Después del caos y otros textos
De: Preparaciones anatómicas (2009)
El taxidermista
Había un cuerpo que solía llamarme:
ciego pescador de expresiones.
Alacrán,
siempre dispuesto a incrustar su estilete.
Cada nueva piel,
cada nueva carne que brota de fecundos huesos,
alimenta en mí un prurito devastador
al crear formas perfectas
extremadamente apetecibles de
perennizar.
El arte,
materia de mi adoración y angustia,
es el oscuro traje de lo que se define a sí mismo
como el pozo dentro del cual se esfuma la vida;
es el último brillo
que emana del filo de mi navaja
antes de inocular
la muerte.
Es en aquel febril momento,
mientras la sangre de mi obra ve mutilado su fluir,
que se inyecta en mis iris:
el delirio del suicida,
y reverdece
aquella antigua manía.
Entonces,
ríos blanquecinos con olor a formol
invaden mis venas,
y la inquietante frialdad y aplomo
que requiere mi oficio,
me sumerge nuevamente en la obsesión
por eternizar cada enigmática figura,
que entre mis manos,
reclama una nueva existencia.
Gota por gota,
se filtra presurosa la sal de Boro
por las rendijas de mi tórax,
discurriendo ligera
como un raudal que a su paso muerde
la orilla de mi sangre.
Y se desata así la bestia,
y ruge el animal descontrolado
al elevar en su puño el escalpelo
para luego hacerlo danzar desnudo
entre la carne y las entrañas,
bajo la lánguida luz cómplice
de una inmisericorde lámpara.
Mi labor halla así su motivo:
cada emigrante vestido debe restaurar su pulso;
debe
retornar ficticiamente a la vida.
Hace algunos años,
había un conjunto de letras,
una tendencia a pintar y a observar ciertos cuadros
que solían describir cabalmente
la impavidez de mi oficio:
el por qué desde hace tanto
mi raza es estéril.
(Salzburgo)
Teosofía
A Dios
he de observarlo escrito,
pues erguido como está mi cuello,
aún soy diminuto.
(Praga)
De: Ruido Blanco (2011)
Ruido blanco
I
Es la misma locura
el dedo del tiempo que raspa la pólvora de la memoria
las cifras y el curso de los meses
en la cabeza de mi padre.
Cantos de imperfección
es el despertar de Los Malditos;
Los Malditos que el tiempo arrolla
cuando se apagan los faroles
la escolástica muere y el olor del whisky
se enrama en la bravura de las lenguas
desgarrando
la pálida palabra de sus labios.
Blanca locura
locura de espanto tejida sobre mi frente
que esparce el arsénico
la prosa perversa
sobre el maldito trabajo de escribir.
II
Locura sombría
aciago devenir de la memoria
¿seré capaz de vencerte?
Despierta con este fuego inmenso
que herra la ciudad a mi cuerpo.
Esta ciudad que recoge de ti la luz y se trenza
con el aire y la neblina del invierno
questa città che rimane ferma
y sus palabras hieren como esquirlas
que lamen las sienes
el revés de la cordura
el arrebato del miedo que por fin
salta la barda.
Mis pasos olvidan el abismo
se acoda en mi frente un designio
que me engulle a dentelladas
el tiempo no es más que la estúpida invención
de un cráneo vacío
que vuelve inútil comprender el deleite
con el que mis ojeras carcomen
los atardeceres que jamás debí descubrir.
III
¿Qué esconde su rostro en el rostro de otros
para no ser descubierto?
Taimado incluso luego de mostrarse
ingresó violento en su pecho
el coro de los ataúdes vacíos
pendiendo de la tierra
como grilletes de un cuello escuálido.
Así cabalgan Los Malditos
izándose sobre la muerte y la sombra
de sus funerales;
así cabalgan
devotamente uno tras otro
apretando el carbón de la locura
contra su alma
apretándolo hasta hundir en su cuerpo
la Armonía que nunca pudo saborear
el pálpito de su boca.
Brecht entre clavellinas
I
Sentado y con las manos sucias
pensó que era un viejo estúpido
una más de aquellas lozas de mármol de la plaza
que pudieron ser talladas con mejor arte para lograr un David
una Venus
u otra diosa de senos sutiles
y nalgas abultadas
pero en algún momento su destino sufrió un desvío
su divinidad tropezó en el pico del cincel
y con cada crujido su piel fue burilada
como un tótem incapaz de profanar su propio culto.
Aquel revés se hizo indeleble
y con el paso del tiempo tuvo que conformarse con ser
un bloque más de la plazuela o
el ignorado detalle
donde cagan las palomas.
