Entrar descalzo al poema
La pluma
En el autobús rumbo a Tecámac
pienso en mi padre y en mi hijo.
Mentalmente hice un poema
que ahora no podré reproducir
acaso recuerdo algunas cosas,
golpes que resuenan dentro.
Según mi padre no sirvo para nada:
una vez me recomendaron a un trabajo
él se entromete en la conversación
y exclama “no, Jorge no sirve para eso”.
Hace poco sufrí un asalto, me golpearon;
me rompieron un diente, la nariz, la seguridad.
“Tú no sirves para los golpes”.
Esperaba que dijera
“¿cómo estás, estás bien, hijo?”.
Entonces pienso
cómo resolver algunas ecuaciones de la vida.
Me cansé de demostrar que puedo.
Esta pluma,
con la que escribo en este cuaderno íntimo
es un regalo suyo.
La poesía es un estado de conciencia
Cuando la vi, sentí una emoción bellísima, luego la escuché y tuve la impresión de que ella respiraba de un modo distinto, que podía llenar sus pulmones de sonrisas y cantos de pájaros, que era árbol y que la luz la convertía en palabras y que sus raíces se extendían hacia otras realidades, idiomas, sueños. Ella es el Edén. El paraíso es la poesía, que es un estado de conciencia, que es un lugar sin límites.
Entrar descalzo al poema
Un buen poema puede ser un mal poema para un mal lector,
lo mismo que un mal poema puede parecer un buen poema para un mal lector.
Cuál es el verdadero poema.
De qué forma se debe calibrar la sensibilidad,
o en qué condición debe estar el alma,
y pienso en el alma que los instrumentos musicales tienen
para que suenen no nada más bien, sino perfecto.
Entre lo bien y lo perfecto hay un abismo.
Cuántos se quedan a las puertas del templo,
y tengo que explicarlo, pues un mal lector no me entendería.
Me refiero, cuántos se quedan fuera del poema:
leen algo que no existe.
Lo que existe no está.
Es decir, nuevamente. No todos entran al poema.
El poema está dentro del poema y dentro de ti.
Si no puedes leerlo, vuelve a intentarlo.
Lee otras cosas, luego regresa.
Hay que entrar descalzo al poema
si no lo haces así, entrarás a otro lado, pero no al poema.
Cuando se revele algo y tu intuición despierte emociones,
imágenes, fuerzas extrañas y algo se ilumine
es señal que el poema te recibe.
Poética
Cuando el poema parece un simple discurso que quitarías sin consideración para arrojarlo a la basura o al fuego y no logras decir lo que sientes porque es fácil y burdo y común como un territorio que todos conocen y no sabes y te sientes todo un tonto que nada ha aprendido para poner un punto o una coma en el lugar correcto y borrarías cada palabra hasta que quede solo un silencio y alguien pueda leer y entender todo lo que no escribiste con solo ver la hoja en blanco y te comprenda.
Lo escrito
Para qué escribo.
Para qué escribo un poema
o es el poema escribiéndome a mí
formándome, protegiéndome.
Conjuro contra el mal de ojo.
Con el poema pongo el dedo en la llaga,
la llaga en el verso,
el verso es un espejo,
el reflejo no se ve con la mirada
las revelaciones se dan en el entendimiento.
Soy escrito por un poema.
No soy el que escribe,
soy lo escrito.
El falso poeta
Le importa más el poema que la poesía.
Distorsiona la realidad a su favor.
Deshonra a sus maestros.
Difama a quien envidia,
adula a quien puede darle algo.
Piensa que Dante fue un mediocre.
Un vacío le carcome la sangre.
Simula ser poeta
con gestos de intelectual
usa el conocimiento para herir.
Busca el aplauso,
es un bufón.