Bahía oscura
(Cuatro fragmentos)
(Traducción al español de Jeannette Clariond)
IV
Hay una cierta trivialidad en vivir aquí,
una ligereza, cómica monotonía que intentamos
socavar con muestras de energía, una devoción
a los caprichos del deseo, mientras que allá
hay una seriedad, una rígida, inflexible oscuridad
que cubre el alma al esfumarse, un peso
que avergüenza nuestra ligereza. Solo mira
al otro lado del río y descubrirás
qué indigno eres, a medida que describes lo que ves,
asido a aquello de lo que se dispone.
Desde la otra orilla, nadie mira en esta dirección.
Están comprometidos con los obstáculos,
con la textura y los niveles de la oscuridad,
con la tediosa representación de la duración.
Y ellos trabajan, no por alimento o amor,
sino para perpetuar el balance entre el pasado
y el futuro. Ellos son el futuro en la medida en
que se prolonga, igual que nosotros somos
el pasado reconciliado. Razón por la cual planchamos
las servilletas, y llega a tiempo el postre, y la razón
por la que el vaso de leche, fino en su blancura,
nos ruega que bebamos de él. Nada de esto ocurre
allá. Lo que nos alivia es visto como
medroso, símbolo de superficialidad o algo peor.
XVI
Es cierto, como alguien dijo, que en
un mundo sin cielo todo es despedida.
Agites o no tu mano, es despedida
y si no asoman lágrimas a tus ojos,
es de todos modos despedida, y si finges no saberlo,
detestando cuanto pasa, también es despedida.
Despedida, sin importar qué. Y las palmeras, al ladearse
sobre la verde esplendente laguna, y los pelícanos
en picada, y los atentos cuerpos de los bañistas que descansan,
son etapas de una quietud final, y el deslizarse
de la arena y el viento y los secretos movimientos del cuerpo
forman parte de lo mismo, una simplicidad que vuelve todo
ocasión de duelo, o algo digno
de celebración, pues ¿qué hacer frente
al peso de las alas de los pelícanos,
la densa sombra de las palmeras, las células que oscurecen
la espalda de los bañistas? Esto va más allá de las distorsiones
del azar, más allá de los efugios de la música. El final
se representa una y otra vez. Y lo sentimos
en las evocaciones del sueño, en la maduración de la luna,
en el vino que reposa en la copa.
XXIV
Considera ahora el clima y piensa cómo rara vez es el mismo
para dos personas, cómo, cuando dura poco, exige precisión
para diferenciar si es realmente de un aura, un olor o un aire incluso
de certidumbre, o cómo, a medida que avanzan las horas, podría
prolongarse, debido al número de personas que toca.
Su fuerza consiste en algo más: los tornados duran poco
pero la fuerte claridad del verano parece infinita
y tiende a debilitarse ante nuestro desinterés.
Disculpe, ¿es esta la historia de otro día emotivo,
cosas que ocurren mientras se prepara la cena?
Qué decir sobre la forma que asume lo inaudible,
y de lo que implica el vivir en sociedad,
o lo sombrío naciente del otoño —el brillante—
o las hojas marchitas que caen, el crujido de las ramas heladas,
el nuevo color azul, inesperado, del cielo.
XXXI
Estamos aquí, en Labrador. Siempre había querido
estar aquí, especialmente contigo,
en esta cabaña, y el fuego alumbrando. Llevas
puesto un traje Calvin Klein y yo visto
la chaqueta de terciopelo del esmoquin de mi padre. Nada más.
¿Por qué? Porque estoy contento. Y atento
al primer indicio tuyo de que es hora de irnos
a la cama. Estos momentos previos al amor
son los más felices de mi vida. Me pregunto si
formaremos parte de alguna predicción de lo que
el mundo pudiera ser en su mejor momento,
si en este frío paisaje libre de compras
nos dirigimos hacia donde va el mundo.
O si somos parte del registro de lo ya
ido, un signo de las profundidades
en las que el mundo se hundió. Tu lujoso traje,
mi chaqueta raída, esta cabaña sin agua
corriente, ni una estufa en condiciones, ni estéreo ni televisor
pudieran significar tan solo una broma en la suma
final de los logros a reclamar
algún día lejano. Aun así, aquí estamos
y eso no pueden quitárnoslo,
y si se ríen, qué importa, aquí estamos
felices en Labrador, bailando hasta el amanecer.
-Harold Bloom
La escuela de Wallace Stevens
Un perfil de la poesía estadounidense contemporánea
Edición, traducción y notas de Jeannette Clariond
Vaso roto ediciones
España-México, 2011
https://emea.vasoroto.com/products/la-escuela-de-wallace-stevens