Estupendo día para leer poesía
(Traducción al español de Emilio Coco)
DIOS Y EL LAGO
Dios cansado de crear descansaba,
ardiendo de imperecedera piedad,
y conteniendo el aliento miraba
el lago más allá de las azules montañas.
Él guardaba este rincón en su corazón
y, con los ojos cerrados, escuchaba con amor
las campanas en las orillas lejanas,
y el lago estaba lleno de sonidos,
y el sonido se difundía incesante.
El lago, ojo azul y grande,
miraba hacia arriba apacible y tranquilo,
ausente, indiferente, indolente
y reflejaba a las nubes y a Dios
que por un instante no pensaba en nada.
EL VIENTO
¡He aquí el viento! ¡Sí, el viento!
¡Ya el lago se ha movido!
Al amanecer ha derribado los marcos,
Me ha llamado y me ha puesto las alas,
Con estruendo encuentra las olas,
Manda al diablo la trama nublosa,
¡Y yo en el torbellino salvaje
Vuelo y exulto dichosa!
¡Qué pasiones nunca experimentadas!
¡Qué dramas furiosos!…
Y no sé cómo volver
atrás a los marcos derribados.
EL PASEO
1
Ya zarpa. ¿Adónde podemos ir?…
A. Pushkin
¿adónde ir? – preguntaste como un autómata
saliendo para dar un paseo
y te perdiste entre la muchedumbre que,
si no está lloviendo, fluye lenta por la calle
dónde – ¿no da igual? capilla parque
y un amplio viraje donde desde las cornisas
se asoman las quimeras las caritas
donde fríen los buñuelos en sartenes
donde venden chales y jerséis
donde las antiguas piedras tuercen el tobillo
donde los transeúntes no tienen ojos profundos
y no hallarán ninguna huella en la memoria
donde se provocan los carteles rivales
donde los palomos son gordos e impotentes
y donde un flautista está bajo el vetusto muro
y al hacer siete pasos ya no lo escuchas
fluye la vida con su tejido sutil
de donde se transparenta la eternidad
tú, mientras tanto, te has sentado en un pequeño bar
y comes en un plato desechable
fluye la vida
su tejido es sutil
y tú estás por este lado ahora
dónde ir – se sabe pero no lo pienses
hasta que el aceite de un buñuelo
no te unte los dedos
y el cristal de una vitrina
no refleje un semblante sombrío
2
De repente me pegó el ritmo:
“un plato desechable”
Podría ser, pero ¡qué tontería!
Olvídalo y haz algo útil.
Pero el ritmo continuaba, así que me tocó
reflexionar sobre lo que me empujaba a actuar.
Entonces, con los ojos cerrados, intenté
imaginar: quién comía, y qué, y donde,
y cómo había ido a parar allá…
Y poco a poco
los barrios del casco histórico
de todas las ciudades europeas juntas
se perfilaron bajo los párpados.
Pero por qué – todavía no lo sabía.
Además había un verso en el tejido
donde se transparentaba algo –
mejor dicho, se oscurecía, pero ¿la oscuridad
no puede transparentarse? Y entonces
la lengua acudió en su ayuda: ¡se transparenta la eternidad!
Y de repente siguió el resto:
Pushkin, las antiguas piedras, las quimeras,
los BUÑUELOS, los buñuelos, sí.
“Si ustedes supieran de qué alcantarilla
crecen los versos, sin sentir vergüenza”*
*De un poema de Anna Ajmátova
ESTUPENDO DÍA PARA LEER POESÍA
Estupendo día para leer poesía.
Fría lluvia sobre frío lago.
Ningún barco pesquero, incluso las gaviotas
Están al abrigo. Por la gran humedad
Los arabescos rezuman de la pared
Del chalé al lado: la humedad revela
Donde estaban las ventanas – excepto aquellas
cubiertas hace tiempo por los batientes, pues
No había nadie que las abriera;
Tras los postigos cuadrados de las antiguas ventanas
Tú imaginas el vacío en el interior.
Por aquí pasaban los soldados romanos,
Por esta misma orilla
Delante de mí en la gris calina,
Y yo intento imaginar cómo por la noche
Estas orillas eran oscuras.
Sólo los puntos aislados de las hogueras
trataban de dispersar la niebla general,
Antes de que los frutos de la civilización
Se insinuaran en este pueblo, como las rimas,
Y alumbradas las noches por los faros, nosotros
Los espantáramos.
El día ha terminado. La lluvia ha parado.
Los faros se encienden como largas cadenas,
Derramando la luz y cayendo en el verso,
Y como copos de nieve chocan las falenas,
En los rayos, las alas pesadas de humedad,
Y se percibe el olor de una ignota desgracia:
La prevés, pero no sabes qué responder.
Y estando en el agua que se oscurece
Yo abrazo su propia espalda.