Discurso fúnebre
LA DONCELLA Y LA MUERTE
Una doncella rubia se enamora
De un caballero que parece la muerte.
La doncella lo llama por teléfono
Pero él no se da por aludido.
Andan por unos cerros
Llenos de lagartijas de colores.
La doncella sonríe
Pero la calavera no ve nada.
Llegan a una cabaña de madera,
La doncella se tiende en un sofá
La calavera mira de reojo.
La doncella le ofrece una manzana
Pero la calavera la rechaza,
Hace como que lee una revista.
La doncella rolliza
Toma una flor que hay en un florero
Y se la arroja a boca de jarro.
Todavía la muerte no responde.
Viendo que nada le da resultado
La doncella terrible
Quema todas sus naves de una vez:
Se desnuda delante del espejo,
Pero la muerte sigue imperturbable.
Ella sigue moviendo las caderas
Hasta que el caballero la posee.
LO QUE EL DIFUNTO DIJO DE SÍ MISMO
Aprovecho con gran satisfacción
Esta oportunidad maravillosa
Que me brinda la ciencia de la muerte
Para decir algunas claridades
Sobre mis aventuras en la tierra,
Más adelante, cuando tenga tiempo,
Hablaré de la vida de ultratumba.
Quiero reírme un poco
Como lo hice cuando estaba vivo
El saber y la risa se confunden.
Cuando nací mi madre preguntó
Qué voy a hacer con este renacuajo
Me dediqué a llenar sacos de harina
Me dediqué a romper unos cristales
Me escondía detrás de los rosales.
Comencé como suche de oficina
Pero los documentos comerciales
Me ponían la carne de gallina.
Mi peor enemigo fue el teléfono.
Tuve dos o tres hijos naturales.
Un tinterillo de los mil demonios
Se enfureció conmigo por el “crimen
De abandonar a la primera esposa”.
Me preguntó “por qué la abandonaste”
Respondí con un golpe en el pupitre
“Esa mujer se abandonó a sí misma”.
Estuve a punto de volverme loco.
¿Mis relaciones con la religión?
Atravesé la cordillera a pie
Disfrazado de fraile capuchino
Transformando ratones en palomas.
Ya no recuerdo cómo ni por qué
“Abracé la carrera de las letras”.
Intenté deslumbrar a mis lectores
A través del sentido del humor
Pero causé una pésima impresión.
Se me tildó de enfermo de los nervios.
Claro, me condenaron a galeras
Por meter la nariz en el abismo.
¡Me defendí como gato de espaldas!
Escribí en araucano y en latín
Los demás escribían en francés
Versos que hacían dar diente con diente.
En esos versos extraordinarios
Me burlaba del sol y de la luna
Me burlaba del mar y de las rocas
Pero lo más estúpido de todo
Era que me burlaba de la muerte
¡Puerilidad tal vez! —¡Falta de tacto
Pero yo me burlaba de la muerte!
Mi inclinación por las ciencias ocultas
Hízome acreedor al sambenito
De charlatán del siglo dieciocho,
Pero yo estoy seguro
Que se puede leer el porvenir
En el humo, las nubes o las flores
Además profanaba los altares.
Hasta que me pillaron infraganti
Moraleja, cuidado con el clero.
Me desplacé por parques y jardines
Como una especie de nuevo Quijote
Pero no me batí con los molinos
¡Nunca me disgusté con las ovejas!
¿Se entenderá lo que quiero decir?
Fui conocido en toda la comarca
Por mis extravagancias infantiles.
Yo que era un anciano respetable.
Me detenía a hablar con los mendigos
Pero no por motivos religiosos
¡Sólo por abusar de la paciencia!
Para no molestarme con el público
Simulaba tener ideas claras
Me expresaba con gran autoridad
Pero la situación era difícil
Confundía a Platón con Aristóteles.
Desesperado loco de remate
Ideé la mujer artificial.
Pero no fui payaso de verdad
Porque de pronto me ponía serio
¡Me sumergía en un abismo oscuro!
Encendía la luz a media noche
Presa de los más negros pensamientos
Que parecían órbitas sin ojos.
No me atrevía ni a mover un dedo
Por temor a irritar a los espíritus
Me quedaba mirando la ampolleta.
Se podría filmar una película
Sobre mis aventuras en la tierra
Pero yo no me quiero confesar
Sólo quiero decir estas palabras.
Situaciones eróticas absurdas.
Repetidos intentos de suicidio
Pero morí de muerte natural.
Los funerales fueron muy bonitos
El ataúd me pareció perfecto
Aunque no soy caballo de carreras
Gracias por las coronas tan bonitas.
¡No se rían delante de mi tumba
Porque puedo romper el ataúd
Y salir disparado por el cielo!
DISCURSO FÚNEBRE
Es un error creer que las estrellas
Puedan servir para curar el cáncer
El astrólogo dice la verdad
Pero en este respecto se equivoca.
Médico, el ataúd lo cura todo.
Un caballero acaba de morir
Y le ha pedido a su mejor amigo
Que pronuncie las frases de rigor,
Pero yo no quisiera blasfemar,
Sólo quisiera hacer unas preguntas.
La primera pregunta de la noche
Se refiere a la vida de ultratumba:
Quiero saber si hay vida de ultratumba
Nada más que si hay vida de ultratumba.
No me quiero perder en este bosque.
Voy a sentarme en esta silla negra
Cerca del catafalco de mi padre
Hasta que me resuelvan mi problema.
¡Alguien tiene que estar en el secreto!
Cómo no va a saber el marmolista
O el que le cambia la camisa al muerto.
¿El que construye el nicho sabe más?
Que cada cual me diga lo que sabe,
Todos estos trabajan con la muerte
¡Estos deben sacarme de la duda!
Sepulturero, dime la verdad,
Cómo no va a existir un tribunal,
¡O los propios gusanos son los jueces!
Tumbas que parecéis fuentes de soda
Contestad o me arranco los cabellos
Porque ya no respondo de mis actos,
Sólo quiero reír y sollozar.
Nuestros antepasados fueron duchos
En la cocinería de la muerte:
Disfrazaban al muerto de fantasma,
Como para alejarlo más aún,
Como si la distancia de la muerte
No fuera de por sí inconmensurable.
Hay una gran comedia funeraria.
Dícese que el cadáver es sagrado,
Pero todos se burlan de los muertos.
¡Con qué objeto los ponen en hileras
Como si fueran latas de sardinas!
Dícese que el cadáver ha dejado
Un vacío difícil de llenar
Y se componen versos en su honor.
¡Falso, porque la viuda no respeta
Ni el ataúd ni el lecho del difunto!
Un profesor acaba de morir.
¿Para qué lo despiden los amigos?
¿Para que resucite por acaso?
¡Para lucir sus dotes oratorias!
¿Y para qué se mesan los cabellos?
¡Para estirar los dedos de la mano!
En resumen, señoras y señores,
Sólo yo me conduelo de los muertos.
Yo me olvido del arte y de la ciencia
Por visitar sus chozas miserables.
Sólo yo, con la punta de mi lápiz,
Hago sonar el mármol de las tumbas.
Pongo las calaveras en su sitio.
Los pequeños ratones me sonríen
Porque soy el amigo de los muertos.
Estoy viejo, no sé lo que me pasa.
¿Por qué sueño clavado en una cruz?
Han caído los últimos telones.
Yo me paso la mano por la nuca
Y me voy a charlar con los espíritus.