Marina Tsvietáieva

Sin cansarme

 

 

 

(Traducción al español de Lorenza Fernández del Valle)

 

 

 

Mi jornada

Mi jornada es un absurdo sinsentido
Yo espero del pobre una limosna,
Y doy al rico generosamente.

Ensarto un rayo en la aguja
Confío mi llave a un bandolero
Y pinto de blanco mis mejillas.

El pobre no me da su pan,
El rico no acepta mi dinero,
En la aguja no entra el rayo.

Entra sin llave el bandolero,
Y la tonta llora a cántaros—
Sobre su jornada de sinsentidos.

 

 

 

Del campo de los cisnes

—¿Dónde están los cisnes? —Los cisnes han partido.
—¿Y los cuervos? —Los cuervos se han quedado.
—¿A dónde se han ido? —A donde van las grullas.
—¿Por qué se han ido? —Para no ser desplumados…

—¿Y papá dónde está? —Duerme, duerme su sueño,
Sobre su corcel de las estepas vendrá a buscarnos.
—¿A dónde nos llevará? —Hacia el Don de los cisnes,
Allá, tú lo sabes, está mi cisne blanco.

 

 

 

De piedra son unos, de arcilla otros

De piedra son unos, de arcilla otros —
¡Y yo centelleo con luz argentina!
Traiciono de oficio, Marina — mi nombre,
Soy frágil espuma marina.

De arcilla son unos, los otros de carne —
Para ellos: ¡tumba y losa sepulcral!
—Bautizada en la pila marina— y en el aire
Destrozada sin fin, vuelo y sucumbo.

A través de los corazones, a través de todo hilo
Mi capricho se infiltra, penetra.
De mí —esos rizos vagabundos: ¡miradlos!
No se hará para nada sal terrestre.

Contra vuestras rodillas de granito, triturada
Cada ola me — ¡reanima!
¡Viva la espuma, gloria a la espuma dichosa,
Viva la alta espuma marina!

 

 

 

[No he respetado la ley…]

No he respetado la ley, no he comulgado
Y hasta la última hora pecaré
Como he pecado y como peco ahora
¡Con pasión! ¡Con todos los sentidos que Dios me dio!

¡Amigos! ¡Cómplices que incitáis sólo al fuego!
¡Estaréis conmigo, oh tiernos dueños míos!
¡Adolescente, hija, árbol, estrellas, nubarrones!
¡Responderemos juntos ante Dios, oh tierra!

 

 

 

Poemas no coleccionados

Soy la página bajo tu pluma.
Cuídame. Página blanca,
Yo guardo en mí tu bien
Y te lo centuplico.

Yo soy la gleba, la tierra negra.
Tú eres el sol y la lluvia.
Tú eres el señor y el amo, yo
El humus negro, la hoja blanca.

 

 

 

A Ajmátova

¡Musa de los llantos, la más bella de las musas!
¡Cómplice arrebatada a la blanca noche en que naciste!
Proyectas sobre Rusia tu sombrío tormento
Y tu aguda queja nos perfora como un tiro.

Nos apartamos gimiendo, y ese ¡Ah!
Salido de mil bocas te da vida, ¡Ana
Ajmátova! tu nombre que sólo es un largo suspiro
Cae en este inmenso abismo que nada nombra.

Al pisar la tierra que pisas, al caminar
Bajo el mismo cielo, ¡llevamos una corona!
Y aquél a quien hieres a muerte en tu camino
Descansa inmortal en su lecho de muerte.

Mi ciudad resuena, las cúpulas cintilan,
Un ciego errante pasa alabando al Señor…
Y yo te ofrezco mi pueblo donde suenan las campanas,
Ajmátova, y te doy también mi corazón.

 

 

 

Sin cansarme

a Boris Pasternak

Sin cansarme, como pedregal
Que se rompe, sin cansarme
Como se espera que llegue la muerte,
Que llegue la rima, sin cansarme

(Como el rehén encadenado
Espera la llegada de la soberana)
Sin cansarme, como se acaricia
La venganza, sin cansarme—

Esperaré (Párpados plúmbeos.
Dientes contra labios. Endurecida. Pétrea)
Sin cansarme, como se mece
La ternura, sin cansarme

Como perlas que se horadan,
Sin cansarme, como uñas
Que se muerden, sin cansarme
Esperaré — Rechina un trineo,

Cruje la nieve. Rechinan los goznes:
La taiga brama y se hunde.
Rescripto supremo: Príncipe nuevo,
Nuevo reino, entrad alteza.

Y bajo mi techo:
No aquí abajo —
Sino en mí.

 

Marina Tsvietáieva Nació en 1892 en Moscú y murió —se suicidó— en Elábuga en 1941. Entre ambas fechas hay una infancia feliz, literatura y desdichas. ... LEER MÁS DEL AUTOR