A una pila de libros de los que no logro deshacerme
Nueva poesía italiana
Sección al cuidado de Cinzia Marulli
Traducida al español por Stefania di Leo
*
Bolonia ciudad-estalagmita, fuera de las murallas
es casi más acero que piedra.
Puro siglo XX la torre Unipol impresa
por el líquido logo del sol
(Rothko, Gramsci, Montale, todos juntos)
en la calma mineral tripulada por los server.
También hay flores, pero nadie las entiende
colgadas de los terraplenes, al abrigo de las barandillas:
nos dejan ir, no dicen nada.
Crestas de colinas en el camino de regreso, cielo, cosas que no sé.
Sigue dándome límites,
apremiadme a hurgar en el montón de lo visible.
Conviértete en escritura, acentos en el libro del mundo.
Palabras:
déjame escribirte, mantenedme vivo.
*
En el cinco contra cinco, lanzamiento grande,
la falta lateral pura especulación,
ni la sombra de una táctica ni un tilo
mientras el balón trituraba galaxias
en vuelo perenne.
El marcador se perdió casi de inmediato,
protegido por el hermoso gesto
que hace leyenda y jerarquía
para la batalla decisiva que (sabíamos)
nunca estaría en el calendario.
Todo para defender, luego todos adelante
compactos y quebradizos;
de vez en cuando sucedía que lanzamiento y sprint coincidían,
que nos dejaban
recuperar el aliento con las distancias hechas abismo
para contemplar el milagro del portero
que nunca acaecía.
*
La última vez que jugué con Legos
fue un paseo por la avenida del ocaso:
las miradas viajaron de acuerdo
y estaban en juego las últimas palabras por decir,
pero el polvo ya acechaba en el perímetro
de ladrillos de cuatro piezas en donde vivían
una treintena o más, comenzando por el Caballero Negro,
toda la Jefatura de Policía y, con el ayudante, un pizzero.
También quedó pendiente el inicio de un amor
entre el astronauta y la pelirroja con el pony
que quedó sin final.
Llevándolos dos veranos después al ático
encontré el barco pirata atracado,
los hombres en sus lugares, una margarita en el horno.
El helicóptero salió a patrullar la noche,
los demás escucharon embelesados los cuentos de los piratas.
En la puerta abierta había un hombrecito
con gorra sin papel que yo pudiera recordar.
Al salir se volteó a mirar
a sus amigos fijos en su eterna sonrisa.
*
Me gustaría adelantos sobre la vida humana a los 80,
no tanto saber si el trote que estoy haciendo
ahora tendrá efecto o si me quedará impreso en la cara
el mapa físico del mundo, pero para ver cuánta
retro visión muy clara podré explicarlo todo,
o si – dirían en francés – cuatro – veces –
veinte veces he engañado y, como en un cine por el contrario,
reescribo la historia de mi corazón a partir del plano.
*
A una pila de libros de los que no logro deshacerme
qué hacen los dulces ojos de los gatitos
en cuanto se cierra la puerta y
emboscan la autoestima; ningún ronroneo
para el elegante recién llegado en el sobre
de burbujas o en el bolso hecho a medida.
Si la mesita de noche tiene balda no me acuerdo:
una sola arborescencia obstinada e ingobernable
no vencida por el machete de mi división
que no manda nada
entre sofá, estudio y cama.
“Queridísimo, a nuestro camino común” –
que, quería, creo que hemos compartido durante algún tiempo
en mi ausencia- está impreso en la portada
en la portada interior, escritorio, Torre Norte,
primer piso, interior dos, prácticamente lleno periferia.
-Marco Bini
New Jersey
Edizioni Interno Poesía
Italia, 2020