Nuestro silencio
INVITADO AL XXVII ENCUENTRO EN SALAMANCA
LA MIRADA EN EL ESPACIO IRRENUNCIABLE
La mirada en el espacio irrenunciable
de la tormenta y la calma,
también del sueño y la esperanza.
Tu silencio es silencio que habla,
universo sin orillas,
un mar de olas, en el que los pájaros vuelan,
y peces dorados navegan por sus nubes,
topacios claros como la verdad,
como el espacio en un claro del cielo
donde la luz canta,
sombra de un árbol.
Tu cielo es playa que encuentra la mañana
llena de estrellas
como cesta de frutos de fuego,
como un espejo
abierto de este mundo.
Tu cielo es puerta al más allá,
rumor tranquilo del mar a mediodía,
brillante luz que parpadea,
páramo en calma de los días perfectos.
BAJO LA LUZ EXPECTANTE
Bajo la luz expectante,
del día, florecen tiempos de emoción,
los espíritus candentes de las flores
paisajes inventados en silencios
en los rumores de tardes aterciopeladas
del verano iniciático.
Y la barca repleta de frutos salvajes
surca en el espacio de cielos azules
sobre los que se dibuja un perfil
de torres y jardines.
Todo el devenir lucha con el misterio
de lo que la ciudad fue y es
removiendo atalayas
dejando entreverados paisajes
de silencio donde germina la vida
de nuevos moradores
que resueltos de luz se revelan
habitantes de espacios invisibles
en la ciudad amada.
El tiempo callado del silencio
vive con el callado tiempo de relojes
también con la mañana invisible
de las flores,
y de amaneceres con la última luna
y el primer sol que despeja las sombras
y vuela con los pájaros,
que surcan los cielos
buscando la luz natural del día.
Y en medio de todo, el hombre, solo,
es su propio refugio, naufrago
de una isla donde vive su silencio
rodeado de infinitos universos.
EL MISTERIO DE LA CIUDAD
Resulta embrujador el misterio de la ciudad, en mí habita
como una amante ausente, y es tan deseada que la puedo tocar
con mis dedos. Ciudad que puedo sostener entre mis labios
como un beso en la geometría amada de su Luz,
Cuando amanece, las sombras imperceptibles de sus elementos
aparecen y desaparecen como un juego de vida y de muerte.
Las cigüeñas sobrevuelan las torres, traen en sus picos espejos de plata
y mi sueño vive sobre una nube escarlata que atraviesa el sol.
He estado aquí siempre, entre las estatuas y los árboles,
y quizá en la marcha atrás de los sueños, las rosas
se convierten en ojos de cuarzo a través de las miradas
que hicieron de la ciudad un reducto de eterna permanencia.
La ciudad, en sí misma, con lo que fue y es, con sus contrastes,
es un escenario vivo de habitantes, en una ausente diáspora
por sus múltiples paisajes urbanos con sus palabras llenas de vida
en el íntimo silencio de enamorados pasajeros en jardines y esquinas.
Mi ciudad vive en mí y yo vivo, en mi alma, el latir de su vida,
porque es sumamente recíproco el sentimiento que genera vivirla
en el febril deseo de su entrega como una amante fiel y deseada
en la sintonía perfecta del silencio y la Luz que amanece en sus cúpulas.
NUESTRO SILENCIO
Nuestro silencio, sinfonía de la naturaleza,
concebida a penas, como un susurro del alba,
desnudos los paraísos de sueños imposibles,
y de sombra. La sombra, camino interminable.
El vacío, silencio que imita la forma de tus brazos.
En el monótono ruido de la tarde en el aire,
tu Universo guarda la verdad de la tierra
Y esta tarde te amo, por lo que vive y canta,
por los cristales huecos de vacías ventanas
porque tiendes al espacio tu nombre como un arco.
Entre los lirios junto a las aguas, ahí te veo
vestida de blanco y en dulce deleite caminas,
entre los cercos de la tarde, que tu afán recrea
Me doy cuenta de los sueños que deslumbran
nuestra mente y filtran los pensamientos más puros
Porque sabes que en ellos nunca acaba la locura
de pensar cuando sueñas que eres libre en un mundo
que hostil, nos regresa a nuestros mares
a las islas de nuestros paisajes a los pequeños santuarios
de nuestra memoria. A los silencios de noches y días.
Así es como hago mío el cielo infinito del encuentro
la levedad del sueño, la soledad pautada en pentagramas
de ausencias, la crónica cotidiana de un mundo sin orillas
Así es como renace el día, como discurre el conocimiento,
como despierta el sol que ilumina los sueños de la noche,
con un rayo que traspasa al horizonte un cúmulo de nubes
que asemejan las almas heridas por las noches oscuras.
Así es como hago mío el cielo infinito del amanecer.
Como un vuelo, como un rito por los planos limítrofes
de la Naturaleza, por la tersa armonía de la gloria, de la luz
que brota en la escena y desflora con su toque la quimera.
Bajo los árboles se rinden los destinos y me adula una orquesta,
que hace danza lacónica de su estrofa danzante en magia dispersa,
de guarismo y sonidos que salen de la aurora por la tangente dócil
de un celaje profundo embrujo y enseña de cielo infinito.
METÁFORA SOBRE UNA IMAGEN
Una brisa suave, un volar suave en la bahía del amanecer,
extendidas las alas, la mariposa, con las alas abiertas
me lleva por las laderas de las colinas que bordean los cielos
que tiñen el horizonte de colores en una paleta infinita
de la improvisada magia de la Naturaleza, extendida y perfecta.
Con la fragilidad con qué la flor renace se rehace el sueño
de la puerta que descorre sus cerrojos y se abre a espacios invisibles,
a los jardines secretos, infinitamente eternos y extensos, en el candor
del vuelo abierto de los pájaros en el ardiente amanecer de los jardines,
esos jardines de flores entregadas al arrullo suave de los vientos.
Y observo, de nuevo, la mariposa de alas extendidas, retengo su libertad
en mi memoria y ella me conduce por los espacios ahora descubiertos,
esos espacios que se enredan en mi mirada y en el febril deseo
de vivir en estos jardines, cada día, y hacerme brisa ligera, para siempre,
en estos cielos y estos jardines secretos de arroyos suaves y de vida.