Carnavales del almendro
(Traducción del griego Nina Anghedilis
en colaboración con Juan Antonio González Iglesias)
PASCUA EN EL HORNO
El cabrito daba balidos insistentes y roncos.
Abrí el horno, enfadada ¿por qué estás gritando? Dije
¡te pueden oír mis invitados!
No calienta el horno, me contestó;
haz algo si no vuestra crudeza
pasará hambre, hoy día de fiesta.
Puse la mano dentro. En efecto.
Helada la frente las piernas la nuca
el prado el pastizal el risco
la matanza.
CARNAVALES DEL ALMENDRO
Día soleado en el parque,
hermoso como el de Alcione
disfrazado de traje matinal, deslumbrante,
tradicional, reparte gratuitamente
niños globos banquitos
caretas de Arlequín para el buen humor
un airecillo invita a bailar a las serpentinas
palomas limpiabotas lustran
con confeti sus polvorientos picos
rosquillas disfrazadas de pirata con un solo ojo
alas de mariposas de hojalata
sobre juguete mutilado con ruedas
empujado por un fugaz ruido disfrazado de niño
mi nieta más pequeña de odalisca
los otros mayores de caballo de Troya
globos broches disfrazados de reloj
estallan ¡plaf! Ensordecedores globos
niños llantos banquitos tranquilos
tranquilos, aislados toman el sol
sentados inexpresivamente sobre ancianos.
AUTOCONSERVACIÓN
Habrá sido primavera
porque este recuerdo llega
saltando por encima de las amapolas.
A menos que la nostalgia,
tan presurosa,
haya ignorado el recuerdo.
Todo se parece tanto entre sí
cuando la privación se lo lleva.
Pero puede que el recuerdo sea correcto
y que el fondo sea ajeno;
que las amapolas sean prestadas
de alguna otra historia,
mía o ajena.
Es capaz de algo así la evocación,
por amar lo bello y por arrogancia.
Sin embargo habrá sido primavera
porque veo también abejas
volando alrededor de este recuerdo,
con fe, y con pasión,
agolpándose sobre su cáliz.
A menos que el orgasmo fuera
regla del pasado,
mecanismo de lo irrepetible.
¡Ojalá siempre quede algo de polen
en las cosas terminadas!
Para la polinización
de la experiencia, de la tristeza
y de la poesía.