Tálamo
No conozco el amor
pero me has raptado
y en la memoria de
tenerte
penetro este resquicio
*
Dentro rompe la creciente
y salgo de las sombras
que se alojaron en mí
Mi animal huye por la montaña
Hacia allá salgo todos los días
empapada de oscuridad
y de regreso
ya que la luz declina
la nube divide y parte en dos al sol
Dos soles bañan lo perdido
Allá quedaron mis pies buscándolo
mis ojos
mi perdido animal
Pero nada serás
sin estos versos
convertidos en pájaros
en círculos
en pasos
que mis años alargan
*
La piedra cruzo todos los días
la piedra laja la piedra bola la piedra pinta
la caliza piedra blanda de tus labios
la tigre que con tus ojos me liga
como el cazador a su presa
y hace que caiga en la piedra
que repentinamente
se puso de pie
y me llamó desde un tiempo de silencio
me llamó
para que me aquietara
*
En esta piedra yo te espero
en el estómago en el regazo de esta piedra
junto al río cuyas aguas dejaron cicatriz
Como jauría con hambre
como perro
te espero
sobre la piedra que contempla
las grandes aguas que no volvieron más
la vista fija de las vacas que la tarde apacienta
estrellas caídas las botellas que alguna vez
guardaron la pureza
Excepto tú todo pasa
y todos pasan por aquí
Excepto tú
por esta piedra
pasan
y en mi mente
quedan
como regalos
de tu ausencia
*
Atravesé los campos
la noche que avanza
entre lobos y viento
Avanza con miedo
No se trata de un sueño
la sangre que avanza
al despertar
*
Los cuervos me dieron de comer
cuervos junto al arroyo
donde llamó
mientras las humaredas
remontaron
La tempestad
agitaba la tierra
y la lluvia era el mar
y su hato implacable
el cielo atravesaba
y desde allí
embestía
Dios vino a tocarme
vino del precipicio
y no es cuestión de aceptarlo
Hay que guarecerse de sí
*
¿De qué se trata?
¿De aceptar un camino?
¿El silencio?
Cabalgaron y el viento alzó aguas de fuentes muy recónditas
Oscuras fuentes en el cielo guiaban una constelación
de torres empinados castillos niños adormilados
huellas de alces ciervos e hipocampos
luego rodando por mis mejillas
Una grieta escindía el paisaje
Bajaron hasta los montes
Golpes del cierzo
no quiero oírlos más cabalgar
Entiendo que no quisiste hacerme daño
No lo quisiste
Pero me abandonaste
y sólo escuchaba el ruido de un tren
divisaba un incendio
el humo se expandía
hasta perderse en lo alto
Tú sin oírme
El silencio crecía y encrespaba las olas
era una tumba una barda una montaña
y mi cuerpo a lo largo del túnel despertaba
Una camilla en el último cuarto
Ponte encima de mí
Estoy
viendo tras el cristal
cómo el miedo nos traga
-El libro Tálamo resultó ganador del Premio de Poesía del Certamen Internacional de Literatura
Letras del Bicentenario Sor Juana Inés de la Cruz 2010.