Los regalos del tiempo
(Traducción al español de Reynol Pérez Vázquez*)
EL MIEDO
Qué gran mariposa negra,
no, algún gorrión geométrico
que sin aleteos se desplaza,
no es que vuele muy raudo,
mas cómo vuela:
¿un murciélago
en la entrada?
Es más pequeño
que una aceituna gruesa, se aferró
con garras diestras a la pared,
en la postura de un consumado murciélago,
la cabeza colgando,
y se afana en descubrir dónde se halla.
¿Qué está ocurriendo
bajo sus ojos plegados?
Un filoso pedazo negro
de la piel de la noche,
es evidente que lo asusta
la luz
aun sin verla.
Qué sensación tan conocida.
LOS REGALOS DEL TIEMPO
El otoño regala dos abrigos:
uno es para el frío, el otro,
para más tarde.
El día pronto nos deja de lado.
Los árboles nos salpican de hojas,
de silencio, un gran índice
roza tras de sí los labios.
Nos adentramos en la oscuridad, nos arropamos
en su edredón,
nos hundimos en la tierra, charlamos
alrededor de la tetera.
La nieve se amontona encima de nosotros.
Después nos abriremos camino una vez más
hacia la luz, para recoger
cerezas juntos.
Cuando llegue el turno del segundo abrigo,
quiero que me siente a la medida.
SOBRE MI MADRE
Tus ojos economizan sin perspicacia el precio del jabón,
pero las compras más grandes las haces con descuido:
esa es tu noción de estirar el dinero,
una presa en medio del océano.
Lo mismo sucede con la casa:
reina un orden absoluto,
sólo que
no se sabe
dónde están las cosas.
Y entre ese desorden grato a los ojos,
entre los crucigramas a medio resolver
y los periódicos hojeados con premura,
los trastos del almuerzo lavados
y la cena, muy lejana
como para inquietarnos,
tomamos café en un oasis de comprensión,
nos intercambiamos novedades, envueltas como
sorpresas,
flotamos en un globo fragante
con un olor a azúcar que ha caído por azar
sobre el hornillo eléctrico
y nos sentimos dichosos
de que cualquiera puede entrar
sin reventarlo.
A VECES JUNTOS DE NUEVO
Llevo dentro de mí días
de muebles ya inexistentes
y una luz que hace ya mucho
dejó atrás la tierra.
Allí almuerzo con los míos,
le alargo el salero a mi madre, la sal no,
quería la pimienta, gracias,
me has servido mucho, retiro un poco,
no hace falta, está bien, papá, cuándo te vas,
no te apresures, esperemos un poco a tu abuela, ¿cuándo
te vas, serás el primero en partir?
Permanecen tranquilos, realizan
movimientos sencillos.
Se deslizan al ritmo de un baile ejecutado ya
un sinnúmero de veces.
También estoy allí, también estoy bailando.
También yo, también yo.
No me olviden.
EN EL MARGEN DE UN LIBRO LEÍDO A MEDIAS
Tú de nuevo estás abajo, en el corredor de campanas antiguas
y pruebas su sonido. Yo te aguardo mentalmente.
Como las aguas, fusionémonos el uno al otro: más vastos
que nosotros mismos, más fecundos.
Estas flores son de la montaña,
del jardín, de la tienda del gitano,
no las rechaces.
Mi vida está en una membrana opaca.
En ella me siento protegida.
Y las flores, también ellas son una ilusión.
Y de verdad oigo mentalmente.
Y de verdad te amo.
EN UNA DE LAS PARADAS DEL TIEMPO
Esa noche las luces del establecimiento
estaban brillando alrededor de tu cabeza y afuera
se convertían en estrellas.
Más allá de todas las mesas, en la calle
los coches se cruzaban y sus conductores
por un instante lograban echar un vistazo
al feliz túnel, al fondo del cual
habíamos enlazado nuestras piernas. Destellos
de cigarrillos, cálidas lámparas del alumbrado público
y una botella de vino tinto nos llenaban
de su sangre, y nosotros permanecíamos
el uno frente al otro, nos explorábamos con los ojos,
y nos regalábamos pensamientos en los prolongados silencios
y paseábamos, tomados de la mano,
por una ciudad de ventanas abiertas en las cuales
el tiempo era todavía un desconocido.
Cuantas veces paso por el mismo sitio, descubro
que aún estamos viviendo allí.
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*Reynol Pérez Vázquez, dramaturgo y traductor mexicano. Nació en 1959 y es autor de veinte obras de teatro que se han llevado a escena en las principales ciudades de México. Hizo estudios de postgrado en la Universidad de Sofía. Sus traducciones de poetas y narradores búlgaros se han publicado en México, Bulgaria, Chile y España. Vive en Berlín y es profesor de español en la Universidad Popular.