José Larralde. Sin tiempo final

 

Presentamos dos textos del reconocido poeta y cantautor autor argentino.

 

 

 

José Larralde

 

 

SIN TIEMPO FINAL

Sólo los hombres buenos
Viven todo un día
Nacen por la mañana
Serenos ante el sol que se levanta
Erguido desde el alma
Con los pies más abajo que los zapatos
Con la cara tranquila
Con la mente educada a pensar ‘
Que es el camino’
Qué silencio es mejor
Cuál es el grito
Cuándo decir ‘no quiero’
Cuándo aceptar lo inaudito
Por qué llorar de risa
Y reír en un llanto
Por qué
Sólo los hombres buenos viven todo un día
Sólo los hombres buenos aguardan un instante
Escuchan la verdad del que está enfrente
Comparan su verdad
Con las verdades de cada humanidad
Que hace que exista
Sólo los hombres buenos
Tienen prisa en señalar el rumbo a la vertiente
Para que cada sed sea apagada
Con el agua de todos los bautismos
Sólo los hombres buenos
Ponen su fe encima de las piedras
Para que el mundo vea y sepa
Que la fe siempre es cúspide
Y puente en los abismos
Sólo los hombres buenos
Ignoran que lo son
Cantan cuando el silencio aturde en el cerebro
Y cuando en primavera revienta
El corazón de la semilla
Y el sonido culto de las flores
Y el polen lanza su dulzor de vida
Sólo los hombres buenos
En silencio ponen
En cada flor una sonrisa
Sólo el hombre que es bueno se desvela
Por ser mejor que él mismo cada día
Sin comparar
Lo bueno de los otros ni permitirse
El lujo de ser guía
Sólo los hombres buenos
Son buenos hombres
El pan del hombre bueno
Diferente por ser igual al pan del que lo niega
Aunque el pan generoso oferente no sepa
Quién lo escupe y quién lo riega
Si pudiera encontrarte en el camino
Y preguntarte simplemente ‘
Cómo te va
Sos feliz’
Si pudiera ver tu rostro tal cual fuera
Sin el tonto ocultamiento
Que los hombres ofrecemos como alivio
A quien por nosotros se desvelan
Si pudiera seguir tu paso
Por la senda del tiempo
Alentando tu marcha
Vigilando tu anhelo
Recogiendo de a uno los minutos de vida
Que sin darte cuenta quedarán detrás tuyo
Como flores hermética
Perfumando otro mundo
Si pudiera
Decirle al eterno futuro en una tarjetita
‘Recomiendote a mi hijo
No lo trates muy duro
No le regales nada
Pero dale el apuro de ser un hombre bueno
De ser noble y seguro
Si puedes darle ingenio
Que sea claro no oscuro
Prefiero que sea esclavo
Antes que sea verdugo
Y una sola palabra al final de su curso
Dios en todas las horas de su vida y su mundo
Y por Dios te lo ruego
No lo trates
Muy duro

 

 

ESTATUA DE CARNE

Donde la pampa abre su vientre
Evaporando al sol su sangre sabia
Mezclada con rocío de mañanas blancas
Mezclada con perfumes de pastisados vientos
Con mugidos agrestes, con relinchos violentos
Con cantares de pájaros aprestados al vuelo
Con retoños alzados de futuros eternos

Allí donde la tierra pampa se alza en hembra
Donde la luz del sol pega de frente
Donde la cantidad no cuenta mas que para servir al número
Donde el arroyo es vena que se retuerce en rubrica
De lo alto en lo bajo a bañadas lagunas

Donde la vida vive, donde muere la muerte

Donde la sombra dura lo que la luz consiente

Donde los ojos palpan con libertad profunda
El horizonte claro la noche encanecida
Las auroras sonrientes y arreboles orados

Mi tierra pampa de allá vengo
Sin haberme ido nunca, sin dejarla nunca
Tratando siempre de crecer por dentro

