Las transformaciones
Las transformaciones
Después de las edades
el silencio convergió
bajos los vientos
después de las edades
revelación de los cuerpos
gestos de la luz
sobre los vientres
las transformaciones.
Profanación en las alturas
I
en el nombre del padre y del hijo
proclamo mi bautismo en este breve sueño
en nombre del espíritu santo
resurjo de la piedra-iguana
soy lengua que contempla la siesta
y no perdona
II
creo
en el amor
que ha teñido de rojo la estalactita
en el sacerdote que ha vestido
de angustia la tarde
en la ofrenda de los cuerpos
en la araña que ha cruzado el desfiladero
en la sequía que aniquila
en el estertor de los aparecidos
en las ruinas de oropeles y desvaríos del alba
en los visionarios de la comarca que
murieron
en cuclillas
ahora
una manada de vicuñas se prende
a un pezón
y el aire santifica las alturas
III
celebro
la fecundación
el oro que se esparce
las uñas impuras donde se entreteje
la historia
el Capitán Diego
los sucesores
el padre de mi padre
que huyó despavorido
el devastador incendio
las lenguas mártires
las calabazas del miedo
el dios solar
crucificado
Los Señores del jaguar
El Oficial mayor del templo
murió aquella tarde
cuando se clausuró la puerta
murió
después de memorizar el mapeo
dibujado sobre la piel del cerdo.
*
Los caballeros del Jaguar
apuñalaban
al tapir
con trozos de obsidiana
abierto
en la piedra caliza
el animal
transmutaba
leyenda
era guia
en la eternidad
sus extremidades
mostraban el diseño
de la casa real.
Huayrapuca, la madre del viento
Fue una liturgia
en el confín del mundo
todavía ciegos
con la mambrana
colgándonos de los huesos.
Un rasguño minúsculo
floreció en el salitre
se extendió
como nervaduras en la piel
los ángeles exhalaban
el aire
presagio de lluvia
y en el conjuro
la sustancia desdobló
en viento
Suri
Suri
de las patitas largas
el que diseñaron los antepasados
de mis antepasados y los de éstos
allá en el territorio virgen
norte de mi norte
el que bordea la tristeza calchaquí
norte de mi norte
el del fuego lento de la espera
el de la perpetua luz
en el nombre del norte
y en la señal de la cruz
La oscuridad era un espanto
No fue una constelación
solo un resplandor
extraño
difuso
venía de otros mundos
amalgama en la furia de la noche
un tatuaje de luz consumió mi cuerpo
una copla se unió al viento
en la quebrada
la oscuridad
era un espanto
alguien venía después de la muerte
a cobrarse una deuda
una traición
un amor
pude ver sus ojos
animal hambriento
me santigüe
porque los difuntos no descansan
a veces trepan por sus huesos
para escuchar conversaciones
hablar con sus parientes
sin que nadie
nadie se dé cuenta
y fue entonces que las primeras
luces del alba
comenzaron aparecer
y el animal se adentró en el monte
El agua del cielo no ha de caer
En la tundra pequeña donde los caballos no pastan
y la arena forma remolinos de vientos
sobrevuelan aves zancudas que migran hacia el salar
en noches de relámpagos puede verse
el techo de una casa que el zonda ha enterrado
siluetas, ondulaciones, montes
y alguna luz misteriosa
el agua del cielo no ha de caer
canta una vieja coplera
en otro amanecer las cosas vuelven
a su lugar
el aire es transparente
la montaña una planicie
en los confines
la furia caníbal del viento
vomita un pueblo fantasma