Lágrimas disecadas
Poemas de Venas del desierto.
Ed. Libros del Marques/ Ayuntamiento de Mérida, Yucatán, México, 2018.
Flores del desierto
Soy de alma árabe,
mirada beréber
y pasión africana.
Mis manos atraen
el sol por las mañanas,
mis piernas caminan
por todos los amaneceres,
y por las noches,
para acompañarte,
me cubro con el manto azul
de un mediterráneo afable.
De mi espalda desnuda
penden flecos blancos
bordados con hilos de sal fina
y flores de flamante arena.
Mis ojos dorados
recogen la lluvia de las palmeras
como cuencos de barro cocido al sol.
Mis dedos tan largos
como el tallo de las orquídeas
traspasan las grietas del desierto
para llegar a recoger
las gotitas de plata
que se derraman de tu luna
cada madrugada.
Lágrimas disecadas
Del estanque de tu palma
recojo algunas caricias.
Con el tallo de tus dedos
escondes en mi pecho
cosechas de llamas
que alumbran con sus cenizas
cada rincón ermitaño
que escondía celosamente entre los rayos del alba.
En tus ojos
la lluvia me envuelve
y caigo como pluma blanca
en tu recuerdo.
Y cabalgo
apagando en tus pupilas
viejas estrellas de lejanos cielos.
En tu boca todavía arden
mariposas rojas
y grito ardientemente
para espantarlas.
Me escondo bajo el errante otoño
que deseca con su muerte
mis lágrimas verdes
que alimentaban nuestros sueños.
Misteriosas odas Mapuches
En su cara se refleja
una apasionada fuerza.
En sus mejillas
se dibuja el rubor
de una ilusión inquieta,
como el iris que la rodea
cuando el pacífico
la estrecha entre sus pestañas
para que flote
libre entre los vaivenes
de la brisa.
Luego vuela entre espuma,
que acaricia sus entrañas.
Sus dedos delicados,
se convierten en
un sueño azul
prohibido como aquellas
esperanzas derrochadas
en medio de una noche abandonada
a orillas de Valparaíso.
Tuareg
Caminamos miles y miles de años
sobre el brillo
de la arena silvestre.
Luego llegamos a pisar
las lentejuelas de un mar,
que siguen clavándose, en las orillas
de dos imaginarios
que se funden
en las escamas saladas
de un mediterráneo
que ahoga con sus brazos,
que araña con sus dientes blancos
de luna estéril,
cualquier suspiro
que se atreve a desafiar
sus entrañas
para unirse
al latido de ese laúd
que dejamos olvidado
en un rincón
de la vieja casa roja en Andalucía.
Nuestra alma nos la despojó el viento
y se quedó perdida
entre las brisas
de ese estrecho que nos separa.
Libertad
Adaptaré el tiempo a mi reloj
los límites de mi mirada
al infinito de mi alma
y nadaré entre venas del desierto
que una vez fue mar
para alcanzar la luz de la esperanza
que mantengo encerrada en mi mente.
Frotaré lámparas de Aladino
por si me conceden derrumbar tus fronteras.
Miraré al horizonte allá donde
todo es posible,
para ver si puedo alcanzarte,
con el filo de mis palabras.
Tenderé mi mano por si quieres atraparme,
y correré en la noche para ver si
entre sus lámparas encendidas
logro descifrar donde te cobijas.
Escaparé hasta del color que tiñe mi piel,
de la pupila de mis ojos,
del rizo de mi pelo,
hasta de los dientes de marfil marchito
para morirme en ti,
limpio, puro y humano
incoloro pero libre.
Primaveras otoñales
En esa noche de brisa salada
las palabras afiladas
causaron desiertos
entre las nubes,
el oído coagulado por el eco indiferente
asistía al drama danzante
que en el corazón de Oriente posaba,
como cuando la mosca
decide entregarse al agua para ahogarse.
