Miguel Barnet

He vuelto los ojos a la piedra antigua

 

 

 

 

 

El oficio

Quédate con tu misterio,
describe la mesa, el animal doméstico,
el delantal floreado de la madre,
el presuroso amor si lo deseas,
pero no lo digas todo en el poema,
que permanezca siempre una puerta abierta y golpeando,
un campo no surcado a la intemperie,
deja para el otro que vendrá, amigo o enemigo,
esa leve ambigüedad, ese otro poema.

 

 

 

Salimos a la calle

Salimos a la calle, caminamos bajo la llovizna,
entramos en un bar, bebemos, compramos una pizza,
la envolvemos, se enfría, la tiramos,
seguimos malecón abajo, las olas blancas
levantan sobre nuestras cabezas,
la noche es lenta, acuosa, no sé si triste,
tomamos café, tú casi no me ves, no me oyes
Te acompaño al ómnibus
No puedo articular palabra
Te vas en silencio
Yo tomo el ómnibus siguiente,
nada me molesta, ni el tumulto ni el vocerío,
me quedo en el puente,
las parejas jugueteando en la yerba,
demasiado lejos mi casa
Entro, subo las escaleras
Repaso mi vida, y en cada imagen estás,
en cada imagen perteneces,
abro la puerta, el apagón, qué maravilla,
me tiro en la cama, oscuro, silencioso,
Alguien llama al teléfono. No respondo.
Afuera es posible que siga cayendo la llovizna.

 

 

 

He vuelto los ojos a la piedra antigua

He vuelto los ojos a la piedra antigua
y sobre ella he grabado
mi discurso onomatopéyico
He andado y desandado
He creído y descreído
hasta encontrar el rastro
de mis huellas perdidas
Me he vuelto a colocar el antifaz de Jano
bajo un cielo de estrellas esquivas
Me he vestido de acróbata, de mendigo
He tratado de ocultar mi verdadera faz
Pero la suma de mi propio linaje
me desnuda
Ahora sólo aspiro a repartirme
en el tiempo que heredé de mis antepasados

 

 

 

Cuando mi imagen se desdibuja…

Cuando mi imagen se desdibuja
en el espejo
y máscaras remotas, enigmáticas,
se adhieren a mi rostro,
máscaras de tantos que dejaron sombras
indelebles, peregrinas en el tiempo
hurgo en el fondo de mí mismo
palabras sueltas, voladoras,
palabras de tanta estación,
de tanto azoro
que me den una respuesta,
una señal quizás,
cualquiera que sea su signo
para descifrar mi letra en el oráculo.

 

 

 

Hacia dónde me encamino

¿Hacia dónde me encamino,
bajo qué lámpara me alumbro,
en qué manta me cobijo,
dónde oculto el asombro
entre qué vidrios se escurren mis ojos,
sobre qué escombros me alzo en estupor,
donde pongo a volear mi alma
si el tiempo no alcanza,
si no basta una vida para llenar
el hueco donde pastan como despojos de orfandad
los sueños que acuné en la infancia?

 

 

 

Ante la tumba del poeta desconocido

Ante esta tumba
inclínate, pastor, y arroja tus semillas.
Haz tu mejor discurso, hombre de barricada,
ante estos huesos verdes ya del moho de la noche.
Y tú, mujer, recuerda que aquí yace uno
que cantó a tu belleza
solo, en un cuarto oscuro de una casa de huéspedes cualquiera.
Niño gentil, deposita aquí tu flor pequeña,
ésta es también la tumba de un soldado.

 

Miguel Barnet (La Habana, Cuba, 1940). Escritor, poeta y antropólogo. Obra poética publicada: La piedra fina y el pavorreal, La sagrada familia, Car ... LEER MÁS DEL AUTOR