El destino y otros textos
MORIR DE AMOR
Ven, pajarillo, a mis prados,
ven a posarte en sus calles
sobre un lirio de los valles,
sobre un ciprés temblador;
alégrame con tus trinos,
muestra al sol tus lindas galas,
y arrúllame con tus alas
que estoy muriendo de amor.
Sauce verde en cuyas hojas
la luna su rayo quiebra,
cuyas ramas te celebra
el viento murmurador;
tú que en horas de ventura
susurrando me dormiste,
concédele sombra al triste
que está muriendo de amor.
Te mandé un suspiro anoche,
mas puede haberse perdido,
y acaso estará escondido
en la copa de una flor;
o errante sobre una fuente
tal vez mi mensaje olvida,
y no te anuncia, ¡oh Mercida!,
que estoy muriendo de amor.
Tú que a vivir me enseñaste,
tú que mis penas consuelas,
querubín que alegre vuelas
en torno del trovador,
déjame aspirar la esencia
que de tus labios exhalas,
y cúbreme con tus alas
que estoy muriendo de amor.
SONETO
Dichoso el hombre que sensible y tierno
en la heredad de su familia espera,
poder sembrar el grano en primavera
y recoger el fruto en el invierno.
Dichoso aquel que con placer interno
celebrando una boda placentera,
elige por esposa y compañera
una vecina del hogar paterno.
Mas ¡ay!
del triste a quien la fiebre abrasa
y en tierra extraña suspirando siente
que muere el alma en eternal desmayo!
¡Oh!
trasportadme a mi paterna casa,
y allí dejadme calentar la frente
del sol de Cuba al abrasante rayo!
EN GREENWOOD
(Camposanto de Nueva York)
Al lado de estas aguas silenciosas,
en medio de este bosque, en este asilo,
debajo de estas gramas y estas rosas,
es donde quiero reposar tranquilo.
¡Y pronto debo reposar!
Mis días
se tiñen ya de pálidos destellos,
y anuncian mis postreras alegrías
las nieves de la vida en los cabellos.
Mas, ¿qué será si en las nocturnas calmas
salgo a vagar como las sombras suelen,
y en vez de hallar mis quejumbrosas palmas
los sauces sólo de mi afán se duelen?
¡Oh!, ¿qué será si en honda pesadumbre,
sentado a meditar sobre la losa,
suspiro por mi pueblo en servidumbre
y el cielo busco de mi Cuba hermosa?
¡Tormentoso será!
Mas si tardío
nace a brillar el sol de mis anhelos,
cabe la orilla del paterno río
llevadme a descansar con mis abuelos.
Y allí donde mi cuna en hora amarga
al capricho meció voluble suerte,
dejadme al fin depositar la carga
y dormir en el seno de la muerte!
EN UN ÁLBUM
Tú vas hacia una orilla
de donde triste vengo,
lo que tú buscas ahora
es ¡ay!, lo que yo dejo!
Tú vas a ver un alba
que baña de oro el cielo,
y yo a ver un sol mustio
que ya se está poniendo.
Tú vas a sembrar flores
en fértiles terrenos;
yo voy a alzar mi tienda
en áridos desiertos.
Vas a lanzar tu barca
sobre un océano inmenso;
vas a aplicar al labio
la copa de los sueños.
¡Que duerma entre las velas
la cólera del viento,
que amor rompa las ondas
al golpe de sus remos!
¡Que, como yo, no tengas
que suplicar al cielo;
que encuentres, ¡ay!, almíbar
donde yo hallé veneno!
EL DESTINO
Del grueso tronco del mejor madero,
Suele arbitrariamente el artesano,
Hacer que salga de su docta mano
El asiento que ocupa un zapatero:
Toma otras veces este mismo obrero
Una porción del leño más villano,
Y forma con instinto soberano
El busto de una diosa o de un guerrero.
El destino también inicuamente
Al artífice imita en sus deslices,
Haciendo venturoso al delincuente;
Y aquellos que debieran ser felices
Por sus nobles virtudes, inclemente
Los deja miserables e infelices.