Motivos para la esperanza
ESO ERA AMOR
Te veía
llegar,
cruzar la puerta,
darme un besazo en el morro,
mirarme a los ojos
de esa manera única,
como solo tú miras
a los ojos: rompiendo
el calendario.
Te veía
hacer esas cosas sencillas
que tú haces
para que el mundo
entre en razón;
y no sabía
a quién
darle las gracias.
EL AMIGO
Llora cuanto quieras
sobre mi hombro,
desahógate,
cuenta conmigo
para lo que te haga falta.
Pero no te equivoques,
no soy mejor que él:
le envidio
cada una
de tus lágrimas.
TORMENTA DE VERANO
Para José Fernández de la Sota
Están cogidos de la mano,
en silencio,
bajo los soportales.
El niño mira su columpio,
muy triste,
bajo la lluvia,
y no lo entiende.
El padre mira al niño:
es la vida, hijo
—quisiera poder decirle—,
y no ha hecho más que empezar.
LOS DÍAS NORMALES
Para Vicente Llorente
Llegan
y se van sin hacer ruido
—como buenos
clientes—,
luego el tiempo
los confunde en la memoria,
y ya ni sabes
si aquel lunes era jueves
o al revés.
Que no te engañen,
no son tan poca cosa
como parecen:
suelen poder
con el amor.
EN EL ÚLTIMO BAR
Y qué pasó
entonces.
Pasó una mujer.
Pero qué pasó.
Que era
de las que nunca
terminan
de pasar.
MOTIVOS PARA LA ESPERANZA
Como vivimos en un mundo desquiciado,
donde uno no sabe
qué puede suceder al día siguiente
—siempre ha sido así, pero la sensación
últimamente resulta insoportable—,
el simple hecho de que las aceras
se llenen un año más de hojas muertas
es sin duda una buena noticia,
casi un motivo para la esperanza.
Los árboles, al menos, funcionan, hacen
lo que tienen que hacer
en otoño: deshojarse
—me he dicho,
por el paseo del río, esta mañana.
EL QUE NO ME ATREVÍ A SER
Para José Luis Morante
A veces pienso en el otro,
el que no me atreví a ser.
El que estaría en este instante a su lado,
y no el que está aquí
escribiendo estas palabras;
o quizás ese que, ahora mismo, en el último bar
del último rincón del mundo,
acodado en la barra, frente a su última copa,
se estaría preguntando
por qué hizo lo que hizo…
Pero después de haber vivido.
ESOS DÍAS
Hay días
en los que levantarte de la cama
suele terminar siendo
más que un acto rutinario
un gesto épico.
Y no me refiero ahora a las resacas
ni a que caigan
chuzos de punta ahí fuera
ni a que hayas roto con ella.
Me refiero
a cuando te quieren y hace sol
y no te duele nada,
a cuando tienes el mundo
rendido a tus pies,
y no te basta.
EL AMOR LOS DOMINGOS POR LA MAÑANA
Llevábamos un rato en la cama,
despiertos,
cada uno absorto en su mundo.
Ojalá lo consigan, dijiste,
ojalá alguien consiga algo alguna vez.
Seguí la dirección
que marcaban tus ojos,
y vi allí, a lo lejos,
a punto ya de desaparecer de la ventana,
una bandada de pájaros
alejándose hacia un lugar mejor.
Me acerqué hasta tus labios.
Lo conseguirán, te dije,
y nosotros también.
-Karmelo C. Iribarren
Poesía completa (1993 – 2019)
Colección Visor de poesía
España, 2020
https://www.visor-libros.com/tienda/novedades/poesia-completa-1993-2019.html