Mario Bojórquez

Me llaman Sombra

 

 

 

 

 

Casida de la indignación

 

Enojado, perdido ya

en esa levadura amarga, por donde hoy

no sé si hoy o siempre

mi corazón se enciende

y horrible pulsación

fósforo y tea

arde impaciente

indignación.

 

Indignación se llama

éste oblicuo malestar, y furia,

furia el destrozo que la sangre deja

al pasar de un órgano a otro órgano.

¡Qué recorrer de sangre, qué veneno

que vuelto contra sí, se contamina!

 

Indignación, acaso,

o náusea de injusticia;

pero no, seguro indignación

y sí coraje y rabia.

 

 

 

 

Casida de la postergación

 

La vida nos engaña, nos obliga

a correr tras fantasmas, apariencias

y en el alto deseo, nos invoca

al desfile de sombras por la sombra.

 

La vida nos engaña,

nos invita

su sola invitación nos causa canas

y dentro del ardor de nuestros órganos

el fuego se congela en un instante.

 

Nos engaña la vida,

nos engaña

nos acerca a los ojos el fruto apetecido

la codiciosa boca se hace agua

y nuestro corazón, Tántalo ardiente,

estira fallo el cuello

y la sed lo consume.

 

 

De Diván de Mouraria

 

 

 

Querella

 

Escucha cómo late tu sangre

Cómo pierde el oído su pulso acelerado

Escucha el ardor de las venas bajo la coraza de tu piel

Súbete en el caballo desbocado de tu sangre en la vena

Dale sangre a tu vena

Dale vena a esa sangre para que corra

 

Ahora que ya es tuya

Que vas con ella montado en su sonido

Observa que cojea, que su potro ha quedado mordido por el hambre

Que un destino ha baldado su galopar esbelto

Que se oxida la grupa

 

Corre en tu sangre los caminos vedados a la conciencia

Siente la espina injertada en el casco

 

 

*

 

Aquella palabra que dijiste en la penumbra hueca

—Un silencio sin costas se abrió para decirla—

Te perseguirá todos los días de tu vida

 

Una palabra puede

Sin orillas marcar el destino de un hombre

Envolverlo en su nata para siempre perdido

Llevarlo a cuestas por sendas innombrables

Y sacarle a sus huesos el jugo de la vida

 

Una palabra un nombre

De aterida canción en florecida sombra

Dará al que la pronuncie

Una puerta para salir huyendo

De tedios y nostalgias

 

 

*

 

Me llaman Sombra

En el tendido hueco del árbol que me acoge

Me dicen ese nombre porque nadie se atreve

A ver en mi costado la marca de los días

El costillar desnudo de lo que ya se fue

Y no vuelve

 

Yo asiento con un gesto

Me acomoda saber que no soy nadie

Que no importan mis penas ni el pasado

Que para siempre fue en mi cuello una carga

 

Esa sombra se mueve sin un cuerpo

Pensarán

Y hay algo de razón en su sentencia

Qué si no Sombra habrá de ser aquél

Que ha quemado sus naves en la costa serena de la vida

 

Yo me cubro las piernas con las ramas

Sombra del árbol

Voy con él o me quedo

Para siempre plantado en el camino

 

 

De El deseo postergado

 

Mario Bojórquez (Los Mochis, México, 1968). Poeta, ensayista y traductor. Realizó estudios de Lengua y Literatura Hispánicas en la UNAM. Sus primeros lib ... LEER MÁS DEL AUTOR