El Dorado ennegrecido
Acabaron con los restos de lo que fuimos
y truncaron nuestras vidas
a fuerza de balas,
con explosivos negros
que manchaban a cada paso
las tiernas ilusiones abandonas.
Nos separaron
con arabescos de hierro forjado
con mares que nos ahogan
con desiertos que nos entierran.
Y descubrimos en silencio,
que nos arrebataron
la tranquilidad de contemplar
la belleza de la noche a través de los versículos del Corán.
Que ya no podemos soñar
sin oír que los latidos de nuestras casas se apagan.
Que ya no podemos llorar
porque nuestras lágrimas
las reservamos para acontecimientos importantes.
Y caminamos en silencio
intentando no molestar
mientras del cielo
nos caía una lluvia de fuegos
que lograron iluminar, por un instante,
nuestra mirada
y fuimos conscientes
de que seguimos atrapados
entre la desgracia
oscura y dorada
que nos rodea.
Andalusí
Déjame beber a sorbos la luna llena
bajo el cielo infinito
en el que mis ancestros
grabaron a fuego suave
algoritmos que no puedan borrarse
con el rodar del tiempo.
Déjame recuperar
parte de las escrituras sagradas
que a escondidas marcaron
con henna en la piel de la montaña.
Déjame escapar de ti,
para encontrar mi auténtico reflejo
en los azulejos de las paredes
de la Alhambra granadina.
Déjame oler la brisa del desierto de Oriente
y envolverme en el aroma de sus dátiles a mediodía.
Déjame ser lo que no quieres que sea
y seguir buscando mi mañana.
Vertiendo besos
Las caricias, como seda de gusano,
envuelven mi pequeño cuerpo alargado
como el tallo de una noche suspendida,
los besos caen como llovizna fresca
sobre la piel con olor a henna.
Con los pies anudados,
el amor asoma
como un jinete errante
que invade cada pulso
de mi alma.
El tiempo teje sus versos
y los poemas dulcemente cautivan
nuestras bocas
que compuestas de anhelo
vierten gotitas de sueños cada madrugada.
Susurros a Pablo Neruda
En ese día
reclamó de nuevo sus suspiros
al verle pasar felizmente abrazado
a su sombra
que ha surgido compuesta por las cenizas
de los amados recuerdos
que compartieron en Isla Negra,
dentro de ese barco terrestre
que flotaba sólo en sus versos
a orillas del pacífico.
Poemas de Tormenta de Especias.
Ed. Comares, Granada, España, 2010.
Palabras
La honra para unos está
Dentro de una …
Para otros está
Encadenada … a …
Una cama, a una cocina, …
Unos y otros
No saben ni lo que es
LA HONRA
Porque nunca han estado
Sólo en una cama,
En una cocina, …
Ni en una mujer.
Apuntes para la memoria
Una taza de café sobre la mesa,
Una silla coja,
Un tapiz medio roto,
Y su memoria borrada
A golpe de fuego.
Ella escribe cartas,
Sobre un techo agujereado
Por la dureza del tiempo.
En su cara se dibujan caminos
Gastados por la lejía,
Y sigue escribiendo
Con tiza sobre ese techo blanco,
A escondidas de su memoria.
Sin alas
Sus alas amanecen rotas,
Y la bandera negra ondeando.
La ilusión la ha abandonado,
Su vida se ha enterrado
Bajo esos gritos,
Bajo esas sábanas que alguna vez,
Que una vez, la acariciaron,
La vida la ha dedicado
A una plancha insatisfecha,
A una voz de huracán,
A unos ojos que truenan,
A unas manos que ladran.
Retrato de un viaje
Y así nos encontramos
En un desierto de agua,
Con torbellinos de agua,
Donde sepultamos
Nuestras lágrimas
Y nuestros recuerdos pesados.
Allí bajo el agua
Nos obligaron a dejarlos
Para poder encontrar
El Oasis …,
Del que todo el mundo habla.