Liyanis González Padrón

Contra todo pronóstico

 

 

 

 

Celebración

 

Sueñas

que despiertas en otra ciudad

 

Registras la madrugada

sin que nada impida tu desvelo

 

Sueñas que tienes una patria

que alguien se alegra por ti

por tu semblante

por tu acento

por tu corazón limpio

tu prudencia

 

Repites tu nombre

con un vértigo de murciélago

como quien va a colgarse

antes de morir

y besas con veneración la cruz

que te regaló el abuelo

 

Haces lo que nunca, jamás

y casi siempre has hecho

– sueñas la ciudad en que te sueñas –

 

Es una ciudad carnívora

aúlla dentro de la casa

 

Sabes que sueñas lo que sueñas

para que no te rodee con sus garras

otra ciudad

que despierte

y celebre

el mismo sueño antes que tú

 

 

 

 

Lo que fue ciudad

 

En el principio,

creíamos que la ciudad albergaba señales

gorriones en los cordeles

letreros

banderines

 

Nuestros cantos subían a las nubes

y en la vieja estación

un tren silbaba la esperanza

por los rieles

donde corríamos como niños

bajo la fría llovizna

 

Yo me inventaba una historia

de aquellos tiempos

de quienes dijimos ser,

y como espiral

que se corta en las esquinas

ya solo quedan recuerdos

 

De repente,

alzamos unos muros

se hicieron más altos, más grises

infinitos

jorobas de asfalto en alambradas

y amargos alaridos de sirenas

 

Tú mirabas por las pequeñas ventanas

y decías:

hay ciudades que encienden la añoranza

 

Y yo, quebrando en tus aristas cierta luz

miraba la única dirección de nuestra calle

 

Una ciudad de horror se levantaba

 

Desde entonces,

herrumbrosas nuestras piernas

caminaron otro tiempo

tras los pasos de aquellos

que cantaban

sobre los secos hedores de las alcantarillas

 

 

 

 

Contra todo pronóstico

El aire escogido es como un hacha
para la carne de nuestras maderas
y el colibrí las traspasa
José Lezama Lima

Ser cubano es llevar a cuestas una isla

 

Más allá de los despojos

puñados de piedra

 

calor

hambre

locura

llevamos la noche en los huesos

 

Somos la herencia de la soledad y del fuego

La algarabía del mar

que recorre los cantos

sin simulacros de estirpe en decadencia

 

Sobrevivientes de quienes nos dieron un nombre

de los que creyeron que Cuba era un planeta

 

¿Cómo mantener sin romper los cristales

el dulce sueño sobre la mísera corteza?

 

Sobre el ruido de palabras que ensordecen

juzgan otros

– con sus manos deformes –

pequeñísimas cargas de alas ciegas

 

¿Cuánto pagar de sobrevida?

 

Contra todo pronóstico

ajenos al nombre que nos dieron,

la isla sangra

 

Aún la llevamos a cuestas

 

 

 

 

Encrucijada

a AMV,
en su andar presuroso por la vida

Corres sobre la ruta

zigzagueante

de la misma montaña

para que el aire frío

golpee tus rodillas

 

Llevas en tu rostro la luz

como un signo de paz

o de sentencia

y, en tus ojos,

el dardo de la nostalgia

o la afrenta de un conquistador

 

Corres, corres, corres

hasta llegar a la encrucijada

que dilata en tu sangre

un bosque

un eco

un aluvión

 

Sabes que al final del camino

está el invierno,

el misterio febril de la lechuza

el crepitar ansioso de los jabalíes

 

Corres, corres, corres

y emprendes el trayecto

de regreso a la casa

donde fraguas el tiempo

[cerca de la chimenea]

y estiras tus piernas

para sentir que la vida

forma parte de todo

 

 

 

 

Línea de sueño

 

Voy desprevenida hacia la luz

sin inventarme

 

Llevo prisa

 

Tiemblo

 

Fantasmas coloridos

en el pasado de los trenes

despiden mi mirada de musgo

 

Un cúmulo de estaciones

alborea el canto lunar

 

Centellea la noche

su abanico de humo

 

Me distancio

de un rostro aciago tras la niebla

 

A lo lejos, quejidos de silbato

 

La muralla rasga el sueño

con su fino precipicio

es el fin transfigurado

en la quietud de mis puentes

 

Aparezco corpórea

suspendida en el origen

en mi mujer dormida

 

Al nombre habitado me someto

 

 

 

 

Cuando dicen tu nombre

(… ) alguien dice tu nombre
– es un libro abierto y habla de un héroe
anónimo, por cierto (…)
Blanca Varela

Cuando dicen tu nombre

el aire queda bocabajo

no hay voz grave

ni caliza entre los dientes

 

Dibujado está tu nombre

en los retazos

en los vinagres negros

 

Curtida la alabanza

en tus arterias de guerrero

 

Vetusta heredad

 

Mientras cruje un muro esclavo

en sus contornos de barro

en sus maderas

un caballo es sediento animal

 

Un Nadie huye

de la dirección del viento

de los dioses

del oleaje

de la casa

 

Cuando dicen tu nombre

alguien teje

 

 

 

 

Fin de la noche

 

Detrás de la muerte

hay figuras ordenadas

 

Historias de humo en los espejos

 

Un asombroso fuego

en la ilusión de los círculos,

de tu vientre al lecho

abrasado por un dios estéril

 

Es el fin de la noche

de lluvia adormecida

en el nacimiento del hijo

inasible

y tan cerca de tu sangre

 

 

 

 

Un blues para el otoño

 

Hay un silencio grande

 

He despertado

y estoy frente a una puerta

 

Voy a tientas por la casa

 

Hablo con la casa

mientras descubro

el oscuro espacio

donde abro otra puerta

 

El silencio es grande

y es sordo

 

Sobre el sofá un disco de Ma Rainey

es un espectro que me acecha

 

He puesto el tocadiscos,

la aguja gira sobre Run away blues

 

Estoy sola

y está sola la casa

 

Escucho a Ma Rainey

Escucho a Ma Rainey

 

Afuera, el viento anuncia

el devenir de un cambio de estación

bajo un farol moribundo

 

He cerrado las puertas

 

Aunque el sol brille en la mañana

con ese blues

se quedará el otoño

 

 

 

 

Juego inocente

 

Un hombre habrá de situarse

a la distancia del bosque

y del aserradero

 

(me he obsesionado tanto

con su inocencia en esta página)

 

No hay nada que temer

 

Reescribo:

Un hombre habrá de situarse

a la distancia del bosque…

y una mujer copulará con él

hasta hacerse fugaz entre los abedules

 

 

 

 

Escribo un verso limpio

 

Escribo un verso limpio

para no decirlo

 

Le dibujo un sol

que envuelva la noche

y me desnude las sombras

y una lluvia me salve

 

Que la muerte no me encuentre

ni siquiera en sus plazas

 

Que no escuche un sonido

naciendo

como una palabra tierna

 

No deshojará la flor ni los periódicos

 

Irá junto a mis huesos

para condensar el tiempo

y seguir alimentando a las palomas

 

Liyanis González Padrón (Pinar del Río, Cuba - 1971). Profesora de literatura, coautora de textos educativos y examinadora académica internacional. Reside en Ecua ... LEER MÁS DEL AUTOR