Absenta y otros poemas
ABSENTA
No es la sombra del aire lo que brilla
en los bordes pulidos de las copas,
ni luz iridiscente que trasvase
los ruedos de cristal. Son otras voces
de qué ayer, de cuál silencio sin huella
o cielos de humedad lo que subsiste
en sus bocas perladas por el frío.
A simple vista nada es irregular
en el círculo abierto que cerramos
en honor de la noche. Pero acaso
el tacto de esos labios nos bosqueje
con cada sorbo helado la sonrisa.
ALFAMA
Atraviesa el amor, o lo que sea,
el mapa desdoblado ante los ojos
de la chica que aprieta en su bolsillo
una llave. Pasa el tráfico lento
y el espejo fugaz de la garúa;
cae desolación desde las nubes
encima de sus hombros y el destello
de su ajorca. Sujeta con firmeza
el tesoro metálico, aligera
el ritmo apresurado de sus pasos
sin mirar hacia atrás. La cerradura
queda lejos aún de su impermeable.
La puerta que ha de abrir tendrá el relámpago
de la pieza dentada entre sus yemas
y el secreto interior de la llovizna.
Afuera quedarán Lisboa y sus eléctricos,
los cálidos aromas del óxido del Tajo
corriendo inalcanzable hacia los puentes.
SUHAD
De pronto, en la hora alta, cae un rayo
que raja la penumbra y dos instantes
después, el latigazo del estruendo
estalla en el cristal. Tiemblan mis manos
en el libro que leía. Otra vez
me estremezco, debió caer muy cerca
de aquí para encender mi sobresalto.
Oigo el rumor del trueno al diluirse
y un cerrar de ventanas en el piso
superior de mi vecina. La calma
se aposenta de nuevo entre las cosas
y el silencio. Retomo la lectura
de Ibn Arabi: «…cuando las moradas
del amor y el temor están cercanas…».
El eco del relámpago da tumbos
y asciende a reventar contra el espacio.