Juan Bone

Encuentros azarosos 

 

 

 

 

Selección de poemas del libro Cuna para monstruos, Primera mención
del Premio Nacional Paralelo Cero 2024.

 

 

 

 

Eva y Adán, el nuevo génesis

 

I

 

Era un sueño, y en él te decía:

 

Si callamos antes

de decir nuestros nombres

y dejamos la incógnita

como un bosque de posibilidades

podemos hacer que el silencio sea verbo.

 

Si ambos nos privamos de la manzana

tal vez evitemos la ruina,

quizás nos amemos los unos

y no habría otros;

seríamos los primeros

y los últimos.

El edén quedaría intacto

y tu himen un sueño mío.

 

Y a los pies del Árbol

podríamos encontrar el fin

luego de amarnos como niños.

 

II

 

Insatisfecho con el sueño, ahora te propongo:

 

No te levantes de la cama.

Esconde los ojos tras tus párpados

y de tus sueños da un paso atrás.

 

Y estando allí

no me sueñes;

desanda los caminos de la memoria.

 

Déjate llevar

al otro lado de las cosas,

hacia donde el caos

se ordena al infinito.

 

Y estando allí

escucha la voz de tu madre

mas no acudas al sonido acuoso del vientre,

quédate en el sueño blanco

donde yo Soy y tú Eres.

 

Despréndete del útero,

regresa a la semilla de tu padre,

continúa sin parar y bórrate de la noche

en que te hicieron,

dilúyete en sus deseos,

flota como una idea sin palabras,

como una burbuja

de jabón sublime,

conviértete en la idea de Alguien más.

 

Yo haré lo mismo.

 

Y cuando el tiempo se conjugue

en nuevos elementos

y no haya más rastro de los dos,

y el lenguaje elemental reine,

entonces,

déjame decir tu nombre,

el que tú elijas,

y llámame como quiero que me llames

e inventemos la vida de nuevo

sin cielo y sin infierno

sin frío y sin calor,

como voces que no cuentan con sus cuerpos,

pájaros que han hallado su perpetuo sur.

 

Haremos la danza del viento

en un anfiteatro sin piso ni techo,

para que nuestros hijos no procreen en la tierra

por los siglos de los siglos.

 

 

 

 

 

Encuentros azarosos 

 

Amigo, Baudelaire, albatros negro;

supiste perder

como sabe perder el poeta.

En tu condición

de eterno perseguidor

te emancipaste en la poesía.

 

 

Anidaba en la estación

en espera del tren cenizo

para abrir sus alas de albatros

una última vez.

 

Tenía algo de querube enmohecido

de roca desgastada por la sal,

era mariposa de ónix

emplumada palabra negra.

 

En el horizonte aún no aparecía

la carroza de ángeles caídos

que recogen las almas enajenadas.

 

Movía la boca

en pleno numen profético,

practicando diálogos imaginarios

con Tánatos

su último amigo

en medio de la noche

en su ruta al sueño.

 

Quise quedarme más tiempo

alargar su sombra en mi memoria

embalsamar su voz hasta el eco,

pronto sería nube y chubasco

spleen, aleteo intenso

ave cadavérica.

 

Lo llevé en mi hombro

por varias cuadras

por todo el invierno

por las bancas de los parques

bajo la axila

protegiéndolo de la lluvia:

y me cuidó de la mala soledad

me abrió la mollera

y depositó su buena carne.

 

Al llegar a mi casa

cerré el libro lleno de flores malsanas.

Wislawa fumaba en el diván

–No lo pienses demasiado–, dijo

–todos los poemas nacen del amor.

 

Y en honor al albatros, contesté

con un graznido mi amor empozado.

 

 

 

 

La trinidad: Poeta, Poema, Poesía

 

No sé qué es el poeta,

pero hay entre ellos

quienes no han olvidado

cómo entrar en los sueños

con los ojos abiertos.

 

La poesía

no sé qué es,

nada explica esta extraña palabra

mejor que el poema.

 

Poesía

oráculo que acerca su lupa al telar de la vida

y descubre entre sus fibras

las visiones de la verdad.

 

La verdad, amigos,

no sé que es la verdad,

pero se parece mucho a la poesía.

 

Juan Bone Escritor ecuatoriano nacido el 8 de marzo de 1988 en Quito, se graduó en jurisprudencia en la Universidad San Francisco de Quito y obtuvo u ... LEER MÁS DEL AUTOR