Monólogo del necio
Monólogo del necio
¿Quién escribe? El hambre. La voracidad escarba,
agita un esperpento con los ojos vacíos. No hay letra,
hay dentellada. Lo que repuja y muerde.
Feroz el escribir: cada tecla un muñón, clavo
que raya el muslo del silencio.
¿Quién responde? Una voz corroída. Punta
de un corazón mellado que va sobre su presa
respirando preguntas.
Eso se come. Gula del vacío.
Menudencias
La muerte afila un palo,
una daga de palo, un palo de tambor, un caballo de palo,
una cuchara.
La muerte, trabaja a la vista de todo el mundo.
La vida afila un palo,
un bastón, una vara, una cruz.
La vida trabaja a la vista de todo el mundo.
¿Qué diferencias hay entre las dos?
La vida fabrica huesos con los huesos.
La muerte fabrica huesos con los huesos.
El desespero
-¿estás vivo?/ -¿estás muerto?/ -estás
vivo/ -estás muerto/ -¿estás vivo?/ -estás
muerto/ -estás vivo/ -¿estás muerto?
Juan Gelman
¿Alguien se detiene a pensar en los 33 años
que llevan Madres, Abuelas y familiares
de esta tortura infinita de no saber?
María Isabel Mariani, Abuela de Plaza de Mayo
Hay un universo callado en el agua arremolinada
de la espera.
Afanes del plantón. Anhelo en la aridez.
La garra de escarbar habita en los apremios
de una estaca.
Un vacío-recodo donde el ansia se crispa.
¿Toda una vida, espera de la muerte?
¿Toda la muerte, insistencias de vida?
La espera, es mano de obra esclava.
La falsedad
mete su pico largo en la fe del que aguarda,
mastica sus deseos, roba las mantas del dormir.
Cruda es la violencia
en los trabajos del mientras tanto.
Cintas
A María Agustina, mi madre
Aros para bordar, un costurero, toda
la vida un hilo. Enhebra olores en la cocina, zurce
palabras desgarradas.
Su nostalgia es de lino.
Nunca se nace, siempre
vamos cosidos a una madre:
Y calados, botones, bastidores, vivos para la orilla
de la lengua y encajes en la risa.
Junto a la rosa triste del alfiletero: Mi madre.
El camino lo alumbran las hebras de una estrella,
un viento de algodón, resplandor de abalorios.
Y en cada cosa que levantó el mundo:
la aguja y el dedal.
Muñeca líquida
I
Fui al mercado, encontré,
todas las estaciones de tu boca, las sedas
de mirar, las manos que se agitan adentro
de los besos, encajes de tu risa, tintas de
muchas lenguas,
y entre legumbres, frutas: tu corazón de malabares.
Todo, cuesta la vida.
Hablan los ojos de Nazim Hikmet
Sobre mi mano,
la mitad de una manzana brilla.
La otra mitad está sobre una mesa a miles de
kilómetros de aquí.
Es imposible morder esta mitad
sin que duela el vacío.