Todavía hay fuga
acá yo
acá yo fueron
mis primeras palabras
nada se había caído
aunque todos escuchaban
cayó
no sé si quería que me miren
o que mi hermano mayor
no destroce la casita
hecha con los objetos
que tenía al alcance
no destroce mi casita
con la pelota
siempre la pelota
acá yo exigía
y ahora entiendo
no solo un pedido o un aviso
sino un grito milagroso
la celebración de existir
no me imaginé que hoy
diría estas palabras
otra vez
como una bienvenida
a la expansión
un acuerdo un refugio
la certeza
de que nadie
más que una
puede
destrozarse la casita.
María
María me cuidaba
mientras mis padres
trabajaban
no sé si le pidieron
que interrumpiese
con sermones religiosos
cuando me encontrara
explorando mi placer
subida al sillón
frotándome con el apoyabrazos
yo era obediente
pero no podía
acatar esas reglas
ni me daba cuenta
y ya estaba
tocándome de nuevo
si ella me encontraba
le decía
estoy jugando al caballito
como no me creía
cada vez más rápida
más astuta
aceleraba mi tarea
medía cuánto tardaba yo
cuánto tardaba ella
de la cocina al living
del living a mi cuarto
de mi cuarto a la cocina
desarrollé
esa capacidad
jugar con el tiempo
de mi cuerpo
fingir inocencia
y nunca
abandonar
al animal.
en la terraza
había un jazmín y una lavanda
murieron por descuido
una cabaña de madera
pintada por mamá
se desarmó con la tormenta
en la misma época
que perdimos una casa
en otra ciudad
el final de las cosas
fue sin aviso
por eso cuando una planta
se enferma
doy por hecho su muerte
pero la caléndula revivió
qué distinto sería
si yo también
creyese en la luz.
existe una especie de insectos
los fásmidos
entre ellos
el insecto palo
y el insecto hoja
cuando los conocí
me fascinó
su obsesión por el camuflaje
si están en peligro
se desprenden
de sus extremidades
para escapar, leí
que las hembras sin alas
para dispersar sus huevos
se dejan atrapar y comer
por un pájaro
los fásmidos
me recuerdan
todo
lo que no
quiero:
la mímesis con el entorno
el abandono de mis partes
el sacrificio
para que otros
sobrevivan.
no elijo las mayúsculas
para empezar las oraciones
me gustan en mitad de la frase
cuando se cuela un nombre propio
y me veo obligada
a regalarle una letra distinta
como si el mar
la tierra, el viento
no lo merecieran más que
Chacabuco
Alfredo, Filipinas
qué absurdas son las cosas
me dan ganas de escribir deseo con zeta
hablar en un idioma que no conozco
pero que pronuncio
sacarle a mi nombre un rato
su primera letra
y sentirme parte de ese mar
que no me animo a llamar
con mayúscula
el mar es mi papá
yo soy ola
el núcleo de mi vaivén
es saber que llevo en mí
la propia saliva de mi danza
aunque me aleje estoy conmigo
me rompo en la orilla
me como un castillo
me ausento
me reconstruyo
yo (s)ola
en continuo viaje
con sonido propio
no dudo en sonar
siempre es nuevo
acariciar la arena
estado de reconocimiento
me devuelvo la ele
el oxígeno
la quietud
en mi nombre entran
todas las formas de vida
adentro hay sal
soy íntegra
por eso tiemblo.
mi paciencia da para un pujo
dijo el obstetra
obediente nací en dos
mi madre triunfante
cuando hay que salir
de donde sea
siento que alguien me apura
el reloj del resto me presiona
a pesar de eso o por eso
llego temprano a todas las citas
voy a comprarme un pizarrón
voy a escribir
nadá hasta encontrar tu ritmo
o mejor
nada hasta encontrar tu ritmo
voy a bailar alrededor de las letras
como si fuese una fogata
y con la llama
voy a quemar las horas
hasta dejar cenizas
en el suelo
con los restos del jolgorio
haré un traje
y lo usaré para recordar
el color del tiempo
cuando arde.
-Lola Halfon
Todavía hay fuga
Tanta ceniza editora
Neuquén, 2022