Huésped clandestino
(Traducción al español de Emilio Coco)
He aquí la tormenta,
ya está en el naranjal
entre sus frutos, sus ramas.
Furioso el jazmín,
a intervalos en aquella ráfaga
aguza su perfume,
exacerba su llamada.
Del todo agoniza el jardín
que, él, desde la glorieta,
roza apenas
con sus ojos de sultán
acostumbrados a las estaciones,
a sus engaños, conscientes
de las muchas turbaciones
del único principio. Ibi ipse est.
*
Acaece, se transforma
en porvenir el acaecido tiempo.
Es cierto, se percibía
a veces el testigo
relevado en la carrera
entre atletas poderosos
en la pista de aquel campo‒
pero, ahora
¿qué era
de sus negros pesares,
de sus destellos de alegría?
disueltos en aire, acabados
en nulidad‒ o los descifraba
a título de justicia
un libro, una inescrutada matemática
encaminada a la equidad…
*
Desde el porvenir ‒así los ve, ahora,
a sus iguales, a sus consortes.
Helos aquí, los tiene enfrente
en aquella castidad
niña de la pintura.
No eran emisarios,
ésos,
o embajadores
de nadie en el mundo,
estaban allí, suspensos,
entre gracia y deseo,
presentes en el perpetuo evento:
mejor dicho… eran reyes
ipsius quisque sui, cada uno
dentro de sí,
porque ya nunca revocable
de lo vivo de la escena,
porque había sido.
Porque era.
*
¿Adónde va el movimiento?
¿Dónde está la quietud
universa de las cosas?
Expande,
mensajero, un claroscuro
de regla superna
y de misterio.
En su hora
sale del contraluz
de la parte del mar
y de la desembocadura, en vuelo
a flor de agua‒
así remonta el río
con la fuerza
tranquila de las alas
y de las ancas,
así enfila
las arcadas de sus puentes
hacia oriente,
la pobreza,
la fuente.
¿Es el sentido, aquél, o un paso de la perpetua danza?
*
Siesta bajo la piedra.
Es el verano. Es él,
siente, lo es,
empinado, perdidamente. Lo funde,
dentro, en lo hondo
su propio instante.
Puro todo arde,
Se carboniza, flagra.
Sombra a plomo, avara,
desnuda tierra hendida.
Se desmorona, se pulveriza.
Llama, boca de horno,
no para aniquilar,
para regenerar
vida desde las cenizas.
Y nosotros dentro de aquel fuego
resinas destilando, oh
liberación de las cortezas.
*
Despojó, tarde obscurecida,
casi procelosa tarde,
de toda lumbre
de azul
la atmósfera
de hora en hora
demasiado negra…
sustrajo de aquella mezcla
de lóbregas oscuridades
en el aire
el azul turquí y el violeta,
fue negro, negro negror
pero con ojos de aguamarina
el monstruo que clausuró la jornada:
mas no como amenaza,
novísimo preludio
a cuál de nuestras
inmemorables aventuras.
*
Es tarde.
El final del día se aproxima,
Ya se oscurece
la abierta orilla densa de hierba
dejada por los que regresan,
anochece
el semidesierto paseo del río.
Es perezoso
el agua, el corte
de una extrema oblicua lumbre
desde poniente
trastorna
aún su fundido plomo.
Adiós, ¿adónde vas, día?,
¿adónde te acompaña el río?
Los une, los empareja
una sola inmutable andadura
al día y al río
hacia la anulación
y hacia el gran regreso
a la cabeza de la mañana
que todo lo reconquista y todo lo alumbra.
*
HUÉSPED CLANDESTINO
Atardeció, se estrechó
la ciudad entre sus montes,
cobró un aire
excitado como para trastornar
sus arterias, sus encrucijadas,
sus descensos
a los senos de sombra, sopló
en el paseo del río
las enfebrecidas lámparas.
¿Quién era el que venía
a qué encuentro
con el pasado o el presente?
huésped
clandestino
o mensajero
disimulado en sus tabernas
antes del gran anuncio
o profeta desde las entrañas
de su todavía no curada historia
¿para despertar los eventos,
hacerlos presentes?
Tal vez no, en la sombra de la tarde
una sombra transitoria
desde la nada a la nada de su memoria…