País nocturno
PAISAJE CON UN TRONCO PODRIDO
Flojo el mar, con pereza
zarandea constante al viejo tronco.
cada vez que respira
el mar, lo mueve un poco,
lo tira más allá, luego lo atrae,
y lleva horas en esto.
En esta pobre costa
con bloques de cemento carcomido
y carnaval de letras y papeles
el mar sigue jugando
sin ganas con el tronco.
Ni el mar se anima un poco,
y el tronco es un pelele
resignado a su suerte
y yo sé que los tres estamos aburridos.
CIUDAD NATIVA
Y me dijo mi madre:
“Fue una mañana invernal
cuando a mis brazos llegaste.
Yo te besé muchas veces
y lloré no sé por qué”
Esa mañana de diciembre se hizo camino
y lo mismo las lágrimas.
Hoy regreso
de un país donde el paisaje
es solo aire y horizonte.
Regreso a tus montañas
a tu intacta verdura,
a tus tejados calientes.
Y me siento en los parques
donde la sombra es móvil,
y voy hasta la playa
donde
la luz, de blanca, tiene
fogonazos azules.
Arena traída y llevada,
¿serás la misma?
En otro tiempo fui, joven grumete,
por los barrios portuarios
viendo
hombres de óptica confusa salir de las cantinas
y la constancia de las vigas
y demás de las escarolas del humo
descifré la ortografía de los navíos,
y vi la arquitectura del polvo
subir a las ventanas.
(¡Allí están, no lo sigas,
no cruces corredores
de tinteros antiguos!)
Mi soledad anduvo de rodillas
por el sol y tus barrios,
y una piedra insultada
me crecía por dentro.
Recuerdo para siempre
cuando quise ser duro
y resueltamente
maté mi primer pájaro.
Y el ruido me llevó
por valles y volcanes,
penínsulas de cuarzo y playas álgidas.
Y anduve insomne, errante,
conociendo y viviendo,
y en las manos abiertas y desnudas
un ronroneo negro de preguntas.
Hoy regreso a tus casas
afanadas y buenas,
toco cercas con polvo
y recorro tus calles
con confeti de baches.
Camino hasta el crepúsculo
de la quieta bahía,
y el zumbar de preguntas
en el aire simétrico
no sé qué color tiene.
CARPE DIEM
Hay días
como una calle entre solares baldíos,
pavimentada y sólo
basuras y maleza a los lados.
Días en que el café y el pan
saben a yeso, a furia seca, a estafa,
ya dispuestos y lanzados desde el periódico
con su político yankee
deteniendo el cortejo
para besar a una niña birmana
o maternalmente calculando votos
mientras acaricia a un negrito en Harlem.
El jugo de naranja como purga
mientras sonríe con sus quince abriles
una gentil culta filósofa etcétera
damita qué asco
y más allá está el Papa declarando
con una perspicacia aturullante
que la situación del mundo es grave.
Atravesar la calle con cuidado
por moderno atavismo,
el mismo gordo vendedor de frutas
con su falsete por lo visto patentado
el vendedor de lotería como una mariposa plañidera
ejercitando su ingenua demagogia
y en la esquina, ya con ojos de camello,
ver otra vez que el Papa
ha prometido orar por las víctimas
del terremoto de Turquía,
y las ganas terribles de gritar ¡mierda todo!
hasta que se nos sosieguen las glándulas y los dientes.
Días como una carretera
bajo el sol, recta, vacía, interminable.
MUNDO DE CUBOS
La noche se escurrió entre los cañones
y subió como una marea.
Del lado de Times Square
el cielo tiene un resplandor de cataclismo
rojizo, apocalíptico.
Ondulantes multitudes pasea
bajo las brillantes marquesinas
muchachas con calcetines poetas barbudos
judíos con fríos espejuelos
hombres de negocio, turistas, marineros.
Muros y cubos, sólidas moles
concreto y ventanas.
Pequeños cubos dentro de los cubos
de un color de ratón corriendo
con su florero y su lámpara de cama.
Un hombre en camiseta fuma
y el humo va a dar a un nervioso
anuncio de neón que no conoce la paz.
Arriba de él se encienden varios cubículos
no lo nota, sigue fumando.
