Luis Alberto Ambroggio

La sabiduría del río

 

 

 

 

CAMILLE CLAUDEL

 

¿Dónde están tus obras?

Joven con hierba, Los bañistas,

El Vals, Sakuntala,

maestra clandestina

del amante aprendiz

barbudo maestro.

 

¿Dónde languidece tu melodía

en los pentagramas de Debussy,

después de las horas de bebida

con las que enloquecías tu soledad?

 

Antes y después del manicomio

dicen que son tuyas las manos y los pies

de Las puertas del Infierno

y siento en el temblor de mi carne

la ausencia de tu firma

que provocó tu frío y tu miseria.

Has caído en el abismo

y Paul, que era tu hermano y escribía,

no te supo liberar.

 

Mujer de genio:

pecado contra natura,

no te dejaron ser.

Te condenaste y te condenó

el mundo a la demencia,

ese estado que rechaza nuestra cordura,

el sinsentido de nuestro sentido.

Y estabas loca.

 

¿Quién resiste a la locura?

No es del todo extraño.

Te mató, con saña, tu madre

por rebelde.

 

Querida, mueres creadora.

 

A veces el amor nace cuando uno muere.

Y es otra muerte.

Pero hoy, Camille Claudel,

inspiración, modelo y amante,

vives tu desgracia y tu logro,

en el río desbordante de tu biografía

y el reconocimiento tardío,

que es otra vida,

menos decapitada.

 

(de La arqueología del viento)

 

 

 

 

CIRCO

 

Todos los días de la vida

son y no son días de circo.

 

Cada uno alimenta

la ilusión del otro,

nos hace reír en la tristeza,

nos engaña en la verdad,

existe en la no-existencia,

lo gratamente inverosímil

y se disfruta la agilidad luminosa

de los orígenes del más allá

el abracadabra del milagro inesperado.

 

La identidad, un estado de tensión.

El territorio, la carpa, canta una voz.

Nos anima el surco en la grieta sana.

La sorpresa susurra

ecos de sueño,

la comunión del regocijo

en las luces y miradas.

 

Dicen que aquí se congrega

en alquimia consumada

la miseria y la belleza.

 

(de Principios Póstumos)

 

 

 

 

¡BASTA!

“Marcho lleno de un vigor supremo y nuevo,
soy parte de una procesión inacabable”
Walt Whitman (38)

 

Nunca le hubiese visto la poesía

a esa palabra tajante,

pero en su agresividad cargada

de emociones y en su decisión profunda,

la admiro: ¡Basta!

Decreto personal inapelable:

se acabó la injusticia, la tumba,

lo que nos encadena como piedra

y nos impide seguir los edictos

de los sueños, de la libertad

de los principios inocentes

antes de ser esqueletos

de los dictadores de rutina,

sometidos bajo el yugo

que nos niega el beber

el gozo de la arena,

la vida que perdura,

la dignidad de pueblo.

¡Basta! de la dureza

que no respira ternura

desde el caudal del origen,

desde la jungla de los sueños

desde el aire desnudo.

 

Declaro que me pertenezco,

me pertenece y posee la humanidad materna

a quien yo mismo pertenezco

y no a los credos, mandatos o disciplinas

que gritan bendiciones o maldiciones

con el don de lenguas y otros disfraces

de luz altiva o de amenazas.

 

Me festejan los azares.

Estiércol, abono,

raíz, brote y semilla,

mi dueño es la tierra.

Me repudian las jerarquías

como yo también las repudio.

¡Basta! Un ¡basta! sin confines.

 

 

 

 

OYENDO EL ALMANAQUE DEL YO

“Hoy no haré otra cosa que escuchar”
Walt Whitman

 

La vida me conjuga

minuto a minuto

y me fuerza a escribir

más allá de los libros,

las clases,

los obispos académicos.

 

Derramo la tinta del vivir,

su sangre de calendario

y el hálito único

casi indescifrable

de cada pulso, instante,

que oigo junto

con los bríos de los pájaros,

el bullicio del trigo que se yergue,

el cuchicheo de las llamas,

el chasquido de los leños

que cuecen mi comida.

 

Eso es; escucho a la naturaleza en sí,

al fascinante enigma que me explica,

a las respuestas luminosas de las fábulas,

no a los cánones

ni a las frases exigidas

por los mercaderes de la lectura.

 

El mapa de mi alegría humana

se dibuja con los dones de la vida,

pequeño o grande

en la generosidad de su almanaque

lo que brota sin exigir ni forzar

los nacimientos,

solo la ramificación de sus sonrisas,

el sonido que amo.

 

(de Todos somos Whitman/We are all Whitman)

 

 

 

 

LA SABIDURÍA DEL RÍO

 

La algarabía de las gotas

se beben con el festejo de los ojos,

libro de palabras que corre

atraído por la brújula del océano.

 

Vivir para crecer en el infinito de las olas

y la profundidad de un despliegue vasto,

caja viva de sueños que susurran sin orillas.

 

La corriente lleva el principio y el fin

en un círculo indefinido y perenne.

El oscuro dogma de la fluidez,

ese lugar que existe en el río de Heráclito,

como palabra que en su cauce nos cautiva

con la contrariedad, la sabiduría de sus cambios,

al ser y no ser durante la inocencia de dos momentos.

 

Te copio Borges para sentirme el río que somos,

y agotar el absolutismo de las piedras, los decretos,

reconciliando el fluir numeroso de crepúsculos, amaneceres,

en la salvación mortal y eterna de vidas:

las que nos alimentan con la festividad de las aguas.

 

(de El escondite de los plagios)

 

Luis Alberto Ambroggio (Argentina, 1945). Calificado por la Revista de la Casa de América, como "representante destacado en la vanguardia de la poesía hispanoame ... LEER MÁS DEL AUTOR