Martín Adán

Poemas Underwood

 

 

 

 

POEMAS UNDERWOOD

 

Prosa dura y magnífica de las calles de la ciudad sin inquietudes estéticas.

Por ellas se va con la policía a la felicidad.

La poesía gafa de las ventanas es un secreto de costureras.

No hay más alegría que la de ser un hombre bien vestido.

Tu corazón es una bocina prohibida por las ordenanzas de tráfico.

Las casas rumian sus paces de buey.

Si dejaras saber que eres un poeta, irías a la comisaría.

Límpiate de entusiasmos los ojos.

Los automóviles te soban las caderas, volviendo la cabeza. Cree tú que son mujeres viciosas.

Así tendrás tu aventura y tu sonrisa para después de la cena.

Los hombres que tropiezas tienen la carne encallecida de oficina.

El amor está en cualquier parte, pero en ninguna está de otro modo.

Pasan obreros con los ojos resentidos con la tarde, con la ciudad y con los hombres.

¿Por qué había de fusilarte la Checa? Tú no has acaparado sino tu alma.

La ciudad lame la noche como una gata famélica.

Y tú eres un hombre feliz, quizá el único hombre feliz.

Tienes camisa y no tienes grandes pensamientos de ninguna clase.

Ahora siento cólera contra los acusadores y los consoladores.

Spengler es un tío asmático, y Pirandello es un viejo estúpido, casi un personaje suyo.

Pero no he de enfurecerme por pequeñeces.

Mil cosas han hecho los hombres peores que sus culturas: Las novelas de Víctor Hugo,

la democracia, la instrucción primaria, etcétera, etcétera, etcétera, etcétera.

Pero los hombres se empeñan en amarse los unos a los otros.

Y, como no lo consiguen, acaban por odiarse.

Porque no quieren creer que todo es irremediable.

La polis griega sospecho que fue un lupanar al que había que ir con revólver.

Y los griegos, a pesar de su cultura, fueron hombres felices.

Yo no he pecado mucho, pero ya sé de estas cosas.

Bertoldo diría estas cosas mejor, pero Bertoldo no las diría nunca. El no se mete en honduras

-y está viejo, quiere paz y hasta apoya a los moderados.

El mundo no está precisamente loco, pero sí demasiado decente. No hay manera de hacerle

hablar cuando está borracho. Cuando no lo está abomina de la borrachera o ama a su prójimo.

Pero yo no sé sinceramente qué es el mundo ni qué son los hombres.

Sólo sé que debo ser justo y honrado y amar a mi prójimo.

Y amo a los mil hombres que hay en mí, que nacen y mueren a cada instante y no viven nada.

He aquí mis prójimos.

La justicia es unas estatuas feas en las plazas de las ciudades.

Ninguna de ellas me gusta ni poco ni mucho -no son diosas ni mujeres.

Yo amo la justicia de las mujeres sin túnica y sin divinidad.

En punto a honradez, no soy de los peores.

Como mi pan a solas, sin dar envidia a mi prójimo.

Nací en una ciudad, y no sé ver el campo.

Me he ahorrado el pecado de desear que fuera mío.

En cambio deseo el cielo.

Casi soy un hombre virtuoso, casi un místico.

Me gustan los colores del cielo porque es seguro que no son tintes alemanes.

Me gusta andar por las calles algo perro, algo máquina, casi nada hombre.

No estoy muy convencido de mi humanidad; no quiero ser como los otros. No quiero ser feliz

con permiso de la policía.

Ahora en las calles hay un poco de sol.

No sé quién se lo ha llevado, qué mal hombre, dejando manchas en el suelo como un animal degollado.

Pasa un perrito cojo -he aquí la única compasión, la única caridad, el único amor de que soy capaz.

Los perros no tienen Lenin, y esto les garantiza una vida humana pero verdadera.

Andar por las calles como los hombres de Pío Baroja -(todos un poco perros)-.

Mascar huesos como los poetas de Murger, pero con serenidad.

Pero los hombres tienen posvida.

Por eso dedican su vida al amor del prójimo.

El dinero lo hacen para matar el tiempo inútil, el tiempo vacío…

Diógenes es un mito -la humanización del perro.

El anhelo que tienen los grandes hombres de ser completamente perros. Los pequeños hombres

quieren ser completamente grandes hombres, millonarios, a veces dioses.

