

Presentamos tres textos claves del recordado poeta valdiviano.
Jorge Torres Ulloa
El error es un hueso duro como hostia
Yertos sobre la albura de la crea,
rusa la ruleta del azar,
pastaban trenes impasibles
detrás de nuestras nucas.
En tránsito inmóvil buscando
dentro la vulnerable unidad
del ensamble, el tiempo que
perdimos o ganamos en esta ruleta,
la rusa ruleta del azar.
Rusa, eslava o eslovaca,
este azar sin su ruleta,
yertos sobre la albura de la crea,
echados, sin cubilete, sin más.
¡No se nos vaya a acabar el tiempo!
¡No se nos vaya a acabar el tiempo!
Bobería de amantes que envejecen
olvidados del oficio. Olvidados del todo.
Que el tiempo es convención, sonido y
sobre todo rito, danza de pelvis,
compás, luz, ritmo, coreografías.
Mas, impasibles, los trenes esperaban
no sé qué, detrás de nuestras nucas.
¡Animales para la equivocación!
¿Por qué vivir con dieta de miedo?
Y aun cuando el error es un hueso duro como hostia:
¡Hartémonos de error!
Entonces tú viajabas hacia
la blancura de tus ojos
y yo era un desconocido de mí.
Los trenes
hartos de pienso,
habían iniciado la partida
con la misma discreción
y sobriedad que ya todos
ustedes conocen.
Dados sobre la albura de la crea,
arrojados sin cubilete,
lo demás habría sido continuar
engordando la papada.
De la ruin máscara que todo enmascara
De partida confundía
el amor a Dios
con el de los hombres.
Pedía perdón por amar
mas, amaba sin él.
Invocaba a Dios en sus orgasmos
para, en gesto de buena crianza,
agradecer después.
De su boca salían palabras
incapaces de ganarse
lo que se ha dado en llamar
La Vida.
Estas palabras recogían apenas
los mezquinos mendrugos
de una caridad venida a menos.
Pronto se supo que detrás
de su amor,
(su mentado amor),
no estaba sino
la ruin máscara del avaro.
Pura estratagema de agiotista:
Amor Propio e Interés.
Oro y Desdén.
Apuntes para un ensayo a propósito de
el lugar común más habitado
Granítica lápida la del sepulcro
que amorata los nudillos de la diestra.
Oídos tardos para el urgido,
sordos para el que vehemente exhorta.
Se sabe por qué niega el que abatido yace:
es que asaltado por la triste edad de los lutos,
la acuciante hora de bustos y retratos,
con la implacable convino acuerdo en tiempo exacto.
Así pues, con-la-dulce-serenidad-de-los-difuntos-pintada-en-el-rostro
solitario navegante en la vastedad de esta comarca,
sólo acepta el abrazo de la hiedra que ya comienza
a cubrir su catafalco.
Por cierto, ya conoce los afanes del olvido,
su memoria se empobrece día a día,
su retrato es aureola en las paredes,
con el árbol en que amante inscribió esas
promesas, hoy féretros construyen.
Mientras, y pese a toda invocación
del que a sus pies se desgañita
preguntando plañidero lo sabido,
acepta la común circunstancia de su estado,
HA ELEGIDO EN PROPIEDAD EL PARAJE QUE LO HABITA.
cementerio es igual a caémeterium,
caémeterium es igual a koimeeteerion,
koimeeteerion es igual a dormidero,
dormidero es el espacio de quien duerme,
el que duerme ha entrado en el letargo,
fragmentario letargo de otros sueños,
de otros sueños que se buscan en sus partes,
nostalgia del conjunto y del Todo,
fervor de pertenencia,
certeza de vestigio,
vocación infinitésima
y gozo
de ser consumido en lo Absoluto.