Mario Luzi. Primera noche de primavera

 

Presentamos tres textos claves del célebre poeta italiano en la traducción de Guillermo Fernández.

 

 

 

Mario Luzi

 

 

Es y no es la misma de siempre

Es y no es la misma de siempre.
Miro el radiante vegetal
de esos sin tiempo
y “vivido”, sí, ¿mas creído,
creído hasta el fondo?”, me digo
sin saber bien lo que quiero,
tal vez la historia entera, todo lo sucedido.

Y ella escribe de nuevo su indemostrable teorema
ya escrito en pergaminos
y en papeles, escrito minuciosamente,
estudiado con pasión,
examinado con arte,
puesto en duda por expertos, considerado inexistente
de no mediar el testimonio del llanto y la gran prueba
de la sangre.

 

 

 

Primera noche de primavera

Qué muere, qué nace
ahora que un fragor de trueno agrieta
la altura de la noche, anuncio
repentino de primavera rompe el sueño…

Generaciones
de hombres vencidos o encumbrados
en la altivez de sus males; profundas
edades con dolor, una tras otra,
gravitan en un solo punto,
en un solo tormento, y cruje
y gime, de pilote a pilote, el oscuro
puente hacia la última estatua
y la planta tendida de la raíz al fruto.

Pongo la mano en la punzada, escucho.
Primera noche de primavera, arrogante
y andrajosa entre el porvenir y el ser.

 

 

 

A lo largo del río

Quien sale ve inesperados signos,
manchas de nieve en los montes. El frío
de la Pascua, es cruel con las flores,
empeora a débiles y enfermos
y más de uno, perdida la esperanza,
tirita bajo cuellos y bufandas.

No será culpa mía si te encuentro.
Sigo el curso de este rápido río
insinuado entre barracas y túmulos.
Sitios donde el vagabundo, flautista
o lanzador de cuchillos, atiza
el fuego, acerca a las manos
dormita; el viejo desata al perro
junto a la orilla y ve la corriente;
un hombre, de pie sobre la gabarra, hurga
el fondo con la pértiga durante
horas y horas, hasta que en las barracas
colocan los quinqués sobre la mesa.

Es el paisaje humano
que por falta de amor
parece desunido y extraño.
Cuántos rodeos los tuyos, solitaria.
Es más claro que nunca, el sufrimiento
penetra en el ajeno sufrimiento
o acaso es vano
—no como río helado, como fuego
comunicante, sólo quisiera…
Amor difícil de ofrecer,
difícil de recibir. Se conturba
al atreverse, siente el frío de la sierpe
mas torna insatisfecho al no atreverse,
apremia en todas las edades de la vida.
El río corre, desata sus rápidos,
arde la espera, la familia se reúne
para la cena, se comparte el alimento.
Truena. Medio llovizna. Crece la hierba.