Pero estas cosas deben decirse en voz baja -siento miedo de oírme a mí mismo.

Yo no soy un gran hombre -yo soy un hombre cualquiera que ensaya las grandes felicidades.

Pero la felicidad no basta a ser feliz.

El mundo está demasiado feo, y no hay manera de embellecerlo.

Sólo puedo imaginarlo como una ciudad de burdeles y fábricas bajo un aletazo de banderas rojas.

Yo me siento las manos delicadas.

¿Qué soy, qué quiero? Soy un hombre y no quiero nada.

O, tal vez, ser un hombre como los toros o como los otros.

Tú no tienes las orejas demasiado grandes.

Yo quiero ser feliz de una manera pequeña. Con dulzura, con esperanza, con insatisfacción,

con limitación, con tiempo, con perfección.

Ahora puedo embarcarme en un trasatlántico. E ir pescando durante la travesía aventuras

como peces.

Pero ¿a dónde iría yo?.

El mundo me es insuficiente.

Es demasiado grande, y no pudo desmenuzarlo en pequeñas satisfacciones como yo quiero.

La muerte es sólo un pensamiento, nada más, nada más…

Y yo quiero que sea un largo deleite con su fin, con su calidad.

El puerto, lleno de niebla, está demasiado romántico.

Citeres es un balneario norteamericano.

Las yanquis tienen la carne demasiado fresca, casi fría, casi muerta.

El panorama cambia como una película desde todas las esquinas.

El beso final ya suena en la sombra de la sala llena de candelas de cigarrillos. Pero está no es

la escena final. Pero ello es por lo que el beso suena.

Nada me basta, ni siquiera la muerte; quiero medida, perfección, satisfacción, deleite.

¿Cómo he venido a parar en este cinema perdido y humoso?.

La tarde ya se habrá acabado en la ciudad. Y yo todavía me siento la tarde.

Ahora recuerdo perfectamente mis años inocentes. Y todos los malos pensamientos se me borran

del alma. Me siento un hombre que no ha pecado nunca.

Estoy sin pasado, con un futuro excesivo.

A casa…

 

 

 

 

ESQUIZOFRENIA

 

Manicomnio del alba, asilante un lucero

friolero, adormilado, tan ave todavía…

-Apenas la tarde se pone luz ap-te-ro,

cuerdo, inmóvil, etcétera, a toda celestía.

 

En la rama cimera de un arbógeno aguacero,

estrellín, estrellón, anoche se dormía,

el pico bajo el ala, a un grado bajo cero,

sin hembra al lado, al lado de un viento que rugía.

 

Hora aletea torpe con las alas rociadas;

loco de soledad, se ignora estrella y pía

en tema de ave y topa con las brisas cerradas.

 

-Avestrella, delirio, patetismo mentales…

Los anteojos de Núñez deploran tu manía

en ciegas adherencias de orvallos lacrimales.

 

 

 

 

HOTEL

 

En un sabor romántico de naranja de enero,

en un dulzor de valse ácido todavía,

en el cesto de mimbre del verano frutero,

en yerbas de artificio, en pelusas de día…

-Gran hotel en arena. -Salmones sin dinero

exigen en los bares su trago de alegría.

Precipitadamente, registro del lucero.

Venus, aventurera, se da a la policía.

-El peligro venéreo de la estrella madama

en aderezos falsos, en quimono, en la cama…

-Dos quepís se la llevan de las manos, sonoras.

Cucharillas de plomo frustran la luz perfecta,

la Suzanne de a mi lado se pone azul, abyecta,

y anclan en mi jarabe las barcas pescadoras.

 

 

 

 

LA ROSA

A Enrique Peña

Pura rosa de teoría…

olor y color mental,

forma de melancolía…

 

Un ánima ajena mía,

deshacía y rehacía

nulo proyecto espiral.

Pura rosa de teoría,

olor y color mental,

forma de melancolía…

Mi rosa de pensamiento

en el espacio real.

Todo, todo fue un momento.

En el vaso de cristal,

cuerpo de la luz, había

la materia de lo ideal.

Pura rosa de teoría,

olor y color mental,

forma de melancolía…

El alma que sostenía

el divino movimiento,

situaba en el mundo, tento,

la creatura nadía.

Intimo tiempo cundía.

Fue un ánima ajena mía,

traspasando su deseo;

quien en la rosa que veo

vio la que no se veía.

