Maricarmen Velasco

Nos esconden en una cueva

 

 

 

 

DESDE QUE TE LEVANTARON

no concilio el sueño

Cuento las varas de carrizo

los listones de tejamanil

Sé que van siete alacranes

que se desprenden del techo

Pongo a prueba mi instinto

olfateo a los hombres

que me parecen siniestros

lamo la tierra

para que su sabor me diga

si por ahí pasaste

Corro detrás de una muchacha

pongo mi nariz sobre su pelo

me detengo en su mirada

para descubrir si te oculta

en los callejones de la mente

si te ha enamorado

y no quieres salir de su piel

y no te veo

Cuando pienso que no volverás

me hinco en el piso de tierra

muy cerca de la lumbre

y grito

como bestia a quien robaron sus crías

con la mirada hacia adentro

aúllo

 

 

 

 

DE NOCHE

después de la jornada

hago listas

de argumentos

que parecen verdad

de inocencias

que sugieren cinismo

de coartadas

sin dirección

ni personaje

Registro

la camioneta

plagada de huellas

el número de serie

desdibujado

los recorridos

que se interrumpen

 

Acumulo

la placa apócrifa

el escondrijo

los intervalos

donde los narcos

se disfrazan

 

Investigo

el hospital

que revienta

la oficina

bajo sospecha

el búnker de cadáveres

sin nombre

Registro

el rencor

y la burla

la cobardía

y los agravios

Vigilo

a los buitres

que me perforan

los sueños

a los buitres de traje

con la flor

de la lepra

en la solapa

Indago

la peste del silencio

porque deja dinero

porque encumbra

la del venga mañana

la semana próxima

 

Detecto la cruz

usurpada

la del diezmo

a depositar

en lo oscurito

Sigo la pista

a la lepra

de sotana

con casa

de seguridad

 

 

 

 

CADA VEZ SON MÁS

los que callan

los que se esconden

detrás del verde olivo

del negro encapuchado

del azul que traiciona

Cada vez más

los que nos dan la espalda

detrás de un escritorio

 

CADA VEZ SOMOS MÁS

las que buscamos

a nuestros hombres

en el plantío

en el desfiladero

Las que planchamos

la misma prenda

como si el contacto con ella

pudiera regresarnos

el aroma de su cuerpo

la risa que sacudió su camisa

como si pudiera devolvernos

el recuerdo de su mano

aferrada a la nuestra

aquellos días

de sus primeros pasos

Muchas más

las que esperando

cada tarde

desdoblamos

la hamaca

de nuestras hijas

Las que en el patio

donde crecían

el papayo

y el naranjo

cavamos túneles

para esconder

a las niñas

que les han crecido los pechos

los narcos las consideran

fruta

sabrosa

Somos las que al tiritar

de noche

en pleno agosto

no encontramos en el catre

un cuerpo que apacigüe el frío

Las que andamos

como muertas

arrastrando bultos

con lo que nos queda

de las uñas

que han escarbado

en el potrero

en las márgenes del río

Cada vez somos más

las ciegas de llanto

que abandonan su hogar

para ser las viudas nómadas

las sin hermano

las hijas huérfanas

de esta tierra

donde brotan

como semillas

los cadáveres

 

 

 

 

EN TORNO AL CAMPO DE FUTBOL

las garzas tiñen de blanco los laureles

El crepúsculo gorjea sobre sus ramas

Los gritos se escuchan gozosos

Gotas de sudor

salpican el suelo

Animales encapuchados

se paran frente al terrerío

Observan cada movimiento

listos para atrapar a sus presas

Avanzan a zancadas

levantan a siete

casi adolescentes

El candado de la noche

se abre la tormenta

con estruendo de cerro

desgaja

familias

 

 

 

 

ESTOY CEGADO EN ESTE GALERÓN

en el que no hay color ni forma

donde la angustia magnifica

los golpes de granizo

sobre el techo de lámina

Afuera maúlla un gato

maúlla por mí en cada herida

en cada surco

por el que escurre la sangre

por la frente

espalda abajo

el calosfrío

la gota

arde

 

 

 

 

CON LA MIRADA EN EL CAFÉ DE LA MAÑANA

por fin Cholito susurra apenas

Eran chavos como yo

niños

Llegaron de madrugada

con la alegría saltando en sus ojos

Pensaban como nosotros

que serían de los que pueden

de los que traen pulsera

y oro al cuello

puntiagudas botas

De los que llevan del brazo

a las mises de belleza

las suben en jaguares

hasta las nubes

les convidan güisqui

y azuquítar

que les meten en la nariz

para que la fantasía les salga

en la cama

en las trocas

para que a ellos les prenda

la hombría

los puños

y las palabras

sucias

como siempre

Un sorbo de café

mirada ausente

Sobre todo

los puños

y calla

El silencio es

como el peso de la yegua

que desboca

y cae encima

 

 

 

 

NOS ESCONDEN EN UNA CUEVA

comemos sobras

que nos echan

como si fuéramos marranos

Antes de salir el sol

caminamos dos horas

rumbo al campo

donde se cosecha la droga

Regresamos de noche

con un halcón por delante

amarrados uno con otro

en fila india

cuerda de esclavos

 

Maricarmen Velasco Nació en la Ciudad de México el 16 de agosto de 1955. Estudió Antropología Social en la Escuela Nacional de Antropología e Historia (EN ... LEER MÁS DEL AUTOR