Una mujer se desnuda y desaparece
pero antes ha colgado su ropa en el armario.
Un hombre se asoma a ver
los coches estacionados diez pisos abajo
su amante se le acerca y lo besa en la boca.
Más arriba sólo se ven las lámparas del techo
y la noche de matices expresionistas.
Cubos alargados negros hacia el cielo
interrumpiendo las líneas brillantes de la Osa.
Abajo, en el río de luz de automóviles
están de pie los restaurantes
los bares engullen clientes
los mozos circulan recogiendo ante todo las propinas
la música se abre paso
entre las conversaciones y el humo de cigarrillos
el solitario turista
es abordado por un desconocido que le ofrece
una rubia joven a precios razonables.
En la esquina el joven homosexual
dirige miradas largas y viscosas a los mozalbetes
mientras los anuncios para broncearse la piel
pestañean nerviosamente.
Calle del delirio, de los ojos maquillados, del ruido,
conozco tus puertas tus anuncios tus semáforos
tus cubos de luz tus steaks tus chow mein
tus ladrillos que suben a un cielo Macke.
Cubos entre la red de constelaciones,
qué hace la luna en el borde de aquella azotea.
Las luces de los aviones parpadean
bajo la telaraña de las constelaciones.
ODA COMO TESTAMENTO
Semilla frágil, canastillo alado
dormido a la intemperie
mi amor te levanto, y hoy eres
alto mástil de flores.
Beso en los ojos, dulce
catapulta florida.
Maquilishuat amado, testamento
de mi pecho destruido,
que atesoró la fúlgida caricia
de la belleza.
Libro mío de sombra.
Piedra de llanto. Torre de agonía.
Reloj maldito y maldiciente, eriza
tus pestañas de escarnio,
recuerda lo que vives:
un viento oscuro y una luz horrible,
un brazo centimano florecido
con valijas de tedio,
ojos de horror y párpados de insania,
El silencio
abre bóvedas altas e infinitas.
Hay que llenar los huecos con el odio,
erigir obeliscos de blasfemia
y aborrecer el aire.
Libro, mi único hijo.
Todo otro fue negado,
anulado, proscrito.
Yo no traeré hijos
a las puertas violentas.
No quiero ver sus ojos derrotados
en el silencio solapado.
No formaré esas células de angustia
para fruición de Dios.
Esta agonía ardida
será privada. Sola
bajará en el mutismo de mis huesos
al confuso inventario
solo quiero dejar unas palabras
unos débiles símbolos
de un infinito de odio,
su rígida pureza
insomne bajo el cielo.
HABLA EL TRANSEÚNTE
Dolor, ¿Cómo estás cansado?
Todos te vieron siempre
corriendo como un poseso
derribando peatones
tanteando y empujando puertas.
Pero a veces te sientas en los callejones sin salida
y al que llega le das cualquier dirección descabellada
o sacas un mendrugo asqueroso de tu alforja
y lo obligas a aceptarlo: “¿Ve con Dios, hijo mío…?”
En las clínicas pirámides y en las casas,
en las gargantas derrumbadas
hay órdenes de no dejarte entrar
y ciertos sobrevivientes quisieran
llevar la advertencia en la solapa.
Nadie quiere tus insolentes subsidios.
Dolor, tómate unas vacaciones,
vete a venerar por ochocientos siglos
a una isla habitada sólo por cucarachas,
y si te aburres
enséñales a exterminarse con sus brillantes élitros
color de avellana.
Puede ser que también encuentras allí
cavernas con extrañas estalactitas
y polvosos huecos de hombre que una vez conociste.
PAÍS NOCTURNO
La noche encerró las casas en una gaveta
pero todavía hay lugar para moverse,
salir sin cuidarse mucho de la ropa
y llegar a los acantilados al final de las calles.
Ahí el silencio es como una respiración polvorienta
bajo el aire que tira golpes de sombra.
Todos se quedan en sus casas
y para alumbrarse usan un huevo frito
que a veces los ayuda a llegar hasta la puerta.
Yo salgo a la calle entre esas ventanas mortecinas
y huelo las flores que solo se abren de noche,
blancas y terribles con pétalos como gritos
y ojos celosos que me azotan las manos y la cara.
