Para no decir catedral
FRONTERIZOS (6)
Néstor Mendoza
Uno de los patrimonios de la poesía radica en la oralidad, aunque no como trasposición servil sino como una pasta que se moldea a las necesidades del poema. La oralidad y la escritura son dos mecanismos diferenciados que nos permiten acercarnos a la realidad. Pero la realidad del poema es como una conjunción en la que ambos mecanismos se fusionan y paren otras posibilidades. Y esto se nota en el ritmo, en el vocabulario, en la sintaxis y en la desenvoltura genuina. En la escritura de María Alejandra Buelvas (Córdoba, 1995) se nota la energía de la juventud, una juventud que se hace escritura sin el tremendismo habitual. En esta propuesta de la joven cordobesa es posible rastrear una madurez que se muestra en el tiempo justo, sin acaparamientos publicitarios. Aquí vemos otras facetas de lo cotidiano: los espacios de un pueblo vivido sin complejos, como si fuese posible releer la monotonía de un lugar y sacar de allí un brillo renovado. María Alejandra tiene conciencia de los temas y de la elasticidad del verso libre. Son poemas que atraen porque no hallamos máscaras de estructuras heredadas. El riesgo de la poeta es su propio riesgo. O al menos eso intuimos al leerla. María Alejandra usa con soltura las conjunciones para contraponer un concepto afirmativo a otro negativo anterior. Y al hacer esto nos lleva a otras presencias: a otras personas y otros espacios, a otros oficios y otras vivencias. La propuesta de María Alejandra desciende hacia algunos juicios estéticos del cuerpo sin perder dignidad. No puedo dejar de asociar estos poemas de Buelvas con algunas enseñanzas de los buenos poetas brasileños: el verso ágil, que no teme a la torpeza, que se estira y hace uso efectivo del juego verbal, de la celebración y lo irónico. Pudiésemos estar en presencia de una poesía que busca o parte de una palabra (o un concepto) y se abre paso con diversos instrumentos de la expresión.
PREGUNTA
Cuántas veces
habré matado
el mismo
mosquito
No su reencarnación.
No como una metáfora.
Sino como la perplejidad
Del tiempo que se repite.
Heráclito equivocado
En el instante
En el que los dos
(El mosquito y yo)
Nos enfrentamos a la muerte
Siempre por vez primera
***
En la noche el avión avanza sobre las nubes sin cielo
El cielo no es azul
lo que ahora hay es un espacio negro
y unas luciérnagas que parecen pueblos
Sus antenas parecen casas
cuatro esquinas
cien habitantes.
El avión avanza y es de noche
En los hangares
Un técnico aeronáutico sueña con pueblos de luciérnagas
y tal vez con una amante con alas pero sin motor
y tal vez con muchos motores pero sin gente
y también con un cielo sin nubes,
cien habitantes
cuatro esquinas,
en dónde tiene una casa
y una cama
para soñar con aviones.
PARA NO DECIR CATEDRAL
i.
Ir a orar no a los altares ni a las cruces
Sino a quien lijó mal la madera
de la única banca mal alineada.
A quienes vienen buscando la misericordia de la sombra,
un lugar donde reposar el almuerzo
un lugar para salvarse.
A todos ellos
y a sus rodillas feas.
ii.
Hace años que la arena de la playa alcanza el altar.
Pero todo sigue intacto.
La furia de mar
impotente
ante
tres
viejitas
que barren la iglesia
todos los días de dios
PARTICIPE DE LA COSECHA
Paro hombres como un árbol pare mangos.
Se me hincha el estómago y ya no me acuerdo de sus nombres.
Algunos se quedan por el camino.
Están a medio parir aunque puje.
Hombre tú, casi parido: ¡Saca la cabeza y ayúdame!
A ti que ya te parí: ¿Por qué no te vas? ¿Qué estás esperando?
POEMAS DE PARÁ:
i.
Rafael no deja de trabajar.
Llueve tanto.
Es viernes santo Rafael vete a tu casa
Que la gente vive sin coco rallado y sin tapioca
Solo esta tarde.
Rafael hombre triste que miro desde la ventana.
En tu casa también te alcanzará la tristeza.
La angustia que crece los feriados porque se está yendo la vida
Debe ser peor sin clientes.
Quédate mejor en la barraca
Rafael
O haz lo que quieras.
Qué voy a saber yo
Que nunca trabajé un viernes santo
Y que me gustaría tanto
Que ahora alguien
Dios siquiera
Me hablara
Para pedirme una libra de
Tapioca.
De la de 3,50
Por favor.
ii.
Se apura una a aprender el nuevo idioma.
A pedir disculpas
A dar las gracias. a darlas muchas veces. y por todo.
onde é o banheiro?
Pero no se figura para qué de verdad sirven las nuevas palabras:
Para hablarle a Dios
Para entender un discurso
Pronunciado por una mujer de la calle
Una noche en la que llueve mucho.
BALDOSA HIRVIENDO
Me abandona la vida
Me abandona la vida y está lejos de ser una tragedia.
Ojalá fuera una tragedia.
Un fuego con una cuerda.
Algo que me atara a la tierra.
Pero ni siquiera el sol calienta el vacío que me separa del mundo.
QUÉ HIJUEPUTA FRÍO
Qué frío tan hijueputa.
Cómo será la puta que pare fríos
A qué hora se levantará
Cuál será su gesto para agarrar el cepillo
Será que sólo hierve la sopa de ahuyama
O también la licua
sabrá entristecerse sin enloquecer
pintarse las uñas sin pintarse las carnes
ser alegre sin desesperar.
¿Dolerá parir un frío?
Papas de fríos, no hay.
Ni de granos
Ni de dolores
tan hijueputas.
Son solo la puta
y sus hijos.
Sabe reconocerlos sin acordarse de sus nombres
Les mira la cara con una compasión recién nacida
Porque hay que ser mucho más que un frío
Para ser un frío tan hijueputa.