María Negroni

Exilium

 

“Je cherche la pauvreté dans le langage”.
Jean-Luc Godard

 

 

Una selva amniótica donde morir

se acuna.

Poco más ocurre

en los días futuros

:

   la amada insuficiencia

acopia heridas,

alimenta el juego

de la realidad.

Después amanece

en la isla verbal

:

boda,

ausencia,

mundo y página

sin deletrear.

El dios del parto

en tales modos

del frío.

A esta escena

sigue una noche de aquéllas, abierta a más noche,

por donde se mire.

La realidad infiltrada

sangra al oído de todos

y la herida supura

sin escarmientos.

No es seguro

que esa riqueza persista,

que nos expulse

de nosotros mismos.

Pasa una sombra escrita,

la ortografía

de una pasión trunca.

El poema enamorado

de lo peor.

Gran parte

de lo que acontece

  en el carrusel del miedo

puede explicarse así:

hay mundos

que no favorecen

los hechos,

el jardín no es,

ni ligeramente,

el jardín.

Menos mal que,

de pronto,

un autor malherido

vuelve de ningún lugar

:

las palabras baldías

cavan su propia fosa.

    Se iluminan de exilium

   los ritmos graves.

Primero plano de todo:

Morder las noches

en la declinación de un viaje

alto y de ojos díscolos

y después

la carne triste,

esa impureza que sueña

sin referentes.

Así las cosas

en la jaula mortal,

noche y boca, hombre y huella, ojo, uno y corazón.

Tanto esfuerzo para llegar

a esa lengua

donde alguna vez fuimos niños

de aladas palabras.

En esa especie de cuna,

erudita y nocturna,

      alguien dicta

       enunciados

         procaces.

Linterna mágica

para alumbrar

un hiato

inesperado

:

una hora de artista,

un odio

a los pequeños sentimientos.

La patria móvil

muy a veces,

La disonancia,

más cierta

que cualquier verdad.

Sin eso,

suntuosa no sería

la partitura,

no se amarían por dentro

las notas de agua,

buscándose el brillo

en la caverna,

    la cercanía

en su espina de exilio.

De aquí a lejos,

de lejos a más,

solo andaría la noche, desapacible.

A esto lo llamamos

epistemología

del no saber.

Serie clandestina,

de un azul joven,

  por donde anda Dios.

Y he aquí

que, en lugar de palabras,

llegan noticias

de asentimiento

,

testimonios que traen

sin causa y con causa,

un salmo a favor

de las odas

.

Tumba y jardín de motines

para un concierto de alrededor y luz y mundo

.

Se escuchan fuegos analfabetos

:

sapiencia pura.

Nada esperes

de las cosas mortales.

Nada

de las inmortales.

Apenas

—quizá –

un recuerdo

sin  recuerdo.

La biografía

de un vestigio

de la deficiencia.

Fuera de eso,

los sustos infantiles,

sus lobos

  en la declinación de un bosque

alto y de ojos díscolos.

En esta noche

de mangas cortas

el horizonte del estilo

es lo de menos.

Se sientan a la mesa

las formas rotas

del mundo,

dicen

cosas vivientes

en su mayoría tristes.

Y luego,

si luego fuera

un término aceptable,

dan de comer miguitas

a la intemperie.

Lo imposible emerge

   —a veces—

   bajo esas ruinas.

Se diría que ocurre

afuera del antes,

en dirección a días

y otra vez días,

que llega

como estación legible

al tablero inmóvil

de unas piezas negras.

Toca a la puerta

el alfil de agua

trayendo deberes

interminables

.

   Tanto esfuerzo para llegar

a esa lengua

donde alguna vez fuimos

niños

de aladas palabras

.

 

 

-María Negroni
Exilium
Vaso roto ediciones
México-España, 2019

https://americas.vasoroto.com/

 

Maria Negroni Exilium

 

María Negroni Poeta, ensayista, novelista y traductora argentina. Ha publicado numerosos libros, entre otros: Arte y FugaCantar la nada LEER MÁS DEL AUTOR