Mario Montalbetti

Objeto y fin del poema

 

 

 

LLEVA AL MARRANO MÁS ALLÁ DE LOS CERROS

Lleva al marrano más allá de los cerros
y regresa antes de que comiencen las lluvias.
Cenaremos, me dirás que me amas y encenderás
la última vela que nos queda en el armario
para que pueda leer y tú jugarás con el perro
pastor que mantiene unidas las ovejas del rebaño
y luego
saldremos juntos a contemplar la Luna (Las lluvias
habrán cesado) y entonces me dirás
(Los pinos apenas se mecen con el viento
La cerca de las vacas necesita repararse)
Que mañana partes para las montañas.
Me propondrás dormir
afuera y entonces
entendí que tu serenidad era real y un beso
y con el arte como solitario desayuno

no tendré noticias tuyas sino hasta después
de un año. El tono de mi vida habrá cambiado.
Perderé la costumbre de leer y pasaré
las noches (los días me serán casi imperceptibles)
tratando de entender las constelaciones.
Miraré Orión y también algún capitán extraviado
en el Indico lo hará y hasta llegaré a ver la
estrella polar desde el hemisferio sur.
Las noticias dirán que lograste llegar
a Europa, que te civilizas,
y que un finlandés próspero maderero
te divierte interminablemente entre los pinos
(sus pinos) marrones. Recordaré entonces
nuestra última noche. Y luego de dos, tres, cinco
hijos y dos cesáreas y el finlandés
en Nápoles y luego en Grecia
y luego en Austria tu salud comenzará con la tos
a derrumbarse pero el finlandés en Dinamarca
y entonces quedará muy poco de ti apenas
un borroso recuerdo mío y una tarde y el
finlandés perdido en el mejor desierto africano y
entonces ya no tendré las redondas constelaciones
encima y todo paraíso estará
irremediablemente perdido.
Vete ahora;
Lleva al marrano más allá de los cerros.

 

 

 

BASTANTE MENOS QUE UNA IDEA

No creas en la verdad.
No creas en la belleza.
No creas en el amor.
Siéntate en el piano
sopla el corno
rasga la cuerda
y quedamos a la par.
No me alcances un bezerol
si me duele la cabeza.
No repitas conmigo
películas que ya viste.
No creas que hay algo
importante en lo que haces.
Ni siquiera una buena acción
es tan buena como ninguna acción

Octava nube o noveno ciclo apartes
algún día el cuerpo será un hecho suficiente.

 

 

 

YA NO TE QUIERO, PEQUEÑA

Ya no te quiero, pequeña
ahora amo a los caballos.

Mañana amaré a las islas
y pasado será alguna ave.

(Tal vez en tres años
te vuelva a amar).

Y luego serán las vacas
pintas y luego serán
los minerales —tú sabes, el
cobre, el hierro, el—
y luego serán las ciudades
(alguna que otra jirafa)
y luego los puentes.

Antes un arcoíris que amarte, pequeña,
ya no te quiero
ahora amo a una mujer
que disuelve sus cuerpos
en las lluvias del otoño
iluminada/ anudada/ inundada
por el neón brillante
del poste de alumbrado público.

(Oh pequeña)
ya no (te quiero
Oh mujer)
ya no te quiero

sólo amo a las calles que me alientan
hacia la noche mientras la noche
ya no es noche sino mar y el mar
tumba de sonámbulos océanos, licor.

 

 

 

OBJETO Y FIN DEL POEMA

Es de noche y tiene que aterrizar
antes de que se acabe el combustible.
Así terminan todos sus poemas,
tratando de explicar con un lenguaje
público un sentimiento privado
Su ambición es el lenguaje del piloto
hablándole a los pasajeros
en medio de una situación desesperada:
parte engaño, parte esperanza, parte verdad.
Todos los poemas terminan igual.
Hechos pedazos contra un cerro oscuro
que no estaba en las cartas.
Luego hallan los restos: el fuselaje,
la cola como siempre, intacta,
el olor a cosa quemada consumida por el fuego.
Pero ninguna palabra sobrevive.