II
Sentado
observó el asfixiar del día en el ocaso
y deseó guardar sus dudas
en la felicidad de otros
en la ruma de palabras que año a año
nombró como algo importante, casi urgente
el eterno espiral de preguntas
que talló en la memoria de su boca
la matutina barbarie de una frase:
Tú que me diste la palabra
ahora solo estorbas mi lengua
cada vez que la invocas.
Después del caos
Jardín tejido en la amplia incertidumbre
Edén desecho a golpe
de palabras enfermas
y epitafios.
Un cuervo habla de cenizas por la mañana
de amenazas que chillan como grillos en la cabeza o de
preces pálidas que recoge la hoguera clerical.
Sin embargo
en el sucio jardín la vida evade la sangre de la hoja
que rancia cae
en la grietas del árbol.
Saber que en el mugroso vergel
un viento pasajero permite robar
un último atisbo al cielo un delirio
nube negra que restriega su forma desgajada
sobre mis ojos de siervo del abismo.
Caravana de casullas y estolas adiestradas
adoban con embustes los cerebros.
He caminado esta calle solo
y me enorgullezco
absolutamente solo he jurado
que no soy el vino agrio de mi especie
que todo mi mareo no es más que la oscilación
de mi alma caída en un cuerpo que nació exhausto.
Ceremonias de la infancia
que urden en la fe
una celda.
Poesía incrustada en un duelo sin memoria
ni resurrección
salmo de una sirena muerta
que hernia la Creencia.
Rehacer la fe y la eternidad
sobre los muros desordenados del Edén
esa es mi pequeña labor.
De: Y habrá fuego cayendo a nuestro alrededor (2018) 2 fragmentos
(…)
Principia lo cotidiano
un río inmundo viaja
inamovible
toda la noche
viaja
entre el sol y las venas
de una región
que se repliega
las noticias, los gritos
toda su música se amplifica
martilla
desde el sonido de aquella única cuerda
del artero fantasma del niño que fui
que perdió la capacidad
de imitar el silencio
en la lluvia
y flotar por miles de caminos
hasta abrir
la primera palabra
en mi voz
a través del cristal
las cenizas que rehúyen
rebotan sobre mis huesos
y el abismo
ese sucio río que habita el ojo
el inicio
no lejano
de la insurrección del cuerpo
llaga vacía en el bosque
aurora que los árboles cargan
en su espalda
como un ventarrón que
nos hala del cogote
y es huracán que abre el desánimo
en la lengua
y atraviesa la vida
la guerra
la algarabía
el ardor que puede verse
y de reojo
me atraviesa
haciendo/deshaciendo
el vientre lleno de cal
o el ángulo de la culpa
y la lealtad
que envenena a su manera
la carne
y agrieta la sed
que existe
que fue
incrustada seca
pero que traspasa
las tardes
para siempre
en la boca
de mi familia
(…)
Poesía
tierra en la tierra
llaga en la lengua
¿qué busco allí abajo?
más abajo
¿qué busco?
¿la materia? ¿el origen?
¿qué nombre viene de ti con ese hálito asesino?
padre César
padre Adán
padre Westphalen
todos en el vacío del otro
en la humedad del único grito
que late en su centro
sin embargo
el mismo barro imposible que se seca
como el hedor de un sol eterno
que cava su calor
apretado en mi frente
poesía
yeso quebrado
cera que se alarga
cuatro estaciones vienen lanzadas desde el cielo
sin lluvia
fuego en las raíces de la tierra
la eternidad
el canto
y
el eructo
en la panza del cuervo
como el frescor que nos hela
en el acantilado
de un último sueño
Poesía
ejercicio que no entiende
la lengua de los hombres
carne que se pierde
en el calor de otros días
y forma la necesidad
el grávido afán
de perderse conmigo
y guardarse con prisa en la noche
para fluir
como viejo cauce
engullido por la tierra
con miles de velocidades y piernas
que corren por las calles
y acequias
aceite que arde en los malecones
en las hojas de los árboles
y en la mano del hombre
que coge la sombra de la muchacha y baila
sin ropa
ni fracaso
sobre sí misma
y sus extremidades
sobre la estela
de un dardo clavado en la ingle
laberinto que no para de
crecer
¿Cómo ser la gravedad
en el cero y el veneno
en la punta de la flecha?
¿Cómo renunciar a ser
el sonido áspero que flamea
proféticamente
y finge levitar sobre la lluvia
para no ensuciarse
para construir
la huella de lo que nos es
desconocido?