Puertas adentro, todos hacen gárgaras de harina
pues creen que eso tonifica
y una porción divina que requiere cuidados
y que tiene un sublime contorno de artefacto volante.
Nadie quiere ver los majestuosos acantilados
a los extremos de las calles.
Me dejan la noche para mí solo
¡y esas flores que esperan extrañamente
extendiendo sus flagelos!
ESPERANDO
El círculo, o lo informe, o
lo que no tiene volumen, pero
que me ofrezca quietud.
Lo imponderable, lo que no tiene dimensiones
pero
que no deje de filtrar ningún recuerdo.
Lo luminoso, plúmbeo, sin que pueda saberlo,
pero que adormezca para siempre
cualquier ansia.
Allí disolveré mi título de hombre,
que me hizo candidato para todos los infortunios.
Allí no me agitare con fútiles alegrías
ni con sinceros dolores.
Allí no me olvidare de amar conceptos
y de ser engañado.
Allí mis pasiones se habrán esfumado
y dejaran de zarandearme.
Allí olvidare que el hombre es admirable y perverso
y olvidare mi latitud y el Tiempo.
BIOGRAFÍAS
No logramos nada de conversar con los pescadores
que pasan largas horas atentos,
ni de admirar el estoicismo quieto
de los carteros diligentes.
No logramos nada de beber los filtros deletéreos
de la filosofía.
Ay de los que dieron paz
a cambio de un plato amargo de verdad.
Bienaventurados los que aman la verdad
porque de ellos será un reino estepario.
No logramos nada con entender de causas
y el panteísmo tampoco es una panacea.
Bienaventurados los que saben que lo ignoran todo
porque de ellos será un reino estepario.
No ganamos nada con saber de transcendencia
pues el sufrimiento es algo real.
Felices los que saben que están solos
porque de ellos será una alegría sin llama.
PASANDO
Bajos altos edificios
en las aceras
en la algarabía de tomates y repollos
de los mercados
en los elevadores y traNvías
cruzando puentes
contestando a gritos
discutiendo a gritos
llorando a gritos
sintiendo en la garganta y en los sesos
el aguardiente de una cólera terrible,
leyendo diarios y revistas
en consultorios pintados de blanco,
por todos lados, a donde vaya
aquí, allá, siempre he tenido,
tengo en los ojos ante mí
ese color de cuernos negros,
tengo en la boca, siempre,
ese color a exilio.
EQUINOCCIO
La noche avanza desde la bahía
desvaneciendo plumas y bronces
la noche viene como un animal marino
y se hunde bajo la quilla de las goletas
veloz con altos muros de calma
la noche que tiene ajedreces azules.
El agua viaja hasta las rocas acorazadas
el cielo no va a ningún lado.
Pienso siempre estoy aquí
formando arriba polígonos a mí enojo
pues no he venido a teñir campañas
ni a apagar la lámpara en la mesa del miedo.
Amé sí a veces la fuerza el misterio
de un rostro barbudo
un perfil de muchacha
todo eso es una pequeña moneda.
Seguiré en esta noche de cáscaras doradas
hasta el último signo
hasta las llaves calientes.
Así también la vieron los grandes espinazos.
Tiempo, atroz piedra fija sin memoria de tiempo
y el agua negra quieta ignorada lo inmenso.
Solo una arista de ruido queda sobre las aguas.
CONVERSACIÓN
Estás mejor así, créeme, muchacha.
Tal como otras, supones
que mí afectada indiferencia solo
es un reto a tus prominentes encantos, pero
que estos, al fin, triunfaran.
Pero otra vez te ruego, escúchame:
abandona la caza. Solo conseguirías
un incómodo tirano que le grita a los niños,
que odia la hipocresía y aun la idea
de traer hijos al mundo.
Además, por supuesto, has de creer en Dios,
que recompensa y es muy amoroso
y lleva la contabilidad de los pecados
de todos las colegialas y las secretarias
aunque unas vivan en Brasil
y otras en Australia y otras cosas así.
Está mejor así, dulce muchacha.
Deja que otro galán te engañe con palabras
más viejas que la arena.
Yo no miento, lo he dicho
siempre: yo soy un lobo
estepario, un lobo solitario
perdido entre las gentes.