Miguel Hernández

No estés triste niebla

 

 

 

 

no estés triste niebla

 

En la primavera todo es muy galante

y se insinúa.

El rey astro se inclina y

todo abre su capullo dormido,

el césped saca su arma amarilla,

los mosquitos afinan sus violines,

la muerte disimula la curva,

los zorrillos compran sus perfumes

y mi bemba de negra brilla.

 

Todo suena desgarradamente lindo,

a vasos con hielo y arcoíris,

al “pi-qui-ti-pín” de la gotera amamantando la lata

“chii-chii” en la mecedora,

al “ta-ta” tomando atajo entre el mate.

Las miradas empiezan a tener sabores

y así no se amainan los carozos de níspero

bajo ese ritmo

Las lunas llenas pellizcan la noche.

 

Pero todo eso que parece hermoso en primavera

te apunta sin remordimiento

y con toda cruel ternura

dispara su pólvora hippie

florecida

hiriendo de brote

tu yerto movimiento.

 

 

 

 

Tíquet 62

 

Hola. ¿Todo bien?

 

Tan protocolar

tan guiones de loro

tan dizque de turno

tan egos moderados al cumplimiento del miedo

tan automatizados sentimientos

tan fotocopias de guiños

No es necesario preguntar

a la gente

la gente cierra a la misma hora de siempre

Y yo no veo el día que me halle

sin sacar número

ni hacer colas

para un poquito de asombro.

 

Hola, tengo la radiografía de tu nostalgia.

 

 

 

 

Mirilla

 

En el cruce exacto

si dos miradas se detienen

cómplices

milimétricas

y alineadas

los márgenes se arquean

para dar una segunda infancia

en donde columpiarse.

 

 

 

 

Persiana

 

Las especiosas glándulas tatuaban sus senos de grandes morochos soles.

Su escoliosis parecía aquella carretera que continuaba con mi espalda.

Sus ojeras habían encontrado la quebrada profundidad de las mías.

Su altura de delicada silueta se clavaba al resuello de los muebles,

al pronunciar gozo, parecía que un país entero hoy le cogía.

 

 

 

 

-Venezuela, no me quiero ir de aquí.

 

Te quedarás, consolé.

Entregué mi trópico,

mi arribo,

desnudando la piel que recubre la voz,

claustrofóbica en esencia,

desesperada por salir,

dictó al pecho un tropel de burbujas,

tronaron las muecas,

la umbría desparramada lamía todos sus cerrojos,

y la luz se movía como pequeña sabandija pintándonos de cebra.

Y del reposo

la trinitaria y cuerpo deliberaban alear su sudor

que hacía eterna la vida en la edad corta de la noche.

 

 

 

 

Poetariado

 

Somos el poetariado quienes inventamos el amor

y nos echan baldes llenos de marginalidad,

le hemos sacado cría a la poesía y el volcán.

Somos lo que no han prostituido las universidades,

vamos doctos de la calle,

hemos quemado la arquidiócesis.

Somos demonios reciclados, todo menos burgueses,

nada vela la miseria que nos clama,

narramos el decrépito ritmo social como si fuera un alelí.

Somos el descarte del arte en honorarios,

pero de nuestras palabras alguna vez se colgaron.

Somos demandantes, contestatarios, sindicalistas de la primavera.

Somos dientes apretados, pueblo sediento de justicia,

le ponemos nerviosos a los muros.

Somos trans,negros,pobres,locos, suburbio, y sobre todo putas

gente latente con

la prosa peligrosa:

En el aquí de las páginas que gritan:

si quieres ser poeta debes ir hacia las balas.

Éste partido lo jugamos fuera de las canchas

en donde nos metieron

aquí en la barriada.

Es la hora del combate, es la hora de reformar poderes,

es hora de escribir y escribir, y hacer algo más que resistir.

Somos cultores populares, el parnaso nos pertenece,

vivir dignos y tener tiempo para contagiar la contracultura

son nuestras demandas.

 

Si no se nos escucha a la brevedad:

mañana estaremos en huelga

dejaremos de decir palabritas cursis de esas que quieren

oír en San Valentín.

Y tendrán que sacarnos de todos los bares a

patadas

porque nunca volveremos a pagar nada.

 

Miguel Hernández Es un estudiante perenne, militante del parnaso y antropólogo de las cotidianidades. El otro Miguel Hernández, como se nombra a sí mismo, ... LEER MÁS DEL AUTOR