Un ánima ajena mía,

en un vaso de cristal,

plenaba, a la luz vacía,

de olor y color mental,

forma de melancolía.

Pura rosa de teoría…

En la angustia, todavía,

claro incolor espiral.

Era la rosa absoluta

en la rosa resoluta.

Sensos miserandos pía-

mente cesaban. Rosal

de espíritu se sabía.

¡Ah, la rosa material!…

 

 

 

 

DISSONANZA E PREPARAZIONE

 

Aquel que en la barca parece assentado,

vestido de engaño de las bravas ondas,

en aguas crueles ya más que non fondas

MENA

I weep for Adonais- he is dead!

O, weep for Adonais! though our tears

Thaw not the frost which binds so dear a head!

SHELLEY

….- oh, dream not that the amourous Deep

Will yet restore him to the vital air;

Death feeds on his mute voice, and laughs at our despair

SHELLEY

….sur l’onde et sous les cieux

LAMARTINE

 

¡De una miel que era tan dulce,

Que era un puñal al tragarse!….

¡De una miel que así se acendra,

Que a sí misma se relame!….

 

¡De flamas y de fluïres

De mieles sentimentales,

Bajo los nombres en celo,

Que se hieren en el aire!….

MARTÍN ADÁN

 

¡Mi identidad hostil, mi hermano verdadero

Según seno incapaz de la propia natura!….

¡Ay, echado, nonato, el ternísimo cero

A cenagosa estrella de inmediata ternura!….

MARTÍN ADÁN

 

¡Sí, yo, que derroché todo

Mi botín de inanidades,

De ternuras sin amor,

Ganadas al abordaje!……

¡Derrota en que cupo barco

Apenas, que ya no cabe!….

¡Allá en el puerto de Thule,

En donde anochece al Angel

Que remira judas ciegos

Barajando gordos naipes!….

MARTÍN ADÁN

 

En vano y uno el agua bulle;

De nada Amor se llama dueño;

Que lo que es todo, todo huye,

Y siempre queda el sueño al sueño.

 

¡Mano que atenta a lo que fluye,

Cristalizada en un empeño

De contener lo que concluye

Donde ella es…. río en el leño!….

 

¡Narciso, ciego, desespera;

Y puede ser el agua entera

Y arder los mares en la mano….

 

¡Ah, lo que aun pasa le ha transido….

La sutileza del olvido,

Faz infinita de lo en vano!

MARTÍN ADÁN

 

Torno a aquel oro, de mente

Y demente…. ¡no aquel valle!….

¡Y cómo pesa el pie,

Calzado de espesa sangre!….

Andando sobre mí mismo,

Yo me persigo cargándome,

 

Y cada cosa me orienta

Hacia cuajarón de sangre.

Miro buey…. ¡dos ojos ciegos,

Fijos y lucios metales,

Bajo testuz que es un vaso

De ofrenda de dura sangre!….

Miro regato…. pupila,

 

Mirada vivaz enantes….

¡Una lividez de párpado,

Rusida de quieta sangre!….

Casi humus, casi luz,

Vastas electricidades,

Los granados trigos tremen,

Vibran…. ¡que riegue la sangre!….

Nieves de cimas y cirros,

Alcores de claras sales,

Vellón del oveja alba

Morirían…. ¡corra sangre!

¡Ay, que paró el que seguía

Como el eterno romance!….

¡Ay, que se me va la voz

Como se iría mi sangre!….

 

Escuchando a luces mudas,

Ya aprendí lo inefable

….que todo mi sangre vierte

Si no deriva en mi sangre!

MARTÍN ADÁN

 

¿Quemaré la casa paterna?…. ¿partiré de la patria?….

¿Seré un monje en un monasterio?….

¿Me echaré a marear, tatuado, barbudo, descalzo,

En el último de los veleros?….

 

¡Todo me es igual, Aloysius Acker!….

¡Sólo tú me eres idéntico!

MARTÍN ADÁN

 

 

 

 

-Martín Adán
Antología
Edición de Mirko Lauer
Colección Visor de Poesía

 

Martin Adan visor

Martín Adán Seudónimo de Ramón Rafael de la Fuente Benavides (Lima, 27 de octubre de 1908-Ib., 29 de enero de 1985), mejor conocido por su seudónimo ... LEER MÁS DEL AUTOR