Margarito Cuéllar

Guardo el silencio en mi estuche musical

 

 

 

de NADIE, SALVO EL MUNDO

(Premio Hispanoamericano de poesía Juan Ramón Jiménez)

 

 

 

Elegí los domingos

para que los otros días no interrumpan

las edades que desgranan a madre

hasta dejarla en puro hueso.

La escucho     no escribo nada

para no alterar el ánimo de la tarde

aunque afuera alguien cumple años

y Las Mañanitas versión Pedro Infante

despertaron temprano.

En casa se cumple años a diario

y se habla poco de los primeros muertos.

 

*

Guardo el silencio en mi estuche musical

pero en este país hasta el silencio canta

y se va dando tumbos como piedra

a la que le extrajeron la memoria.

Primero son relámpagos    quiero decir     murmurios

más tarde truenos     gritos quise decir

y así hasta que Las Mañanitas de afuera

terminan en abrazo

y la herida de adentro ya no duele

y matria    que sale del insomnio o de la fiebre:

“te traigo un té     un pañuelo de seda

gritas como si padecieras el mal de los ausentes.”

Después se va despacio     como si flotara.

 

*

Huésped o animal desdichado   

una campana enferma

llama a los feligreses por su nombre.

“Saldré a caminar”     dice matria

“duerme un rato     vendrás cansado

hace años que no vuelves

ni siquiera en el sueño.”

Dormí toda la vida     matria

ahora abro los ojos de más

para que en un descuido de la luz

no te arrebate el sueño.

Duermo de pie para volver mis pasos

y encontrarme de frente

al niño que arrojé a los precipicios

mientras un viento lírico

arranca el fruto terrenal de mis desvelos.

 

Huésped o animal desdichado

voy en sentido contrario al de mis huellas

a sabiendas que es otra nuestra historia.

 

*

La historia empieza el día en que el hombre

empuña un arma de juguete

y dispara a la cámara.

¿Quién transforma a la altura de marzo

la inocencia de un objeto

en máquina de aullar?

Animal de seis tiros

de los que sólo uno hizo acto de presencia.

 

Eso pasó después.

Ahora    al terminar el brindis

la máquina hace click

y todos sonreímos en la foto.

 

 

 

HIJARIO

 

Les dije al rato vuelvo

y demoré un invierno de 20 años.

 

Ulises espera en su auto de juguete

lecciones de manejo

en la autopista.

 

Ayax

en el trampolín de una alberca

desde que el día abre los ojos.

 

No sé si soy el mismo

o si soy un fantasma

holograma

copia de copia

o un papá pirata.

 

 

 

ESTACIÓN ALZHEIMER

 

Tienen costumbres raras los fantasmas.

Hablan cuando nadie los ve

hacen señales a la sombra de un hijo

que arrastraron las rachas de un tornado

y se perdió en las grietas de la historia.

Llaman a alguien que solo oyen sus ojos.

En diarios del tamaño de una letra

anotan cifras     pronósticos    recetas invisibles.

2019 es 1920.

Pero hay otro fantasma    más persistente aún:

el que borra lo escrito.

Mi madre y yo olvidamos su nombre.

 

 

 

Estos poemas pertenecen al libro Nadie, salvo el mundo, ganador del Premio Hispanoamericano Juan Ramón Jiménez 2020. El libro está en proceso de edición en la Diputación provincial de Huelva, España.

 

Margarito Cuéllar Originario de San Luis Potosí, México (1956). Maestro en Artes por la UANL y doctor en Educación por la Universidad José Martí de Latin ... LEER MÁS DEL AUTOR