Las hipótesis de Nadie
LAS HIPÓTESIS DE NADIE
Puede ser el viento.
La página en blanco. Puede ser.
Puede ser el que viene
Borrado por la lluvia.
Ahora recuerdo a un hombre ciego
Una dulce tarde de Friburgo.
Iba solo por la nieve
Con una sonrisa de beatitud
Y un bastón tan blanco como los copos.
Cruzó a mi lado sin verme:
Yo era su Nadie,
Un fantasma en ese reino luminoso.
Puede ocurrir que seamos
Los ciegos de Nadie.
Nadie acaso sea el viento
Que abre las ventanas con golpes sin acordes
Para hacernos hablar en la lengua del sueño.
Puede ser quien dejó
Para siempre un abrigo abandonado
En la percha del café,
Un abrigo como bandera del vacío
Que desaparece un día, como su dueño.
Puede ser el que nunca fue,
El que nunca será,
El que se cansó de haber sido.
Quizá sea en el país de los desaparecidos
El único aparecido que llamamos fantasma,
El que pone a traquear
Las escaleras en la noche
O tumba una sartén en la cocina,
El que cambia de sitio a los cubiertos
Que no logramos encontrar,
El ladrón de lejanías.
Puede ser el viajero de sí,
El nómada de sí mismo.
Ha ejercido oficios a destiempo:
Arrastra papeles en la calle solitaria,
Lleva diarios atrasados
De un extremo a otro en la ciudad,
Trae un olor de extramuros a su centro,
Rasga los carteles del cine de ayer,
Hace partir los trenes
Con sólo sonar una campana.
Puede ser el viento.
La página en blanco. Puede ser.
LOS PERROS DE NADIE
Callejean,
Escarban los restos del día
Como quien acude a un tanatorio:
Perros góticos apaleados en misa,
Un domingo raído por la lluvia.
Bogotá duerme al fondo de su hartazgo
Y los perros de Nadie
Rastrean los días en fuga,
La sombra perdida de un Virrey.
Un niño ata en sus colas de cometa
Latas de avena
Con la efigie de un cuáquero
Que no pierde su torva dignidad.
Los perros sin dueño
Recorren centro y sur de la ciudad,
Las zonas donde Nadie
Tiene su reino de olvidos.
¿A quién ladran
En la calle vacía?
¿A quién dirigen
Sus orejas vacilantes?
Acaso descubran el paso de Nadie,
Del que se fue una vez,
Envuelto en brumas.
PARÍS, MIL NOVECIENTOS Y TANTOS
Tan atareado está Vallejo
Contando horas en un ábaco de sombras
Que no advierte
El paso de Nadie
Por la acera de enfrente.
Tan ensimismados van los dos
Que se enfrían el café, el silencio,
La cuchara de plata,
Las pipas de los charladores
Del Café de la Ópera
Sin pronunciar sus nuncas,
Sus jamases.
Vallejo escucha
En la rota noche de París
Un huayno que baja de la sierra
Envuelto en nieblas, en tinieblas,
En alpacas y en llantos.
A veces, palmoteando su espalda,
Lo visita un dios enfermo, no tan grave,
Y el silbato de un tren
No deja escuchar lo que le dice.
ESCRITO CON NIEBLA
La habitación
Tiene un tono de monasterio
Que no ve el paso de veleros
Pero oye ralear un jardín.
Sin Nadie la casa crece
Como si la sala fuera un salón
De vastos alientos perfumados.
El armario
Es una morgue de silencios,
Un brumario de abismos.
¿Debemos mirar el paisaje
Para que exista?
¿Piensa el olivo en sí mismo
Mientras trabaja sus frutos?
Tras las ventanas
Hay un jardín de rosas abolidas.
TIERRA DE NADIE
Nadie
Pinta un pájaro donde hubo tigre.
Su rugido borra el silbo. Traza un árbol
Donde antaño pintó un mástil.
Quién diría que bajo árbol y pájaro
Duerme un tigre
Mientras cruza un barco a toda vela.
Esta nube
Fue sábana en su encordado,
La silla se reclina en algo que fue pared,
El cielo fue jinete azul.
Nadie ama el claroscuro,
Los colores del olvido,
Los pintores de nieblas.
Rembrandt y Morandi
Preguntaron por Nadie.
LUGAR DE APARICIONES
“La mujer que amé se ha convertido en fantasma.
Yo soy el lugar de sus apariciones”.
Juan José Arreola
No es grato amar a un fantasma,
Ser un fantasma, burlarse de un fantasma.
En el lugar de las apariciones
Alguien golpea el aldabón del pecho
Y es como si el ruido de una piedra
Cayera en un hondo brocal.
No es grato portar una lámpara
Por los pasadizos del adentro,
Por el cuarto de trebejos
Que otros llaman recuerdo.
No es bueno ser desván de la memoria,
Una mansión que se hace polvo,
Que ya no es mansión sino fogata,
Que más que fogata es tenue lumbre,
Que ya no es leña sino ascuas
Y no es ceniza sino viento.
Una sombra sin mujer,
Un aroma de Nadie o roce o bruma
Tienen su lugar en estas ruinas.