La pulga artista y otros textos
LA PULGA ARTISTA
La pulga nació con los ojos como quien ve el cielo en la tierra. Una pulga agobiada desde su niñez por un sentimiento de absoluta conciencia. Una niñez miserable.
El alma de una pulga artista es como la inquietud de una mano de ciego: los objetos descubiertos por la vista de la mano, son como la realización de la obra de arte, que van confirmando la existencia.
Los padres de la pulga artista, no creían nada de la pulga hijo, al cual le gustaba la soledad, y levantar la cabeza cuando había estrellas, y preguntar mucho, sin preguntar nada.
Una pulga artista, dentro de lo que se llama entre las pulgas una familia honorable, siembra el desconcierto. Tener en el hogar una pulga que no gana dinero, y que hace deducciones, y hasta llega a medir que la vida es muy corta, y que miles de conveniencias sociales pulguientas son desastrosas y tontas, es una desgracia hogareña. Una pulga artista: un fracaso de todas las aspiraciones de amor y rectitud paternal.
La pulga artista siguió su destino, el destino de una pulga artista es algo terrible, es algo así como la conciencia de lo eterno, conciencia de pasado, y futuro en presente. Un pasado estático, cruel, que existe dentro de los artistas como un castigo de raza, y que lo llevan aún sin haberlo vivido.
¿Cuál es la primera pregunta de una pulga artista? Es el derecho que pueda tener para ejercer el misticismo de las artes.
El artista, seguramente, más que la pulga revolucionaría, más que la pulga conquistadora, así como la pulga que se carga al hombro una redención, está entre los héroes del revés. Los otros se confirman con discípulos y seguidores. La pulga artista tiene que proclamarse sola y única, con las sutilezas de las medidas del alma, que va quedando en las telas y en las páginas, que ofrecen su blancura impúdica y aterradora.
La pulga artista encontró un NO siempre un NO inicial, que a fuerza de repetirse, y por la redondez de su fina O se va volviendo como el mundo.
Unas pulgas grabaron en colores la síntesis de las cosas, de la tierra, el paisaje es la voz de la tierra que reina y tiene súbditos, y que mata a las gentes que se salen de su ritmo.
La pulga artista encontró siempre ese NO, que aumenta y agrava la visión personalista. Hay pulgas que por lo miserables de su propio cuerpo y alma, nunca pueden desligar en los otros, las aptitudes del espíritu y las del cuerpo.
La pulga artista le sacó a la piedra en líneas curvas y masas, las razones de la existencia; tales como un gesto de ternura, como el dolor; obras que para unas pulgas, son indiferentes, como la indiferencia que puede tener por la luz, el que no ve porque es ciego. En las otras pulgas de más baja categoría, de alma impura, el arte puede despertar comparaciones grotescas, el arte entonces, hace de espejo en el cual se ve la pulga burda; no puede ver otra cosa que su grotesco espíritu.
La pulga artista tuvo varias renunciaciones, la vida se forma de quitarse partes, para que puedan sobrevivir las otras. Renunciar es desprenderse, y de allí salen, como en las podas, los nuevos brotes con más fuerza.
Cada fracaso en arte es un peldaño fijo y eterno, el fracaso cuenta de dos cosas: et impulso y el choque, y eso sólo lo puede conseguir el que tiene grandes fuerzas de alma.
Y la pulga artista sigue y se desenvuelve aún sin manifestaciones, es como la ola que es una y otra y otras, que se levanta y se perfila y se hace de espuma, por una fuerza y un deber sobrenatural.
La pulga artista no vendió, no entregó el talento ni el sentido artístico a ningún móvil político, el arte lo conservó esencial. Hay pulgas medio artistas que luchan entre el arte y la miseria del mundo, y terminan por querer abarcarlo todo y por convertirlo en mezquino servicio. No resisten, la absoluta independencia, y libertad relativa, de la pulga verdaderamente artista.
La pulga artista pondrá la mano dentro del NO tiránico, dentro de la miseria corporal, y siempre dejará de sus dedos unas huellas indelebles.
El proceso de Dios para crear el hombre. Dios artista, fue: marcar con las manos, y ver muy hondo.
LA PULGA BUENA
PULGA hombre y pulga mujer, podían sufrir el terrible calificativo de ser muy buenas. En el mundo de las pulgas, la palabra, buena, se iba haciendo de una tolerancia insoportable.
Una vez en el país de las pulgas, un señor que era una especie de cordero, llegó a presidente pulga, por el simple motivo de ser muy bueno; desde luego, fue un gobernante cordero, y no pulga útil, severa y económica.
Entonces las pulgas dirigentes se reunieron, porque entre las pulgas, había unas respetadas como superiores. Aquel día se reunieron para tratar del daño, que las simples palabras podían causar sobre las pulgas. Aquel día las pulgas no tomaron investidura especial, porque contra su costumbre, estaban muy enojadas y les urgía muchísimo discutir
Una pulga bastante brava dijo:
–Ya estoy fastidiadísima de la palabra bueno, me encuentro en la vida con miles de parásitos, señores y señoras pulgas que se sientan mucho, que comen mucho, y hasta se bañan, sin hacer nada absolutamente nada útil en la vida, y señores pulgas (en esta parte dio un golpe sobre la mesa) y señores pulgas, cuando protesto y digo, la pulga fulano es un imbécil, es un inútil, es una carga para la humanidad, es un zángano, me dicen con tono desconsolador, no digas eso, no ves que es muy bueno. Esta pulga indignada se sentó.