 

 


PARA LA TEMPESTAD

A comienzos de año escribí un poema que comenzaba
el sol cae, las estaciones se suceden, las nubes flotan sin dirección.
Luego de unos cuantos versos más empleando ese tono más bien oriental
quebré el progreso del poema y dije
cambio todo eso por una sopa dan dan mian
llena de vida mamífera flotando arruinada en su superficie.
El poema era sobre el chifa Hou Wha en Miraflores,
un restaurant elegante en Carlos Tenaud con Paseo de la República.
La elección del local no es gratuita: es el chifa
predilecto del Presidente García. Ahí va con sus amigos,
ahí celebra, ahí se reúne, festivo, consigo mismo.
El proceso retórico que quería emplear era el de comparar
la descuartización de cangrejos, la ingesta de ostiones,
las manchas de sillau en los manteles blancos,
las fuentes de chancho asado devueltas a medio comer,
y las risas humanas que emergen de los apartados,
con ciertos excesos que ocurren en el país.
Entiendo que hablar de comida es feo
pero a veces la verdad se dice en listas:
nabos fríos, tamarindos, huesos de pato, té lapsang.
Es un poema largo en el que también hablo de un cuadro
que cuelga sobre una mesa laqueada
en el que con un mismo trazo el artista dibuja
los acantilados y la luna.
En un pasaje del poema, a través de una de las ventanas del chifa,
aparece un taxi transitando por Paseo de la República
con una calcomanía del Che en la luna posterior y escribo que eso
(una calcomanía del Che en la luna posterior de un taxi)
es lo más cercano que hemos llegado al socialismo en este país.
El poema acaba poco después con los versos
es inútil, la naturaleza ha muerto.
Lo titulé “El Chifa de García” y no está mal
pero no expresa verdaderamente lo que quiero decir.
Se parece demasiado a otros poemas que he escrito antes,
y habla justamente de comida que es uno de esos excesos
en contra de los cuales apuntan sus versos.
Luego de ese poema escribí otro que lleva por título “Dinastía Wong”.
“Dinastía Wong” habla sobre el monumento al Becerro de Oro
que se ha construido en San Isidro y que es un lugar de peregrinación
de agentes de bolsa, administradores, MBAs, economistas, inversores,
expertos en liderazgo, cambistas de dólares y emprendedores.
El poema está situado en un futuro no muy distante.
Hay un par de versos en los que escribo
el emperador y los mineros tienen sus aposentos
en el valle de Pachacama. La capital ya no existe.
El ambiente es más bien desagradable. Escribo
toda la comida es carne humana y rábanos
que han resultado ser singularmente resistentes.
El poema tampoco está mal pero otra vez se parece demasiado
a cosas que ya he escrito antes y por eso no me agrada del todo.
Luego de ese par de poemas, dejé de escribir y pasó el invierno.
Fue entonces que Nicolás Cabral llamó a invitarme a escribir
en La Tempestad y no sabía bien qué decirle.
Por un lado quería aceptar pero por otro
no tenía nada nuevo que pudiera enviarle y repetir lo mismo
me parece auto-complaciente y finalmente, aburrido.
Los poemas no dicen gran cosa estos días.
Mis poemas no dicen gran cosa estos días.
Resolví entonces hacer lo siguiente: primero, explicar la razón
de mi silencio (que ahora ya la saben: todo lo que escribo ahora
se parece demasiado a lo que he escrito antes) y segundo excusarme
o tal vez repetir los versos finales de “El Chifa de García”:
es inútil, la naturaleza ha muerto.

Mario Montalbetti Poeta y lingüista peruano nacido en 1953. Es uno de los autores más significativos de su generación. Entre sus obras destacan: Perro ... LEER MÁS DEL AUTOR