Luis Camilo Dorado Ramírez

Formas de la belleza

 

 

 

 

 

Formas de la belleza

No se puede amar lo que tan rápido fuga
José Watanabe

 

Está nevando bajo los océanos.

 

Partículas de microorganismos

descienden helicoidales

durante semanas.

 

Es lenta la caída.

 

Millones de copos

atraviesan la densidad de los abismos

 

les lleva tiempo

recorrer la oscuridad.

 

Aunque nunca vi la nieve

imagino su peso en el agua.

 

La belleza es invisible.

 

Cada copo

es un planeta diminuto de carbono

que agrega en su rotación

conjuntos de seres anaeróbicos

móviles

traslúcidos

que copulan

en la superficie nevosa.

 

El aumento de su peso

no acelera la nevada.

 

Cuando alcanzan las profundidades

iluminan kilómetros inexplorados

y luego su blancura

comienza a extinguirse.

 

No hay luz

que revele el brillo de los campos nevados

la belleza no desaparece con el viaje

cambia de cuerpo al despedirse.

 

Peces luminosos celebran el arribo

como un niño que descubre

bajo la noche

un campo de luciérnagas.

 

 

 

 

Lo que se desvanece

 

Si todo lo que tuve ayer

no hubiera desaparecido

ahora sería menos precioso.

 

Escribo

a lo que ya no está

en un anhelo imposible

por regresarlo.

 

Todas las cosas que se olvidan

todas se despiden

antes de su viaje hacia la nada.

 

 

 

 

Bordado

 

Para sostener sus aves

mi madre dibujaba ramas

en las esquinas de los manteles.

 

Eso era lo primero

para aferrar las patas a los troncos

y dar a los cuerpos equilibrio.

 

Una vez que la aguja

hacía florecer la rama

ella hilaba el cuerpo de los pájaros

y cerraba sus alas

así aseguraba

que ninguno de ellos

abandonara con su vuelo

el espacio blanco del mantel.

 

 

 

 

Perspectivas

 

Veo la mañana

en la córnea inmóvil de una vaca

mientras abanica las moscas en su cadera.

 

Y diminuto

en una posición igual a la mía

veo un niño que me mira

dentro de su ojo gigante.

 

Luego de observarnos

nos despedimos

 

yo regreso a casa

y él se esconde de nuevo

en alguna parte de la vaca.

 

 

 

 

Hallazgo

 

La luna

descifra las líneas

que dejan a su paso los moluscos.

 

Su brillo recorre

el tejido ilegible de la baba

su espesor viscoso

que bordea piedras y hortalizas.

 

Como un arqueólogo maravillado

el astro palpa la superficie de la tierra

aunque su lectura

repita cada noche

el mismo silencio.

 

 

 

 

Próximo

 

El poema publicado

que solo ocupa un pequeño espacio

en uno de los muchos libros de poesía

 

no sabe que será interpretado de diversas formas

y que su grandeza termina

cuando el lector pase la página donde está escrito

para buscar en el próximo poema

una imagen más precisa

más profunda

más etérea.

 

 

 

 

Cierre

 

Este será el último poema que atravesarán mis pájaros

dejaré que se alejen

para evitar que los críticos clausuren su sonido

y señalen en la palabra vuelo

la sentencia de lugar común.

 

No habrá más árboles en mis poemas

haré livianas sus raíces para que se alejen en un aleteo de ramas

y evitar así la sombra

otra palabra

que posiblemente

envíen al exilio.

 

La migración será masiva

solo la inmovilidad de las piedras

detendrá el extravío de los vientos.

 

Pero a ti

que no te puedo mencionar en mis poemas

te dejaré crecer verde y extensa

nada detiene las cosas

que crecen en silencio.

 

Luis Camilo Dorado Ramírez (Bogotá, Colombia, 1985). Maestro en Artes plásticas y visuales, egresado de la Universidad Distrital Francisco José de Caldas” (ASAB). ... LEER MÁS DEL AUTOR