Martina Weber

Primavera en tierra baldía

 

Traducciones y nota de Geraldine Gutiérrez-Wienken*

 

La poesía de Martina Weber explora fronteras y fragmentos de sucesos o paisajes acontecidos, desde una perspectiva topográfica lingüística y, no por último, anímica. En su libro Häuser, komplett aus Licht (2019) –Casas, colmadas de luz–, la poeta examina los restos, las coordenadas de lugares o hechos históricos imborrables. Su poesía se inscribe en una tradición poética que indaga en el horizonte urbano-histórico con elementos personales (nunca privados). Estos aparecen cuasi mimetizados en el entorno, a través de una voz o luz que subraya o tacha, sutilmente, la presencia de las cosas. Traducir su poesía conlleva a dibujar y desdibujar continuamente los puntos de partida. A adentrarse en pequeños infiernos, percatarse de los cambios de orientación o de escenas que luego se desvanecen. En sus “casas”, la luz transfigura memoria, recuerdos, estados anímicos oreando la inquietud que motiva su poesía para que germine algo inexistente.

 

 

 

Primavera en tierra baldía. Las sombras. Las ramas

de los árboles se sacuden como un pájaro grande,

amarrado. Cada libro escolar despide un cierto olor

a números de estadísticas. Las partículas de cal

tiñen el paisaje. Lentamente. Alguien dibuja venados rojos.

echados o peleándose, bajo los árboles. De golpe el fondo

del río se ilumina. Circuitos, halografías y

siglos esculpidos sobre las fachadas de las casas. De golpe

salta un gato del capó, con las patas pintadas de blanco.

Casi frases. Barridas por el viento.

 

 

 

Estoy en un parque de sombras hace tiempo olvidado.

Aquí, los límites del país. Y aquí, a mi lado, un joven

juega con lápices y borradores, y solo aquí, hubo movimiento

en el frente. Rayos infrarrojos. Un espacio portátil.

Y por las noches el grano ardía en los campos y, aquí,

en frontera, el humo todavía muerde. El pulso

del saltamontes en el hueco de mis manos. El miedo

se afinca en lo profundo del cuerpo. No desaparecerá. Nunca.

Ellos habían lanzado recortes de aluminio de los aviones

para confundir a los radares. Se dice que la gente recogió

los jirones y en sus casas los pegaron a los bordes

de los ventiladores. Si cierras los ojos suenan en las hojas

de los árboles gigantes y, con la brisa del verano, susurran.

 

 

 

Punto de partida. Fuerza centrífuga

 

Campos memoriosos, de vidrio. Una camiseta negra.

Puedo verlo todo. ¿La luz? Desperdigada.

 

Aquí, una línea, aquí, una franja, aquí, un dibujo:

un espacio

al que yo quisiera regresar.

 

Espectadores, animales. Los signos del paisaje.

Un presente que siempre nos envuelve.

 

Yo soy el tema de esos fragmentos. Todavía yo

no soy. El rumor

de un tren nocturno despidiéndose. Blackout.

Las posibles formas del vacío.

 

No hay errores, ni visiones. Detrás del horizonte

ni oscuro ni claro. Como si algo pudiera comenzar.

 

 

 

Yo calzaba zapatos de vidrio

En cámara lenta vamos por espacios abandonados, adoquines, fachadas biseladas, líneas nocturnas, rostros desconocidos, yo te señalo un pequeño jardín y tú dices, nosotros podemos duplicar la belleza de cualquier paisaje, de una forma muy fácil, símil a las dimensiones del sol, su luz se derrama, generosa, calentando calles, nosotros somos huéspedes, aquí donde la vida sucede a nuestras propias imágenes. Y poca cosa no es. Son pedazos refundidos, un film que rompe la oscuridad.

 

 

 

La respuesta

 

El silencio, la calle y todo lo que ella habita, todo

lo que nunca me perteneció, ni a mí ni a nadie, desaparece

en la luz pálida y radiante.

 

Nosotros continuamos viviendo según nuestros patrones.

Y en nuestros cuerpos todavía hay grietas que precisan de apéndices,

una sensación de libertad.

 

Nosotros rompemos las cosas en pedazos, y ni siquiera nos miramos

los unos a los otros, mientras ellas caen.

 

 

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*Geraldine Gutiérrez-Wienken (Ciudad Guayana, Venezuela, 1966). Cursó estudios de Odontología en la Universidad Central de Venezuela, Caracas. Es doctora en Filología Alemana y magíster en Ciencias de la Literatura por la Universidad Heidelberg, Alemania. Obtuvo la beca Merck para participar en el taller literario de la Casa de la Literatura de Darmstadt. Fundadora de la editorial «hochroth Heidelberg», una editorial consagrada a la traducción y publicación de poesía de América Latina y España, en Alemania. Ha publicado los siguientes poemarios: Espantando elefantes (La Liebre Libre, 1994), Con alma de cine (IX Premio de Poesía del Ayuntamiento de Ciudad Real, 2007), Castañas de confianza (Eclepsidra, 2012). Próximamente, aparecerá su cuarto poemario en la colección «Voz Aislada» de El Taller Blanco Ediciones (Colombia).

 

Martina Weber (Mannheim, Alemania, 1966). Es poeta, jurista y traductora de poesía. Dicta talleres de escritura en la casa de la cultura de Darmstadt y e ... LEER MÁS DEL AUTOR