Desde el desierto rojo
Nueva poesía italiana
Sección al cuidado de Cinzia Marulli
Traducida al español por Stefania di Leo
de “Trasparenza” Ed. Interlinea 2019
1980
La provincia se llenó de casas nuevas.
Hay felicidad. Aún no habíais nacido.
Las casas sólidas de las parejas eternas.
Pensamos que se expandiría hacia grúas muy altas
y los árboles trasplantaron el anillo de alquitrán
que terminaba en el campo y el campo sereno
como delante de un espectáculo. Tu dices
aún no habías nacido, pero había una forma
en obras y familias: las raíces que obligaron,
el alquitrán, las grullas montadas, los niños nacidos,
uno por uno un coche, la felicidad
como la piel nutrida de un reptil.
Una primavera termal te corta ahora
entre bolsas de la compra y bulbos de celofán:
nos corta donde digo mira el campo con las ruinas
de las imágenes, el tubo de rayos catódicos roto.
En el sonido inmóvil de la televisión
las casas traseras se derrumban en el video:
las sacamos, sujetamos el techo con trigo.
Sin nosotros envejecer como si no hubiéramos nacido-
miniatura terminada, espíritu blanco, hologramas
dentro de todo el paisaje.
Atmósfera
Cada respiro es una pequeña muerte
o tal vez como decir las manos en el vientre
vacío de una mujer que quiere por dentro
un hijo. Cada aliento se detiene cuando
pensemos en el futuro de una generación
en habitaciones compartidas, contratos compartidos
las manos en el diafragma superior e inferior,
si alto dice que seremos, si bajo dice
el vientre delgado que nadie le hace caso,
que verdad es, cuantas ganas
se coloca como la del palacio
plantado durante años junto al río,
el apartamento que alberga múltiples vidas,
o el de la orilla de los plátanos pacíficos
de la familia de plátanos que elige
gratis donde construir tu casa. Escuchamos
el ritmo de un aliento, el vientre
que sube, baja, se estira
mientras lo tocas como si no debiera
nunca cuaje, no es la naranja vieja
que hemos olvidado en la cocina.
Pensamos en la masa joven de blancos
de la cultura blanca y su nueva vida adulta
en cuartos, contratos, este vientre
todos los ojos que reconocen, clasifican, escriben
por encima del cerebro del intestino. Nacieron
patitos porque es mayo, la familia
migra al terraplén cerca del parque. Haz visto
la huella del nido desgarrado, una cortina
de óxido Así el apartamento cuando está vacío
como si todos se hubieran movido al irse
los juguetes de hilo, la ropa industrial,
anticonceptivos, cajas de aire.
Vamos con la corriente, escuchamos otras formas:
bajo los cimientos de las casas, bajo las raíces de la orilla.
El cono de la atmósfera vacío, sobre todo, azul.
de “Desde el desierto rojo” – los cuadernos de la serie de Maurizio Cucchi – Ediciones de Prensa 2009 – 2021
*
Soy un lugar solitario en el desierto rojo:
hoy esta es mi dimensión, un punto
que no tiene largo, ancho, profundidad,
caído de lo más alto del cielo a la tierra
lleno de silencio y puro de repente.
Te escribo desde una zona roja, y esta es la verdad:
los límites están dibujados, el rojo ha llenado el espacio,
vacío, neutral, callejón sin salida, y todo el mundo es como yo,
puntos únicos, sin ilusión, en la primera primavera
del milenio que a la hora va cambiando de rostro.
Te escribo y desde este cuarto te susurro que si un punto
no tiene dimensiones, ¿es porque las ha unido todas en sí?
Pensar es unir – mientras la noche y el día
tenemos un solo color y aprendemos a pensar en él –
y en un bien ¿cómo, nuevo?
*
De puntillas recojo las cerezas.
El árbol sobre mí es una galaxia joven.
El mirlo salta sobre asteroides de musgo
se come la pulpa, se traga la piedra, una rotación
se derrite en su pecho, el pico amarillo del compañero
llega como un cometa. El árbol que nuestro padre
él plantó vivirá hasta que las raíces perforen
la pared – pero cada pocos segundos explotan
las raíces de las galaxias. Sucio con jugo fragante
¿Creemos que estamos nutriendo, protegiendo? Aves
parten los pedazos de una fruta, el aire se vuelve negro
y los absorbe. Te escribo: un árbol es un código.
Aprieto el núcleo entre mis dientes, estoy a punto de comer –
las cerezas de las ramas más altas se secan y las semillas se caen
encuentran trébol o viento estelar.