Li-Young Lee

Ceremonia de los prometidos

 

(Traducción al español de Sara Cantú)

 

 

 

Te amé incluso antes de nacer

 

Te amé incluso antes de nacer.

No tiene sentido, lo sé.

Vi tus ojos antes de que tuviera ojos para ver.

Y desde entonces he vivido

anhelando cada una de tus miradas.

Ese anhelo entró en el tiempo con la forma de este cuerpo.

Y el anhelo creció mientras este cuerpo engrandecía.

Y el anhelo crece en la medida en que este cuerpo mengua.

Ese anhelo sobrevivirá a este cuerpo.

Te amé incluso antes de nacer.

No tiene sentido, lo sé.

Mucho antes de la eternidad, vislumbré

tu cuello y hombros, tus tobillos y los dedos de tus pies.

Y desde ese instante te he añorado.

Esa soledad apareció en la tierra como este cuerpo.

Y mi parte del tiempo no ha sido otra cosa

que tu nombre evitando que lo pronuncie claramente.

Tu cara que rehúye

a que la bese firmemente sobre la boca.

En el anhelo, es cuando más soy yo mismo, absorto,

mi lámpara mortal, mi luz

oculta y entonando una canción.

Te doy mi corazón en blanco.

Por favor escribe en él

lo que desees.

 

 

 

 

Ceremonia de los prometidos

 

La mañana en que morí fue el día en que nos casamos, Amor.

Cayendo del manzano de mi padre,

no fueron las miradas radiantes

de las flores rosadas y blancas

las que me mataron. Tampoco fue

por el brillo de sus miradas sin pestañear que perecí.

No fue su rayo el que me derribó,

resonó en mi cabeza como una campana.

Y no era la tierra.

Nunca culpes a la tierra.

Lo que llama la atención del ojo nunca es tan culpable

como el propio ojo.

Regresando a la vida

en el regazo de mi madre, escuché voces atónitas pululando

como abejas entre las ramas iluminadas por el sol,

susurrando: «Está despierto».

«Se había puesto azul, había dejado de respirar».

«Ahora, recordará que está comprometido».

«Ahora, sabrá los nombres de las cosas».

«Ahora, escribirá y leerá».

Esa fue la mañana del día

en que tú y yo nos casamos por primera vez.

¿Recuerdas cuando te propuse matrimonio

en la colina detrás de la casa de mis padres?

¿Recuerdas el anillo de papel

que te ofrecí, colocándolo en una balanza?

¿Y tu alegre aceptación,

colocando tu corazón infantil, tan ligero,

en la bandeja opuesta?

Y la repentina gravedad de tu corazón hundió esa bandeja.

Y el anillo se volvió de oro.

Amor, recuerdo

que después de nuestra ceremonia secreta en esa colina ventosa,

escuché mi nombre, y me volví y corrí

hacia los que me devolvieron la llamada,

hacia luces encendidas y voces que se congregaban

en una larga mesa puesta para una comida debajo de un árbol.

Volé hacia abajo, sabiendo

que desde siempre estuvimos destinados a encontrarnos.

 

 

 

 

Desalojo

 

Cada día, menos hojas

en el árbol fuera de mi ventana.

Más desalojan, y cada día

más cielo. Más de lo lejano,

y cada noche más estrellas.

Día tras decreciente día, más

día en mis cristales, más faltantes

en las ramas, menos lugares

para que los pájaros se oculten, sus nidos abandonados a la vista.

Y noche tras creciente noche,

las desapariciones se multiplican.

Las hojas saltan de fuego

a fuego más frío,

de pertenencia a pertenencia más oscura,

de membresía a propiedad.

Su creciente ausencia

no deja carencias, nada faltante,

y los que se marcharon superan en número a los que pasan

por la puerta que dejan entreabierta.

 

 

 

 

-Li-Young Lee
El desnudo
Traducción al español de Sara Cantú
Vaso roto ediciones, España, 2019

https://emea.vasoroto.com/products/desnudo-el

 

132, Li Young-LeeEl desnudo copia

Li-Young Lee (Yakarta, Indonesia, 1957). Poeta norteamericano descendiente de una influyente familia china. Su abuelo materno, Yuan Shikai, fue el primer ... LEER MÁS DEL AUTOR