Encuentros azarosos
Selección de poemas del libro Cuna para monstruos, Primera mención
del Premio Nacional Paralelo Cero 2024.
Eva y Adán, el nuevo génesis
I
Era un sueño, y en él te decía:
Si callamos antes
de decir nuestros nombres
y dejamos la incógnita
como un bosque de posibilidades
podemos hacer que el silencio sea verbo.
Si ambos nos privamos de la manzana
tal vez evitemos la ruina,
quizás nos amemos los unos
y no habría otros;
seríamos los primeros
y los últimos.
El edén quedaría intacto
y tu himen un sueño mío.
Y a los pies del Árbol
podríamos encontrar el fin
luego de amarnos como niños.
II
Insatisfecho con el sueño, ahora te propongo:
No te levantes de la cama.
Esconde los ojos tras tus párpados
y de tus sueños da un paso atrás.
Y estando allí
no me sueñes;
desanda los caminos de la memoria.
Déjate llevar
al otro lado de las cosas,
hacia donde el caos
se ordena al infinito.
Y estando allí
escucha la voz de tu madre
mas no acudas al sonido acuoso del vientre,
quédate en el sueño blanco
donde yo Soy y tú Eres.
Despréndete del útero,
regresa a la semilla de tu padre,
continúa sin parar y bórrate de la noche
en que te hicieron,
dilúyete en sus deseos,
flota como una idea sin palabras,
como una burbuja
de jabón sublime,
conviértete en la idea de Alguien más.
Yo haré lo mismo.
Y cuando el tiempo se conjugue
en nuevos elementos
y no haya más rastro de los dos,
y el lenguaje elemental reine,
entonces,
déjame decir tu nombre,
el que tú elijas,
y llámame como quiero que me llames
e inventemos la vida de nuevo
sin cielo y sin infierno
sin frío y sin calor,
como voces que no cuentan con sus cuerpos,
pájaros que han hallado su perpetuo sur.
Haremos la danza del viento
en un anfiteatro sin piso ni techo,
para que nuestros hijos no procreen en la tierra
por los siglos de los siglos.
Encuentros azarosos
Amigo, Baudelaire, albatros negro;
supiste perder
como sabe perder el poeta.
En tu condición
de eterno perseguidor
te emancipaste en la poesía.
Anidaba en la estación
en espera del tren cenizo
para abrir sus alas de albatros
una última vez.
Tenía algo de querube enmohecido
de roca desgastada por la sal,
era mariposa de ónix
emplumada palabra negra.
En el horizonte aún no aparecía
la carroza de ángeles caídos
que recogen las almas enajenadas.
Movía la boca
en pleno numen profético,
practicando diálogos imaginarios
con Tánatos
su último amigo
en medio de la noche
en su ruta al sueño.
Quise quedarme más tiempo
alargar su sombra en mi memoria
embalsamar su voz hasta el eco,
pronto sería nube y chubasco
spleen, aleteo intenso
ave cadavérica.
Lo llevé en mi hombro
por varias cuadras
por todo el invierno
por las bancas de los parques
bajo la axila
protegiéndolo de la lluvia:
y me cuidó de la mala soledad
me abrió la mollera
y depositó su buena carne.
Al llegar a mi casa
cerré el libro lleno de flores malsanas.
Wislawa fumaba en el diván
–No lo pienses demasiado–, dijo
–todos los poemas nacen del amor.
Y en honor al albatros, contesté
con un graznido mi amor empozado.
La trinidad: Poeta, Poema, Poesía
No sé qué es el poeta,
pero hay entre ellos
quienes no han olvidado
cómo entrar en los sueños
con los ojos abiertos.
La poesía
no sé qué es,
nada explica esta extraña palabra
mejor que el poema.
Poesía
oráculo que acerca su lupa al telar de la vida
y descubre entre sus fibras
las visiones de la verdad.
La verdad, amigos,
no sé que es la verdad,
pero se parece mucho a la poesía.