La sabiduría del río
CAMILLE CLAUDEL
¿Dónde están tus obras?
Joven con hierba, Los bañistas,
El Vals, Sakuntala,
maestra clandestina
del amante aprendiz
barbudo maestro.
¿Dónde languidece tu melodía
en los pentagramas de Debussy,
después de las horas de bebida
con las que enloquecías tu soledad?
Antes y después del manicomio
dicen que son tuyas las manos y los pies
de Las puertas del Infierno
y siento en el temblor de mi carne
la ausencia de tu firma
que provocó tu frío y tu miseria.
Has caído en el abismo
y Paul, que era tu hermano y escribía,
no te supo liberar.
Mujer de genio:
pecado contra natura,
no te dejaron ser.
Te condenaste y te condenó
el mundo a la demencia,
ese estado que rechaza nuestra cordura,
el sinsentido de nuestro sentido.
Y estabas loca.
¿Quién resiste a la locura?
No es del todo extraño.
Te mató, con saña, tu madre
por rebelde.
Querida, mueres creadora.
A veces el amor nace cuando uno muere.
Y es otra muerte.
Pero hoy, Camille Claudel,
inspiración, modelo y amante,
vives tu desgracia y tu logro,
en el río desbordante de tu biografía
y el reconocimiento tardío,
que es otra vida,
menos decapitada.
(de La arqueología del viento)
CIRCO
Todos los días de la vida
son y no son días de circo.
Cada uno alimenta
la ilusión del otro,
nos hace reír en la tristeza,
nos engaña en la verdad,
existe en la no-existencia,
lo gratamente inverosímil
y se disfruta la agilidad luminosa
de los orígenes del más allá
el abracadabra del milagro inesperado.
La identidad, un estado de tensión.
El territorio, la carpa, canta una voz.
Nos anima el surco en la grieta sana.
La sorpresa susurra
ecos de sueño,
la comunión del regocijo
en las luces y miradas.
Dicen que aquí se congrega
en alquimia consumada
la miseria y la belleza.
(de Principios Póstumos)
¡BASTA!
“Marcho lleno de un vigor supremo y nuevo,
soy parte de una procesión inacabable”
Walt Whitman (38)
Nunca le hubiese visto la poesía
a esa palabra tajante,
pero en su agresividad cargada
de emociones y en su decisión profunda,
la admiro: ¡Basta!
Decreto personal inapelable:
se acabó la injusticia, la tumba,
lo que nos encadena como piedra
y nos impide seguir los edictos
de los sueños, de la libertad
de los principios inocentes
antes de ser esqueletos
de los dictadores de rutina,
sometidos bajo el yugo
que nos niega el beber
el gozo de la arena,
la vida que perdura,
la dignidad de pueblo.
¡Basta! de la dureza
que no respira ternura
desde el caudal del origen,
desde la jungla de los sueños
desde el aire desnudo.
Declaro que me pertenezco,
me pertenece y posee la humanidad materna
a quien yo mismo pertenezco
y no a los credos, mandatos o disciplinas
que gritan bendiciones o maldiciones
con el don de lenguas y otros disfraces
de luz altiva o de amenazas.
Me festejan los azares.
Estiércol, abono,
raíz, brote y semilla,
mi dueño es la tierra.
Me repudian las jerarquías
como yo también las repudio.
¡Basta! Un ¡basta! sin confines.
OYENDO EL ALMANAQUE DEL YO
“Hoy no haré otra cosa que escuchar”
Walt Whitman
La vida me conjuga
minuto a minuto
y me fuerza a escribir
más allá de los libros,
las clases,
los obispos académicos.
Derramo la tinta del vivir,
su sangre de calendario
y el hálito único
casi indescifrable
de cada pulso, instante,
que oigo junto
con los bríos de los pájaros,
el bullicio del trigo que se yergue,
el cuchicheo de las llamas,
el chasquido de los leños
que cuecen mi comida.
Eso es; escucho a la naturaleza en sí,
al fascinante enigma que me explica,
a las respuestas luminosas de las fábulas,
no a los cánones
ni a las frases exigidas
por los mercaderes de la lectura.
El mapa de mi alegría humana
se dibuja con los dones de la vida,
pequeño o grande
en la generosidad de su almanaque
lo que brota sin exigir ni forzar
los nacimientos,
solo la ramificación de sus sonrisas,
el sonido que amo.
(de Todos somos Whitman/We are all Whitman)
LA SABIDURÍA DEL RÍO
La algarabía de las gotas
se beben con el festejo de los ojos,
libro de palabras que corre
atraído por la brújula del océano.
Vivir para crecer en el infinito de las olas
y la profundidad de un despliegue vasto,
caja viva de sueños que susurran sin orillas.
La corriente lleva el principio y el fin
en un círculo indefinido y perenne.
El oscuro dogma de la fluidez,
ese lugar que existe en el río de Heráclito,
como palabra que en su cauce nos cautiva
con la contrariedad, la sabiduría de sus cambios,
al ser y no ser durante la inocencia de dos momentos.
Te copio Borges para sentirme el río que somos,
y agotar el absolutismo de las piedras, los decretos,
reconciliando el fluir numeroso de crepúsculos, amaneceres,
en la salvación mortal y eterna de vidas:
las que nos alimentan con la festividad de las aguas.
(de El escondite de los plagios)