Naín Nómez

Después de un largo viaje

 

 

 

DESPUÉS DE UN LARGO VIAJE

No es que en este país el orden sentimental haya perdido su fiereza
ni que las nieves hayan disuelto estas minúsculas historias agrupadas a golpes de memoria
no es que los castillos medievales hacia el sur hayan quedado desiertos
ni que los caballeros feudales insulten a las doncellas al margen de su propio sueño
no es en fin que nosotros ciudadanos del mundo y dueños de un país inexistente
no respetemos la magia tímida de estos gigantes rubios
su manera de pedir las cosas que es casi un castigo
esos perros que revolotean como palomas por las casas alfombradas
esa discusión que casi nunca comienza
ese olvido de las siluetas del viento

De todo este tiempo
es decir de todo este aire que ha circulado libremente
de un lado a otro de mi cuerpo en estos años
o te engañas y en realidad
hemos sido palabras raíces sentimientos que se enredaron al azar en los espejos
lo que haya sido –por último paisaje de tarjeta postal charco moneda-
lo que haya sido digo
esta alacena líquida que se pierde como un salto monstruoso en nuestras noches
nos ha traído a esta ocupación de caminantes acosados
a este miedo de estar consumiendo luna aluna sus tesoros

¿O no tuvimos nada?
¿O todos esos vértigos no fueron sino fósiles y engaños?
En esta tierra la gente descansa en los veranos y se encierra en invierno
los niños nacen para ser felices
las grietas se cierran con grandes bloques de cemento
y uno se hunde en un idioma donde lo bello es algo exótico

No es eso

De todo este tiempo
que he tratado de conserva bajo llave en los papeles
-tú dirás que no es cierto la mano el tacto el labio-
aunque sabemos los minutos se rompen y no hay pasta que los pegue
y todavía de esa arena cayéndose de esa hoguera incendiándose
me pregunto de esa vida aguándose y blanqueándose
si lo que queda servirá para ir agrandando esta cita
para ir ajustando estas piedras estas transparencias enterradas
si lo que queda de nosotros bastará
para cargar en las espaldas esta cifra enorme de porvenir que nos espera
como después de un largo viaje.

 

 

CITY UNDER FIRE

De todas las historias, la de Rodney King,
porque puso a los ángeles en llamas, imagínense,
el corazón del imperio, una granada retorcida
y humeante, un espectáculo de robo y crimen fabuloso
por las pantallas de televisión, brotando monstruoso
de la realidad, imagínate al pobre negro encharcado
en su propia sangre, ensartado en el asta de una bandera (su
bandera), pisoteado por los policías y luego el fuego, dos mil
tres mil incendios, el fuego purificando puritanos por la ciudad,
corriendo por el mar hasta san diego, llegando hasta chicago
por los cielos rojizos de la gran nación

No resultaron las buenas maneras ni la puntualidad, no
resultaron los llamados al orden, las amenazas. No se sabe como
la calle se llenó de sombras con teas rojas, los barrios blancos
se vaciaron, las calles se desnudaron de inquilinos,
las explosiones apagaron las estrellas y el terror creció
mientras el King donde está el King preguntaban voces airadas,
de nuevo la historia se repite el otro King where is he,
white fuc­kers, bloody killers? they said, iluminados por las luces,
las constelacio­nes diminutas de los retrovisores rotos,
I have a dream a mirage a dream in a mirror, agazapados
tras los automóviles volcados y murmurando extraños lenguajes hirvientes

Nosotros desde la otra orilla, qué era esto,
decíamos, el infierno prometido, la guerra o el largo brazo
de una memoria repetida. Todo comenzó en una estación
de gasolina en un estadio en una calle vacía, ya no recuerdo,
da lo mismo la memoria es convexa como los negros en la historia,
llueve sobre annaheim ¿san bernardino? ¿el bronx?
y en manhattan la estatua se derretía en medio de las llamas,
la tristeza de Beverly y los blancos agarrados
a sus rejas, esperando en el pozo de la noche,
y todo porque al borracho de Rodney se le ocurrió manejar
entre calles asépticas con el alcohol clavándole
las tripas, en medio de la puerca ciudad pura y tranquila,
se salió de la historieta y entró asustando a las ancianas,
se acabó la fiesta, hermanitos, se acabó
y los policías dale que dale, como choque de planetas
en el asfalto, una bolsa de huesos el maldito
que golpeaba con sus puños remotos haciendo unos silbidos
que se iban como una hamaca de hielo de la boca

