En mis sueños siempre tienes veinte años
ISLA
La felicidad.
Ese trabajador por horas.
Anne Sexton
Es domingo en la playa para la gente de buena voluntad.
Desde la isla se oye un rumor lejano.
Vamos al agua desnudos.
Anémonas, salmonetes, erizos.
Mira, el mar mueve la arena
como el viento mueve el trigo.
Bajo el agua te veo.
Me gusta el lento movimiento de brazos y piernas.
Me gusta tu pubis convertido en alga.
Salimos del agua. Hace calor. Hay sombra entre pinos.
Tus brazos están salados, tu pecho salado, tu vientre.
La misma fuerza que une mar y luna nos ha unido.
Los segundos se confunden con los siglos
y los siglos con los segundos.
Nuestros cuerpos son peras recién peladas.
Anémonas, salmonetes, erizos.
Es domingo en la playa.
AQUEL DÍA
Me dirás que no es cierto, pero de vez en cuando parece
que el mundo se detiene. Que ha dejado de girar y,
por una vez amable con nosotros y como avisándonos,
nos prolonga ese preciso momento, por siempre.
Me dirás que soy un exagerado,
que las cosas de las que te hablo no son tan importantes,
tan definitivas, comparadas con otras que pasaron.
Pero cuando aquella tarde de julio,
siendo aún joven, aún tímido,
vi a todos los de casa jugando al fútbol en aquel prado,
lo mismo la niña más pequeña que los más ancianos,
en aquel momento comprendí
que pronto algunos de nosotros,
y aquel lugar,
habrían desaparecido.
Aquel día no sucedió nada especial,
pero aquel momento,
aquel día de abejas de leche y prados de cera,
para mí será único siempre.
EL ANILLO DE ORO
Mi padre perdió el anillo de boda en el mar. Como
todos los marineros, se lo quitaba y lo colgaba de la cadena
para no perder el dedo cuando largaban la red.
Al cabo de unas mareas mi tía, mientras limpiaba unas
merluzas, encontró un anillo de oro dentro de una de
ellas. Limpió el anillo y vio las letras y los números que
tenía grabados. Aunque parecía mentira, eran las iniciales
y la fecha de la boda de mis padres.
Al parecer, mi padre pescó la misma merluza que se
comió su anillo. En todo el mar.
La tranquila noche de verano trae viento del interior y
recuerdos.
Se me ha ocurrido, mirando al cielo, que las casualidades
son planetas con una órbita muy muy ancha.
Solo se ven de cuando en cuando.
La del anillo es una casualidad demasiado grande. Pero
da igual. Lo importante ahora es que durante muchos
años la historia del anillo fue real en nuestras pequeñas
mentes de niño.
De noche, el mar brilla como una merluza.
Las estrellas saltan como escamas.
TIBIA NOCHE DE VERANO
Tibia noche de verano.
Llega música desde el bar.
Quiero huir hacia mi interior.
Siento en mis venas
la compasiva droga.
Corre, corre,
la serpiente es quien mejor conoce
mis más oscuros rincones.
Es la única cosa
que me abraza por dentro.
LLEGÓ TARDE
Era tarde, para entonces ya dormían los caballos,
de pie, la oscuridad del bosque reflejada en sus ojos.
El mantel estaba sin recoger,
había migas de pan, comida que se enfriaba.
Ya parieron las embarazadas,
andaban de paseo con sus carritos.
El profesor borró la fórmula del encerado.
La bailarina se quitó las zapatillas,
dejando ver sus dedos lastimados.
Los barrenderos recogieron la basura
que quedó tras la fiesta.
Ya no teníamos ganas de cantar.
Era tarde. Aquel día fue casi como otro cualquiera.
La victoria no tenía sentido.
Nadie admitió su derrota.
La paz llegó tarde.
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-Kirmen Uribe
En mis sueños siempre tienes veinte años
Colección Visor de Poesía
España, 2024