De allá vengo… Y traigo apadrinandome el recuerdo
La estatua de carne de una india pampa
Que sacudió mi vergüenza

Hubiera querido hablar con ella… Pero pa qué

Tenía los ojos tan quietos
Enterrados en mil surcos de arrugas que sombreaban
Las chuzas clinudas tupido de negro tiznudo
Su nariz y su boca… Indiferentes al olor y al gusto
Sus manos, unidas en el cansancio de la falda
Flaca y estirada de años de preñez

Su pecho tan hundido que en la curva de su espalda
Se reflejaba el peso de sus senos abolsados rozando el estómago
Sus hombros oblicuos y pequeños
Me mostraban que hasta el peso de los brazos
Cansa cuando siempre se los tuvo pa’ abajo
Recogiendo tiempo vacío de esperanza

Tal vez el polvoriento médano viajero
Alguna vez, la llevó en ancas de paisajes nuevos

Tal vez el viento de la Pampa vieja
Le canto coplas que aprendió de lejos

Y allá
Cuando el poniente se acurruca en sueños
Sintió que la nostalgia le arrimaba leña pa quemar silencios

Tal vez se emborrachó de orgía, de sexo
Que culminaba la novena luna sobre el cuero de oveja
Que se tiñó de rojos cuajarones
Y secó de olvido en otra vuelta

Tal vez tiene la suerte de ser virgen
Aunque pariera mil por su bruta inocencia

Tal vez, alguna vuelta, se canso de esperar nada
Y cambio su espera por distancia

Distancia quieta
Retorcida en troncos de piquillinales con paciencia mortal
Pero latente hasta en la corteza de tu rostro

Porque Dios ha querido que su cuerpo y su alma sean una sola cosa
Hubiera querido hablar con ella

Pero pa qué

¿Pa clavar otro Cristo sin mas güeltas?
¿Pa arrancarle lo único que le queda después de haber vivido como nadie
Sin haber recibido ni el barato desdén pal que molesta?
¡Si hasta al perro se le dice jüera cuando anda tironeando la osamenta!

Lo único que tiene es el silencio, y porque no da leche se lo dejan
Los tiempos cambian, los recuerdos quedan
Los hombres mueren cuando no hay vergüenza

La sombra crece dentro de la conciencia
Si la conciencia no crece en la sombra

Yo me pregunto
¿Cuanto tiempo se precisa pa saber cada vez menos?
¿En qué lugar de la vida nace la resignación?
Solamente el miedo incuba diferencias

Y solamente desde desdichado miedo ajeno
Se nutren los enfermos autodiferenciados de potencia
Inaceptable capricho de querer cubrir el sol que nace para todos
Con el tóxico aliento de la mentira, negación absoluta del razonamiento

Y pensar… Pensar que allí nomás
Desde donde pa cualquier lado se mira adentro

Donde la luz y la sombra se juntan pa algo mas que pa que pase un día
Donde el lento ascenso de los caldenes contrasta
Con la siembra, madurez y cosecha de trigales

Allí nomás… Donde un día la lanza metió punta
Y el sable revolvió polvaderas en quita y en defensa
En puteada que se quedo colgando en una baba de cansancio y agonía

Donde la sangre gastada
Donde la sangre gastada que mojaba el suelo
Hoy mismo se evapora y sigue arrebolando cielo de auroras y ponientes

Donde el viento se ayunta cuando al cielo se arriman nubarrones

Allí nomás… La vi sentada
Con sus ojos tan quietos
Con el tiempo metido hasta en las uñas
Con el sosiego entero escrito en el espinazo
La estatua de carne que enarbola ciclos de olvido y de miseria

Me sentí tan pequeño ante tanta grandeza
¿De qué vale mi canto sin tu algo?

Si algún día… Llegara mi copla hasta tu oído
No pienses que te estoy utilizando
La sucia diferencia que separa, la inventó Dios como castigo
Que habremos de pagar tarde o temprano
Sin tener más que el alma por testigo.