

proviene del futuro, no del pasado.

Así que digo: se precipitarán grandes sogas de lluvia

desde el aire húmedo que envolvió

nuestros atardeceres.

 

Corazón, corazón, planeta misterioso;

alma, alma, aire por el que se aproximan

tus tiernas imágenes, levemente agitadas

por mi respiración.

 

Se acerca el aniversario de las hojas golpeadas por la lluvia;

el aniversario de las piedras del adoquinado

sobre las que chocará la herradura de la luna,

cuando yo pase montado a caballo;

el aniversario de las bicicletas

apoyadas en el muro; el aniversario

de los números en la manga del alumno de secunaria;

el aniversario de todas las palabras que

aferran en los dientes de las letras

los deseos, el amor…

 

Corazón, corazón, planeta misterioso

el que habría querido vivir y morir.

 

 

 

 

A GALATEA

 

Conozco, en ti, todos los tiempos,

todos los movimientos, todos los perfumes,

también tu sombra, tus silencios, tu pecho;

conozco cuáles son sus temblores y cuál es su color;

tu andar, tu melancolía, tus pestañas;

tu camisa, tu anillo, el segundo;

y ya no tengo paciencia y doblo la rodilla

en las piedras

y te imploro;

náceme.

 

Sé lo que hay más allá de ti,

tan lejos que apenas si existe

un más-allá-del-mañana, más-allá-del-horizonte,

más-allá-del-mar…,

y todo lo que está más allá de ellos

y, tan lejos, que ni siquiera tiene nombre.

Por ello, doblo la rodilla y la pongo

en las rodillas de las piedras, que le rehúyen.

Y te imploro:

náceme.

 

Conozco todo lo que tú  nunca sabes sobre ti:

el latido del corazón que sigue al latido

que tú escuchas,

el final de la palabra cuya primera sílaba acabas de decir,

los árboles, sombras de madera de tus venas,

los ríos, sombras oscilantes de tu sangre;

y, las piedras, sombras de piedra

de mi rodilla,

la que doblo delante de ti y te imploro;

náceme.  Náceme.

 

 

 

 

CANCIÓN DEL VINO NO BEBIDO

 

Esas criaturas nacían dentro de las uvas,

las habitaban en su interior;

su gobernante tenía  un trono

de pipas

y lo abanicaban con una hoja.

Esas criaturas tenían en la mano un solo dedo

increíblemente largo,

suave, fino;

y me señalaban, me señalaban con él

y yo me casaba con ellas una por una.

La letra O era la sortija

que yo les regalaba

y, después,

agradecido,

tendía mi sien sobre el chillido de un pájaro

y ya no me quería marchar

a ningún sitio

hasta que no creciera en las plantas de mis pies

un sendero musical.

 

 

 

 

CONTEMPLANDO

 

Arranca de una piedra la huella de una vértebra,

arranca después otra huella más,

para enseñarle verbos a tu imaginación,

es decir,

infeliz animal volador,

es decir,

por qué tan poco para tanto,

es decir,

qué tenía que haber hecho y no hice,

es decir,

por qué no me dejas morir habiéndome nacido,

¿por qué, por qué, por qué?

 

 

Nichita Stănescu

Fue un buen alumno y asistió al liceo 'I. L. Caragiale' (hoy: 'Sf. Apostoli Petru şi Pavel') de Ploieşti. Entre 1952 y 1957 ... LEER MÁS DEL AUTOR