Mi yo es un yo globalizado. ¿Qué tal el tuyo?
En el río Stillwater
Esta tarde
en el Stillwater
una tortuga enorme nada
entre algas y hierbas
y unos patos picotean burbujas
como si fueran migajas de pan.
En unos cuantos miles de años
el Stillwater se convertirá en un meandro abandonado
y el circuito que forma con el Penobscot
desaparecerá
para siempre.
Y así
se devolverá
la isla robada[1].
Mis ojos
siguen la corriente
inmóviles
y mi cara
no es más
que otro círculo fallido.
Balbuceos a mí mismo
Mi yo se desliza por el abismo.
Mi yo se acurruca en una caverna bajo el agua y se quita la escafandra.
Mi yo trastabilla por el altillo buscando ropa y fotos antiguas en sus baúles y está contento.
Mi yo… es una anáfora de cuarta.
Mi yo no tiene sentido.
Mi yo es un yo globalizado. ¿Qué tal el tuyo?
Mi yo se cree Adán y les pone otros nombres a las cosas mientras duerme.
Los codos serán grúas carnosas para las cervezas.
Los gatos: centinelas desdeñosos de ventanas.
Las computadoras: el pie izquierdo de la mente.
Mi yo está contento de ser ciborg hasta en los sueños.
Mi yo no entiende las carreras NASCAR para nada.
Mi yo piensa que dar vuelta a la izquierda es aburridísimo.
Mi yo entiende otras formas de placer del pueblo
pero mi yo es demasiado snob como para incluirlas en este poema.
Mi yo tiene alergia a la ironía y prefiere el tropo más simple de las metáforas.
Mi yo es un barco arriba de un estacionamiento público.
Hay algo en mi yo que rima con la palabra “dúctil.”
Mi yo aún no tiene sentido.
Mi yo afirma que las truchas son los bufones del lago General Carrera.
Si tu yo no está de acuerdo entonces tiene problemas de percepción.
Tu yo necesita comprar lentes y acostarse cuanto antes con otro yo.
(habla mi yo y no yo. Él se pone gruñón en la nochecita.)
Tu yo necesita una clase de educación cívica, otra de historia básica y un atlas decente.
A tu yo le vendría bien una buena jalada de las orejas.
(Mi yo no se apaga. Ando buscando el botón) …
…el yo es un caballo vapuleado y la lástima que inspira.
El yo son gotitas de sangre en la banqueta.
Mejor: el yo es el conocimiento de las gotitas de sangre en la banqueta
y el desconocimiento de los pies que las pisan.
El yo es una bomba que se cree piedra.
(A mi yo ya le metí la Nelson. Ya se calla
(Des)espérate
(…) …
(aquí) tu (botón) mismo (apagado) encendido (reinicialización) de(s)nudo (nulo).
Noticia
Cuando esté muerto
me gustaría regresar
y ver el mundo
a través de los ojos de un poeta menor
más o menos cada 500 años.
La traducción
El historial médico de la familia
lo deben consultar los especialistas
y los generalistas
por igual.
Y luego el paciente debe dormir.
O por cloroformo
o por una paliza.
Y luego el procedimiento:
una navaja arrastrada por un ojo
y agujas en los labios.
Y luego el paciente está listo
para cantar en otro idioma.
Pavor y la mesa del comedor (El día después de las elecciones)
En la noche
alguien se robó una pata de la mesa del comedor
y la reemplazó
con tu fémur.
Los vecinos arquean la espalda
y se van culebreando cuando les preguntas quién lo hizo.
En el refri: olominas y zanahorias pálidas.
Te das a basto
y masticas
la comida más infame de tu vida
antes de cojear hacia la ventana.
El hombre de enfrente hace lo mismo
difícilmente separando la luz de los reflejos,
los fragmentos de lenguaje revueltos en el cristal
con hueso mellado y sangre
de la salvajada desapercibida antes del alba,
de la masacre interior
de las quebradas cáscaras de palabras astilladas bajo la lengua.
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Nota
[1] “Isla robada” (“Stolen Island”) es el nombre que los indígenas de la tribu Penobscot le pusieron a la isla Marsh, ubicada entre los ríos Penobscot y Stillwater en el Estado de Maine, EEUU, tras la invasión de los europeos.