Así fue como vimos otra vez al reino en jaque, nadie
esperando el estallido, la calma enferma de la ciudad
rota por el incienso entre las ruinas, clamores, ruegos,
la bestia caliente que ruge y acecha, el fuego inflamando
la noche, los bomberos negros avivando las llamas,
la gozosa extinción de las luces en el amanecer oscuro y desierto
la basura las cucarachas el hedor de la muerte sepultándolo todo

De todas las historias, la de este rey devastado
que coloreó gratis el reino de la universal y de la metro
con miles de extras embravecidos o temerosos,
con una cinta sonora envidiable
y la magia indudable de los efectos especiales
visualizados perfectamente desde cualquier
promontorio de cemento, atalaya, edificio de departamentos
y televisor de pantalla gigante estéreo a todo color.

King of King; de todas las historias tu historia
porque el reino de los cielos es tuyo,

abajo el orden, la guardia pretoriana
que nos vigila y nos acecha,
(porque el reino del exilio es tuyo)

desprendamos
el ojo desgarrado
que mira una y otra vez la escena de tu agonía
en las pantallas de televisión.

 

 

CUANDO UN HOMBRE Y UNA MUJER SE SEPARAN

En homenaje a Enrique Molina
con paráfrasis

Cuando un hombre y una mujer se separan,
los acantilados de la evocación se hacen más profundos
y una grieta crece inexorablemente en los amaneceres

hay ruidos de maletas cerrándose, de llaves
enmohecidas en los armarios
y un silencio de espesas claves
se atrofia en las comidas
con los gestos habituales de los comensales
transformados en mera leyenda,
incluyendo maquinaciones perversas,
gritos de espanto detrás de las puertas
o cacerías a medianoche
con la injuria a punto de estallar

Cuando un hombre y una mujer se separan,
hay tanto sitio ilusorio al que no se llegó nunca
y gente circulando de un espejo a otro,
saliendo y bajando retinas:
la pieza de un hotel, el tren fantasma, cementerios
de voces que quisieron ser diálogo
y un desastre impreciso que se va calculando
por semanas y días, en que todo termina
ya sin puerto ni viaje ni ensenada, un puro piélago
de sombras donde antes fue el furor

Cuando un hombre y una mujer se separan,
quedan los libros sueltos vagando
por el éter, las ropas desgajadas
de los huesos, las cicatrices abiertas
y todos los gestos mordiéndose en el aire
como vagas promesas incumplidas; queda una angustia
que retorna siempre en el mismo barco,
los sonidos lejanos de la fiesta,
una lenta pudrición de sentimientos

El paraíso, el relámpago humano, el aliento
tremolante de la furia,
se nos escapa,
cuando un hombre y una mujer
que se han amado llenos de asombro,
iluminados con sus agravios y sus cóleras,
desgarrados por la vehemencia del verano,
se abren en todas direcciones
y desplegando sus alas
matan el recuerdo

y se separan

 

 

¿Y PABLO DE ROKHA?

“Vino a su propia casa
y los suyos no lo recibieron”
Gonzalo Rojas

¿Y qué nos dicen del Macho Anciano?
¿Quién se acordó del que prefirió suicidarse
hace ya 30 años, a ver el holocausto?
Desmesura del salto bajo el soplido acuoso de septiembre,
vagido germinante hacia la génesis: “el umbral invisible
e inminente, en donde nos partieron la cabeza,
el abismo, el abismo, el abismo”,
dicho con el tan suyo lenguaje el 26.

Es verdad que no hay fotos de su mito. Llegó tarde al banquete
y los roles estaban repartidos, es verdad
que Neruda y Huidobro se lo merecen todo,
pero nadie recordó el nacimiento milenario de los océanos,
la arteria de fuego de los volcanes, los perros mojados
del invierno aullando sigilosos, ascuas
de la utopía en la memoria.

Ahora 40, 50 años después, el oropel sin brillo de septiembre,
los homenajes, la rabia contenida, el recuerdo
y el olvido irreparables, ardiendo ferozmente (“echando llamas”),
la escritura sangrante en la sien,
abriendo el instante sagrado, haciendo círculos
como la yema del dedo en la fuente.

Naín Nómez Profesor de Filosofía de la Universidad de Chile, Master of Arts de Carleton University y Ph. D. en la Universidad de Toronto, Canadá. Ha ... LEER MÁS DEL AUTOR