Canción de la bella obrera
El sitio de tus pasos
El sitio de tus pasos
—donde transita fina
tu piel de goce alado—,
es muro para mí,
ceguera de tu celda,
donde sólo es el aire,
el sitio de tu vuelo,
pero donde no cabe
mi ojo ni mi cuerpo.
El río
El agua inventó el mar,
inventó el río;
el río inventó el mapa,
el mapa, el mundo.
En el mundo yo habito,
soy el río
que inventa la ficción
en que yo vivo.
Depósito de mis deseos
Eres mi ardiente presente.
El dulce e inacabable día de hoy.
Estás siempre aquí
conmigo,
atada a mí por invisibles hilos de fuego.
Depósito de mis deseos,
yo sé que soy también
el movedizo paquete de tus sueños.
Por eso estamos hoy aquí
—y en el poema, siempre—.
Cuando nos sumergimos en la mutua marea
las olas ascienden tan alto
que no sabemos si vamos o venimos
y cuando en el centro de ti
el sol se oculta
la alcoba es una noche de vacíos infinitos.
La muñeca del suburbio
Una vez
de madrugada,
salí de un bar en los suburbios
con una muñeca sonriente.
Tenía los labios pintados de negro
y las pecas de rojo.
La noche sufría un azul absceso
de estrellas jubilosas.
Entramos a una casa solitaria
y oscura
y nuestros cuerpos desnudos
inundaron de luz la habitación.
Sin pronunciar palabra,
sin decir nuestros nombres,
sin amor y sin besos,
navegué por su alma.
Afuera, la ciudad
era sitio de ángeles
y máquinas,
de edificios silentes
y muertes invisibles.
La muñeca sonrió
y se quedó dormida.
Y nunca despertó
de su desnudo sueño.
Y bajo la llovizna
de aquella madrugada
fui el único habitante
de ese planeta íntimo.
Playa Girón
Girón es una campana.
Girón es un ala matinal.
Girón es una coraza
y una sonrisa desparramada
sobre todos los mapas.
Hoy el oleaje del mar
ha peinado la arena y ha borrado
todo aliento agresor
y toda llaga de pisada ajena.
Porque humillado
en Girón
un dios cruel
remienda sus heridas.
Estaciones
Mi padre era el verano
cuando la lluvia helaba.
Y era la lluvia bendecida
cuando sediento el sol
sofocaba los sueños.
Cuando el color del alba
comenzaba a cambiar
hacia el duro color del mediodía,
llovió y ya no hubo sol,
y el fresco ardor del agua
no llegó en la sequía.
Otoño llegó brusco
e hizo caer las hojas
del árbol que abrigaba
mi desnudez de pétalos dormidos.
Canción de la bella obrera
Compañera:
tú eres bella…
tienes la mirada matinal
y las mejillas frescas.
Eres bella,
como una primavera roja,
como una marcha obrera,
como una fiesta popular,
como un desfile de protesta.
Bella:
Eres como una flor de acero,
como una plaza llena de banderas,
como una reunión sindical
llena de puños cerrados
pero también de gritos, risas,
discursos, consignas y centellas.
Eres bella,
compañera,
eres valiente y bella
como un Festival de la Juventud
lleno de rojas estrellas,
ebrio de júbilos mundiales,
donde todos los trabajadores del mundo
son reyes y son reinas.
Eres tan bella,
compañera,
como una sinfonía triunfal,
como la victoria certera,
como la mirada del amor,
como los pueblos libres de cadenas.
Bella como una mandarina,
como una guitarra guerrillera,
como un Primero de Mayo al mediodía,
como un discurso de Fidel,
como la intimidad de la célula.
Eres tan bella,
tan valiente y tan bella,
tan altiva y tan bella,
madre, hermana, obrera,
como la piel de las manos amigas
o el café que prepara entre las sombras
la indomable guerrera.
Tan bella, en fin,
como la patria en paz,
como el poema.