María Kuluri (Μαρία Κουλούρι)

Ciervo urbano

 

 

 

(Traducción al español de Virginia López Recio)

 

 

 

 

Soledad global

 

Mirando las puertas las ventanas

las paredes de cemento

las luces de las casas y de las calles

a los otros viandantes

a los gatos y a los perros

cada vehículo en el asfalto

las señales y los semáforos

los contenedores de basura

y todo lo que pueda

asomar en las calles

se dio cuenta de que el suelo es

lo más valioso que existe en la tierra

 

Cuando dejó de crecer

entendió que andar cada día

en una ciudad con miles de edificios

es exactamente lo mismo

que buscar esa rama

que soportará el peso de su cuerpo

 

 

 

 

El enamorado

 

Sentado en el bordillo sujetaba la cabeza

incapaz de entender

si se encuentra en el eje de la tierra

o si centrípeto

llegó a su corazón

Sometido al vaivén del camino

dejaba sus miembros como fianza en la ciudad

Señales indelebles de desaparición

 

Le vi decir hoy

que la vida es bella

cada vez que un hombre

se quita la ropa

y una mujer extiende la sábana

 

 

 

 

Comestible

 

La estabilidad de la naturaleza venció

ahora comprendo

El hombre tiene solo una vida

y eso es suficiente

Basta con otro día en tu jardín

Las hojas me envuelven

pero sobre todo los frutos

cuando te corto en dos

una mitad en mis dientes

otra en el plato

 

Te imagino mujer

repartiendo manzanas

y llego de lejos

con toda el hambre del camino

 

 

 

 

Cambio climático

 

El día que llegaste a mí

dejé que bajo la piel se notase

mi rostro humano

Viste cuerpo sin sexo

una cabeza libre

de peso

Viste en mis ojos

hielos

bosques

cielo

 

No te fijaste en el hambre

en mis pies temblorosos

en su nueva planta

No preguntaste si la naturaleza tiene cabida

en la ciudad que habitas

 

Gritaste sólo:

por fin juntos

y entonces empezó

eso que más tarde fue llamado

uso insensato

de mis poros naturales

 

 

 

 

Nuevas metas

 

Estuve peleando toda la mañana con una naranja

La lavaba la secaba

con un cuchillo tracé líneas en ella

Quité la cáscara

Piadosamente alejaba cada fibra

de la carne cada huella sobrante

La abrí en dos

la extendí en el plato

Sin parar empecé a tragar

un trozo tras otro

Al final el plato quedó vacío

y pensé en cómo pasó el tiempo

Otra manera debía encontrar

otro comienzo para el día

Tal vez alguna fruta de la nueva

temporada

al menos un cuchillo nuevo

 

Podría incluso imaginar

un encuentro fortuito nuestro

a la vuelta de la esquina

tras años

allí

en la ciudad donde juntos

afilamos nuestras hojas de metal

 

 

 

 

Aceptación de obra

 

Creo en la fantasía

y fabrico sueños

eróticos ideales

 

Y así como guardas de mi amor el nombre

lo único que espero

es que tu risa se convierta en belleza

 

Para el resto

-rebeliones y cambios-

me convertiré yo en la revolución

 

De todos modos, con labios vacíos

me ahogo en las ideas

 

 

 

 

Breve exhortación

 

Una idea callejera para una revolución

llena la plaza

Es la lluvia el día del verano

poco antes de que surjan las dudas

en los dedos de fieles veraneantes

y que la calidez inmóvil

avive ingestión y discurso

Las bocas entregadas a la expansión

se abren a rocas

y esparcen en la superficie

la secreción del sudor

 

Todos en las calles

No alcanzan a rechazar

culpabilidades y esperanzas

Con todo el amor que quedó en los bolsillos

suprimamos la ciudad

 

 

 

 

Ciervo urbano

 

En esta época regresa

a la ciudad un ciervo

En el rebaño no faltará

Bajo la nieve tras la montaña

dejó una vieja sorpresa

Como las palabras del muerto

ya solo el ruido insiste

 

Su muerte faltaba antes

de que por las calles vacías anduviera

Cuando aún ante él no se había detenido

en el crepúsculo el cazador

incapaz de solucionar el enigma

 

Cuánta sangre corre por las venas

cuando un arma apunta a una herida profunda

 

Cara a cara en el centro de la plaza

Uno cuenta sus balas

el otro las raíces de la cabeza

Y los dos, sin embargo, consienten

 

Incluso la mayor caída

ha vuelto a suceder antes

 

 

 

 

Metopas

 

En las ciudades baladíes del sur

la luz perfora las cortinas

y se escribe en las paredes

Como las líneas que no cupieron en la piel

y se extienden por la mirada el sonido el tacto

 

Desde las ventanas altas se proyectan formas

con las sienes unidas

Imprecisa la determinación de la relación

parentesco o amistad

Sobre sus cabezas se posan Partenones

 

Cerrados los labios escriben la historia

Callado herméticamente perdido el aire

 

María Kuluri (Μαρία Κουλούρι) Es una poeta griega, nacida en Jalkida en 1975. Ha publicado cuatro libros de poesía: Museo vacío (2013), Relojes y otros mov ... LEER MÁS DEL AUTOR