Kelly Martínez-Grandal

En las fotos me parezco a Norma Jean

 

 

 

 

Boat people

 

                                                                 A Michaelle Ascencio

 

Los trajeron en barcos, amarrados como bestias.

Congos, creían que cuerpo y alma

al morir

regresaban juntos a la tierra de los ancestros.

Para eso había que ser enterrado en el propio suelo.

Algunos se arrojaron al mar.

Otros vinieron a Haití, a la mordedura blanca,

cuerpos sin casa que podían ser revividos.

Luego vinieron los boat people,

miles de muertos en el estrecho de La Florida.

 

— No te juntes con haitianos — me dijeron— No trabajes con haitianos.

Pero una enfermera haitiana acuna a mi padre en lopital,

lo ayuda a morir.

 

Punto sin luz en América Latina, parece que el terremoto

quiere barrerlo. Con el vudú no te metas.

Hollywood hace películas sobre zombies,

series sobre zombies,

zombies sobre zombies que infectan todo

mientras ella canta en lopital, lo ayuda a morir,

la bata blanca de Maman Brigitte.

Pero no te juntes con haitianos, me dijeron, con zombies.

Los trajeron en barcos,

amarrados como bestias.

 

 

 

La lengua de los gusanos

 

I

Mira que venir a morirse aquí,

lejos del sol, lejos de casa,

con tanta comida en lata

y leyes para los nacimientos

y leyes para los matrimonios

y leyes para los entierros.

Venir a morirse aquí, con tanto frío.

 

II

Hice mi casa aquí.

Llegué de noche, dicen que hacía frío.

Hice mi casa aquí.

Comerás mierda,

emigrante,

limpiarás mierda.

Venderás a tu Señor por un plato de lentejas,

pero hice mi casa aquí, limpia.

Le di sudor, hijos, muertos

y dije otras palabras enredando la boca

y fui un buen ciudadano

hasta el día de mi muerte

con saludo a la bandera.

Dios bendiga la tierra que dejé

y Dios bendiga esta tierra,

aquí fui sepultado.

Yazco en lo oscuro,

un poco solo.

Estos gusanos no hablan mi lengua.

 

III

Soy el Alfa y la Omega,

la Salida y la Entrada,

el Guardián y el Templo.

Vengo a mostrarte la blanda luz.

Mías son la podredumbre y la muerte,

si estoy aquí es porque estabas vivo.

Sigues vivo ¿no lo sabes?

pero de otra manera

Mío es tu cuerpo, tu paz.

Mi caricia es la última caricia.

Conmigo

penetrarás el misterio,

el temblor de tu carne devuelta al polvo.

Te llamarás de otra forma,

responderás de otra forma

cuando los tuyos invoquen,

cuando el rostro se les quiebre a la mitad.

Aprenderás

a besarlos de otra forma,

siendo apenas silencio,

un sillón que se mueve,

un olor que regresa.

Cuando todo termine volverás a mí

y seré tu absolución

A ti,

que juraste tantas veces en nombre del amor,

que creíste en lo que llevan las palabras,

voy a enseñarte otro idioma.

Voy a enseñarte mi lengua.

 

 

 

Cruzo la calle y suena La Lupe

 

Si finjo

que aquí no pasó un tren

con su clave de humo

y algo no quedó aplastado entre los rieles, una

gardenia se seca al sol.

No estoy muerta,

aunque deambule por las calles como un espectro.

 

Dame un poema, amor,

que arrope con su lengua mi entrepierna. Esta

ciudad ya no cree en nadie,

a todos nos elimina,

la gente triste no tiene cabida en

el progreso.

 

No tengo cabida, no

quiero el show,

la tiranía del mindfulness.

Cruzo la calle y suena La Lupe.

 

 

  

El bosque

 

Rocas como cuchillos despliegan su espesura,

no piso en falso.

Si me distraigo, pierdo.

La bestia aguza el oído,

olfatea.

La bestia en mí,

mamífera asombrosa.

Si me confundo, pierdo.

Entre todas las lumbres ¿cuál es mi fuego?

 

 

 

En las fotos me parezco a Norma Jean

 

No todos los caminos conducen a Roma,

lo admito.

El mundo se llenó de fronteras,

suma y resta para construir,

ni hablar de divisiones y multiplicaciones.

 

Admito el desierto, mi impaciencia con Dios,

macho sordo mirando el fútbol.

A lo mejor si le ofrezco una cerveza.

 

Admito todo eso y que a veces, en las fotos,

me parezco a Norma Jean.

Pero no me sienta el rubio platinado

ni seré amante de un presidente,

ni de su hermano.

No voy a tomarme un frasco de pastillas

antes de cumplir 40.

 

 

  

Northwest

 

No son los patios de los junkeros,

— metálicos, mutilados—

lo que llena la cabeza de alfileres. Tampoco

la vieja bajo el sol, sobreviviente del

apocalipsis.

 

Brownsville se aplasta como un cocodrilo,

inventario de escombros

de una ciudad-postal para mercadillos vintage. Opa-

Locka ruina de odaliscas, hachís art decó, cierto

polvo en el aire cae sobre los cuerpos.

Una luz tiembla de cierta manera.

 

North West no lugar, coordenada invisible,

paisaje en la ventanilla.

Miami by car

y siempre por accidente,

ten cuidado y te agarra la noche. Por

ahí no pasó Don Johnson.

 

Pero hay que mirar con la punta del ojo,

la lluvia desdibuja las calles, alivia la canícula.

Los niños se refugian en la escuela

y la trompeta de Wynton Marsallis suena en el carro.

Ella pasa altiva, con su paraguas rosado,

entre una fila de árboles.

 

 

  

Delonix Regia

 

Gira tu falda espiral diosa

africana huracán viento

que arranca árboles

 

Veintitrés caminos Oyá para

nombrarte

en la entrada del cementerio en

la guerra y el pleito

en el castigo a los maridos infieles

en el agua honda del río y la laguna

en el remolino y la superficie

en la orilla de los mares

en el barro y la lluvia

en la montaña y la pedrera

en el honor y la riqueza

en los celos y las peleas

en los temporales y tempestades en

la ventisca de la tierra

en el aire en todas direcciones

en el orden y la justicia

en la planicie y el bosque

en la fuerza de los tornados en

la fiesta y el baile

en la brujería y la magia

en las artes adivinatorias en

la centella y el rayo

en el caballo y el búfalo

en los que tienen dos sexos

en los que tienen poder sobre los muertos

 

En los que tienen poder sobre los muertos

Madre de los gusanos y el renacimiento

acepta mi ofrenda

 

Haz de sus almas una brisa serena

Kelly Martínez-Grandal (La Habana, 1980). Escritora, editora y curadora de fotografía. En 1993 emigró a Venezuela donde vivió por veinte años. Es Licenciada en ... LEER MÁS DEL AUTOR