Otra pulga como de nimbo dijo:
—Es feo que yo a mi edad, y después de haber adquirido en la vida un gran dominio sobre mis nervios me exalte, Y para probar que estoy muy brava voy a permitirme dar un golpe sobre la mesa como mi compañero. Dio el golpe se sobó la mano y agregó: yo sé de pulgas buenas, buenísimas, que viven en casa del cura, y de allí salen a comerse a toda la humanidad y saben mejor que nadie la que se resbala y la que está a medio resbalar, y la que está en la cuerda floja la empujan con la lengua. Yo se de personas que en la vida han cometido un error un simple error, y las pulgas buenas les ligaron por la vida, perpetuamente, su pecado, o su pecado imaginario, y dicen, la pulga fulano si es muy inteligente, pero… el pero ingrato y perpetuo de la pulga buena.
Otra pulga (Casi interrumpiendo).
—Bien señores pulgas, yo conozco pulgas de hogares insufribles, que viven de hacer víctimas a todos los que las rodean, y que matan con presidio moral, en nombre del amor y la bondad, la más pequeña iniciativa de las pulguitas, y que convierten el Santo Hogar en una perrera de cadena, en vez de la comprensiva libertad, y de la obligación de comprender que la vida pasa, y que del mañana no se sabe absolutamente nada. Y señores pulgas, ya ustedes saben que entre nosotras, cometer una torta, no es un artículo de alimentación, sino que se refiere al espíritu; pues bien, hay miles de pulgas que son una torta continuada, y que se les perdona error tras error, por ser muy buenas.
Desde luego, como las pulgas dirigentes, iban a la discusión con buen entendimiento entre ellas; al oírse unas y otras se exaltaban más los ánimos, entonces sin decir palabra, clavaron la mirada contra la mesa. Las pulgas con la mirada fija sobre la mesa pensaron: que el sentido de lástima que creaba la palabrita, bueno, era la alcahuetería más grande para crear vividores, generalmente de vida limpia, lo cual era un vivo síntoma de absoluta inutilidad. En la vida había que confundirse; y de miles de complicaciones llegar a la deducción simple. Algo así como el agua que se ensucia porque viene regando y fertilizando los sembrados. También pensaron en el peligro de la pulga de andar, de hablar, de gesticular, bondadosamente, esa pulga podía ser la esencia de la hipocresía.
Las pulgas ya serenadas, después de pensar, levantaron la cabeza, y estaban en un todo de acuerdo, de desterrar aquel maternal y bondadoso: ¡Ah, pero es muy bueno! expresión que las llenaba de pulgas necias, aburridoras y estúpidas, que había que tolerar por un clemente calificativo.
Quedó desterrado eso de ser muy bueno, en el mundo de las pulgas eficientes. Las pulgas que pensaron una sola cosa, reintegraron su pensamiento a sus diversas ocupaciones más tranquilas que antes.
EL ALTO DE UNA PULGA QUE ESTABA SOLA
COMO el que va en una jornada y se detiene; quiere poner el fardo abajo, y el impulso que fuerza a seguir una marcha de la cual no tenemos culpa ni conciencia.
Como la fiera que va por las veredas, de trote rítmico forzado, que en un instante levanta la cabeza, olfatea y parece cobrar conciencia de sí misma.
Como los barcos que rechinan y crujen, dentro de su misma marcha, parecen revelarse contra esa maldición de seguir adelante.
Como el sol que se nos va y deja un ocaso, como el pájaro seguro de que la rama es sólo un alivio momentáneo; como el yo que se detiene en busca de consuelo; como los trenes que buscan desesperadamente las estaciones.
La forzosa conciencia de una marcha, en la cual vamos dejando, en lanzas y espinas invisibles, la energía para el inciertísimo mañana.
Y la severidad, y la energía, y las obligaciones contraídas con el propio ser, que nos van quitando el derecho de sentirnos animales en la creación, sin conocimiento anterior, sin la sospecha futura, como esos animales que beben sol y se pulen de agua, a los cuales la noche les dicta el reposo para el vuelo madrugador.
Los ojos abiertos con susto de nacimiento, con el eterno horizonte de las cosas que se alejan, y con la seguridad de perderlos y de perderse; la divina casualidad, o el destino que nos dio y nos quitó lo que tanto amábamos: y lo que se refuerza en una ausencia, en una condensación de toda una vida pasada, en un grito de protesta y de arrancarse el alma, que saldría dando voces por todos los amores que tenemos regados por los mundos…
Como la ola que se deshace en una espuma de resignados blancos, como los fantasmas de la tarde, que se suman a las noches, como los mástiles la última señal de la cruz, del barco que se hunde; la filosofía bondadosa, la religión de otras vidas, que en nada traen el reposo y menos el olvido.
Y la vista se tiende, sondea, espera algo, que de llegar ya viene terminándose; así como todo lo que hemos pensado, como el acopio de las sensaciones; como toda la intensidad y el dolor de amar, como ese cuerpo que con ser nada, ha sido todo, asilo de una vida, de una conciencia, y marcador terrible de la llegada de los otros.
La pulga ya conmovida, suspendió la escritura y como estaba sola, puso la cabeza sobre la pata izquierda.